Parte |20|

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Este capítulo es extremadamente corto, pero necesario así que se los dejo aquí

Para que no se confundan, es la conversación que Emilio tuvo con Dorian.


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El nerviosismo lo consumió, la ira y la cólera que llevaba guardando todo ese tiempo emergiendo a borbotones, tenía el ceño fruncido cuando bajo las escaleras, y los labios en l una línea fina, Dorian lo veía mientras se mordía el labio, con la cabeza ladeada, se veía lindo, con las mejillas sonrojadas y las lágrimas acumuladas en las esquinas de sus ojos, entonces Emilio pareció perder todas las fuerzas, sus muros desplomándose sin sentido, era él, tan dulce y pequeño como lo recordaba, con su cabello lacio y brillante, su pequeño esposo, el cachorro mimado del que se había enamorado.

Temió por él, por su corazón y sentimientos, pero había que hacer algo, acomodar las piezas antes del jaque mate.

Respiro profundamente, entrando de lleno, de nuevo a la sala, todo parecía extraño recuerdo, con Dorian sentado en el sofá, viéndose increíblemente delicado, con las piernas cruzadas, con la elegancia con la que alzaba el mentor, con su pequeña boca en una línea triste, y su nariz respingada viéndose pequeña, pero tuvo que recordarse que había diferencias abísmales ahora, por ejemplo que tenía a Joaquín, a su dulce, pequeño y mimado gatito en la recámara, angustiado y pálido, con sus ojos llenos de preocupación.

No iba a lastimarlo, cortaría su propia vida de tajo antes de hacerlo de nuevo, Joaquín era suyo. Iba a cuidarlo como fuese, de todos, incluso de si mismo.

Dorian inclino la cabeza antes de ponerse pie, solo entonces noto su propia mandíbula tensa, sus brazos cruzados y podría jurar que su expresión no era la más amable, no le importo en realidad, estaba lo suficiente convencido para saber que podría estar confundido con muchas cosas, menos con la decisión que ya había tomado.

Se obligó a contenerse con un suspiro cuando el chico lo abrazo, lo rodeo febrilmente por la cintura, sintió su pulso acelerarse, su posición dura desvaneciéndose poco a poco, solo podía escuchar la respiración del chico contra su pecho, los débiles sollozos emanando de su cuerpo, le dolía el momento, la situación le dolía como dagas clavándose en su cuerpo, y la gente podía hablar pero había amado a ese chico como un mancebo miserable hasta apoyarse en un criatura divina, se había ilusionado profundamente y terminó cruelmente herido.

Podía ser criticado pero no había sido más difícil descubrir que el amor que un día juro seria eterno, se desvaneció como agua en el desierto, por culpa del dolor había tomado a Joaquín como sacrificio, lo había lastimado tantas veces, con las palabras hirientes, la crueldad marcándose en su cuerpo como fuego en enormes quemaduras, no desestimó su propia deslealtad consigo mismo, y odio a Dorian por todo, por destruirlo y hacerlo un demonio sin lealtad, se sintió deambular en recuerdos. Y cada uno de ellos le recordó a su pequeño novio, a Joaquín, a su carita llena de dolor, a su sufrimiento inmerecido, a sus pequeñas manos aferradas a su espalda mientras le hacia el amor, sus expresiones sufridas cada vez que desairaba los momentos recordándole que no lo amaba.

Y deicidio que, tomaría su mano, y lo sostendría esta vez, le amaría con la sinceridad que estaba dispuesto a recuperar iba a cuidarlo, y nada más le importaba, solo él, solo Joaquín.

Y no se negó una abrazo, no negó el dolor ovacionando cuando abrazó la debilidad de Dorian, sosteniendo su delgado cuerpo, aspirando su perfume, el olor en su cabello, buscando en su interior algo parecido el amor, un sentimiento, y lo único que encontró fue un atisbo de cariño que no reprimió, anudo con su cuerpo los recuerdos y guardo cada uno de ellos como tesoros, olvido por un momento su abandono, quito de su vida los malos momentos en sus vidas, y resulto agradable por primera vez recordarlo sin odiarlo, sin maldecirlo, fue realmente un alivio sentirlo derretirse entre sus brazos y no sentir que la necesidad de tenerlo lo ahogaba.

SM -EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora