🥀🖤. IV. 🥀🖤

47 3 0
                                    

Adara Perkins

Llego a mi casa con el vaso de Coca-Cola que he tomado en el cine en la mano y en el cual queda un poco y tratando de abrir la puerta con la llave.

—¿Te ayudo? —pregunta Ana acercándose más a mí.

Pero justo logro abrir la puerta de mi casa con una sola mano.

—No. Ya está —le informo y piso el interior, posicionándome en la entrada.

—Bueno, chica. Yo me voy a mi casa. Tienes que contarme cómo te va con Logan. Es que, vamos, es flipante. No te olvides, ¿vale?

—Claro que sí, Anita querida —le digo, haciendo alusión a nuestra peli favorita de dibujos animados.

Ella se ríe, pillando mi broma al vuelo y de una vez se va tras despedirnos de nuevo.

Coloco mi vaso de Coca-Cola en la mesita del recibidor y me quito el chaquetón con el que he ido hoy al cine. Y en cuanto quiero volver a coger mi vaso, el grito y aparición de mi madre frente a mí me sobresaltan de una manera que, de haber tenido el vaso en mi mano, se habría disparado el líquido por los aires.

—¡Adara! —gritó.

—¡Dios mío! ¿¡Pero qué haces, mujer!? —le pregunto con el ceño fruncido y la mano en el pecho.

—Ay, lo siento, hija, no era mi intención pero...

—Tu intención no habrá sido pero me he acojonado mal, ehhh. Pensé que habían ladrones en casa.

—Lo siento mucho, pero escúchame, esto es importante.

—Pues ya puede ser muy importante como para que hayas gritado así, madre. ¿De qué se trata? ¿Te han nombrado jefa en el restaurante?

—¡Noo! Algo... Entre comillas mejor.

—¿Nos ha tocado la lotería?

—No. ¡Tu padre vuelve en dos días!

Esa noticia me chocó tanto positivamente que me llevé la mano a la boca y chillé casi igual que lo hizo mi madre cuando me asustó.

—¿¡Qué!? ¡Dios mío! ¡Eso es increí...!

Pero había algo que estaba recordando en ese mismo momento. Algo que era equivalente al regreso de papá a nuestra casa. Y en parte, el rostro se me oscureció un poco.

—Eso quiere decir también que la abuela Mary... —traté de preguntarle a mi madre, pero se me hizo difícil terminar esa frase tan dolorosa para el alma ahora.

—Bueno, sí. Lamentablemente, tu abuela murió, cariño. Y a mí también me dio pena. Sabemos que fue una mujer que debe ser recordada por siempre. Pero hay que ver el lado bueno de las cosas, y yo estoy feliz porque papá pueda volver a nuestro lado, hija. Que por fin podamos volver a ser los tres, y también tu tío Benneth con su familia.

Mamá me toma del mentón para elevármelo un poco y animarme con su mirada dulce, algo que ayuda bastante y me saca una sonrisa.

Lamento mucho lo de mi abuela. La voy a echar de menos y siempre voy a recordar los pocos pero significantes momentos que pasé a su lado en carne y hueso.

Ahora queda en nuestra memoria, y al menos de la mía no se va a ir jamás. Y espero que del resto de la familia Perkins tampoco.

—Estoy feliz, mamá —le digo muy a pesar de todo —. Papá vuelve. Papá vuelve, mamá —repito y le doy un abrazo, ya que siento que me voy a echar a llorar de la emoción —. Ya pensaba yo que estaría por ahí muchos más años, pero tan solo han sido tres.

Síndrome de Estocolmo [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora