Adara Perkins
Haga lo que haga, desee lo que desee, tenga las ganas de tenga de vivir que tenga... sé que la posibilidad de salir viva de aquí es totalmente nula. No puedo quedarme encerrada en el baño para siempre, porque sería una tontería dado que, de todas maneras, no tengo ninguna escapatoria.
Antes de reunir el valor para abrir la puerta y que la realidad me azote de la peor de las maneras, suspiro mientras, por mi cabeza, pasan recuerdos diversos de cada uno de los momentos que he pasado al lado de mis amigos, de Ana, de mamá..., de papá.
Cuando pienso en él es el momento en el que mis lágrimas salen a flote más que nunca, sin pudor de que mi futuro asesino me las vea y me diga en toda la cara que soy una ridícula y una patética. Hace muy poco que papá había vuelto a mi lado después de años, después de años en los que le estuve esperando, desde que pilló ese vuelo a Ottawa ya estaba esperándolo, y no poder pasar el tiempo suficiente a su lado hace que incluso me sienta la peor hija del mundo.
Si hubiese puesto las llaves más a mi alcance dentro de mi mochila en vez de haber pasado de ello, habría entrado en casa más rápido y habría evitado que todo esto estuviera pasando ahora. Estaría esperando a que papá regresara en unas horas, estaría con mamá en casa, felices como creía que empezaríamos a ser de nuevo...
Pero ahora solo tengo que enfrentarme a lo que me va a tocar vivir detrás de esa puerta, y me temo que será lo último que voy a experimentar en mi vida, el momento en el que solo me tocará esperar por mi último aliento...
Inhalo, exhalo... y una vez que acepto la situación, abro la puerta hincando el diente en mi labio inferior por el miedo. No es bonito pensar de un día a otro que te van a quitar la vida por una venganza que no tiene ni pies ni cabeza teniendo en cuenta que nada tiene que ver contigo. Pero no puedo hacer más que simplemente dejar que fluya y ya está.
No tengo fuerzas ni para defenderme, y aún teniendo todas las del mundo entero, no le habría ganado ni a tiros a este chaval medio tarado. Solo me queda insultarlo en mi cabeza, porque como lo haga delante de sus narices, encima recibiré tremenda hostia o cuchillazo por su parte.
Abro la puerta y siento su presencia delante de mí, parado y mirándome con el odio con el que me ha mirado desde la primera vez que le vi. Trago saliva, nerviosa, y sintiendo el sabor de la sangre en la boca, pero no puedo evitar seguir teniendo los dientes clavados en ella. El cuerpo me tiembla sin necesidad ni de pensarlo y la mandíbula la tengo demasiado tensionada a más no poder.
No levanto la mirada. No me atrevo a hacerlo. Ya bastante he hecho abriendo esa maldita puerta, aceptando mi destino. Pasan algunos segundos en los que me pongo nerviosa al no saber cuál va a ser su próximo movimiento.
Está muy quieto, observándome, lo puedo sentir y ver un poco a pesar de tener la cabeza algo gacha, y eso no hace más que hacerme pensar que trata de que, en el momento que me ataque, me pille muy desprevenida a pesar de tenerme prácticamente delante.
Y sin embargo, cuando veo que se me acerca, doy inconscientemente un paso para atrás sin apartar los ojos del suelo y los ojos llenos de miedo y los labios de sangre. Pasan unos nanosegundos en los que él vuelve a dar otro paso en mi dirección, y de esa manera, aunque yo también lo haya hecho pero para atrás de nuevo, está ya lo demasiado cerca como para, al menos, tomarme del cuello y apretarlo o tirar de mi pelo y arrastrarme tal como a un saco de patatas.
Temo cuando su mano empieza a viajar hacia mi cara, acercándose a ella, ya que eso no puede significar nada bueno. Él me odia, me quiere matar, me lo ha dejado claro desde el principio, y nada de lo que vaya a hacer a continuación va a suponer nada bueno.
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Síndrome de Estocolmo [EN PROCESO]
RomanceAdara es una adolescente normal y corriente que vive con sus padres y es sumamente feliz Todo en su vida va como la seda, hasta que es secuestrada por Brandon Hackman, y no tarda en enterarse del motivo que le impulsó a hacerlo. A partir de ese mome...