Kittens

Talks and Illness

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════════    𝗞𝗜𝗧𝗧𝗘𝗡𝗦    ════════

—Estás seguro de que se llevan bien? —Los gatos parecían disgustados con la presencia del otro, bueno, Iván. —Sé que Iván no es el gato más cariñoso del mundo pero ni a mí me miraba con tanto odio, Nico —

¿Qué? Entonces Ivon, sí lo odiaba

—Yo creo que les falta tiempo para conocerse, en un mes yo digo que Ivi lo acepta completamente. ¿Quién no querría a esta hermosura con manchitas naranjas? —Lo levantó mientras le hacía mimos, ronroneó muy fuerte.

—Desde mi punto de vista, Iván está teniendo síndrome del primogénito desplazado o del príncipe destronado; no es un humano pero esa es mi forma de explicar su actitud. —El ojimarrón veía a Rodrigo recibir los cariños de Nicolás, ese era su lugar, no el de Rodrigo.

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N

icolás y Rodrigo habían salido a una cita con el veterinario, solo era algo de rutina; checarian su estado físico y también como se había adaptado al nuevo hogar.

Tiró de la cortina, culparía a Rodrigo de nuevo. ¿Debería tirar los productos de Nicolás también? Podría ser, así sería más severo el regaño. Casi terminaba el mes, tenía que apresurarse.

—Iván! ¡¿Qué hiciste?!

—...Miaw

—Dios! Iván esto ya sabes que no se hace, me sorprende que tú hagas esto, ¿Qué te pasa últimamente? No bajas de tu rascador, impregnado tu olor en todo lo que puedas, no aceptas mis caricias e incluso le chirriaste a la vecina. ¿Qué demonios te pasa? —trató de pasar por abajo de sus piernas para escapar de ahí, quizá esconderse abajo de la cama pero unos brazos lo alzaron —Ah, no. Tú no escapas, tenemos que hablar seriamente Iván y sé que me entiendes.

Entraron al baño, ahí no había escapatoria. Estaba muerto oficialmente, adiós carne todos los sábados.

—¿Esto es por Rodrigo? Desde que él llegó, estás con actitudes inusuales en ti. Sí, no eres el más cariñoso, eres arisco pero lo eres aún más con Rodrigo. Él está triste, supongo que cree que lo odias. Hoy el doctor me dijo que estaba enfermo, posiblemente tiene depresión, el podría morir de tristeza. —No, eso no era posible. Nadie se podía morir de tristeza, mucho menos un gato.

Aunque, hace mucho que no escuchaba los lindo-, los ronroneos de Rodrigo. Según su poca o nula sabiduría gatuna (aunque fuera un gato) eso era malo, lo escuchó una vez del Doctor Ramírez. Ya no jugaba por todos lados, solo se le quedaba viendo a la ventana del living.

Tal vez Rodrigo sí estaba muriendo y... Era su culpa.

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