Mentiras

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Dave se encontraba aburrido en su oficina. Habia escuchado un disparo a lo lejos, pero sabia que era a causa de que el único sobreviviente del equipo de expedición no habia aportado nada nuevo.

Esas eran las ordenes después de todo.

Ahora que lo recordaba, su jefe, el que le habia criado desde niño, también le habia hecho lo mismo. Si fallaba, recibía un castigo severo en el que aprendía a no fallar. Eso eran golpes, torturas y encierros sin comida por horas. Incluso días.

Se levanto de su asiento y salió de la habitación. Quería hablar con el culpable de sus memorias distorsionadas de la infancia. Si es que tuvo una en primer lugar.

Las puertas automáticas de el otro sitio se abrieron, solo que el no estaba ahí.

Admiro el lugar. Era simple. Solo tenia un escritorio de madera con detalles dorados y algunos gabinetes repletos de documentos importantes. 

En el escritorio, algo destacaba mas que cualquier otra cosa. Una hoja común amarillenta y maltratada, similar a una flor marchita.

Se acerco al escritorio y tomo el papel en sus manos temblorosas. Estaba ansioso. 

Comenzó a leer con rapidez. Cada que terminaba una oración se sentía menos animado. En su interior, solo podía sentir las raíces de un sentimiento problemático.

Por favor...

Ahora podía ver muy claramente las mentiras de el mayor. Alguien estaba rogándole tal como a el le gustaba. 

Le hacia sentirse especial.

Devuélveme a mi hijo.

Sus puños estaban palpitando de la ira. Ansiaban estrellarse en algún lugar blando tal como lo era su rostro. Ese maldito rostro que le habia atormentado desde el comienzo de sus días.

Te lo pido...Puedes quedarte con todo lo demás.

Por favor.

La presión era insoportable. Dejo caer sus puños en la dura mesa de madera intentando sentirse mejor.

Sin suerte.

- Que sorpresa. - Uh, oh. La persona a quien mas quería joder habia llegado hasta el para su desgracia. - Creí haberte dicho que no revisaras mis cosas privadas, Dave. -

El volteo. Trataba de parecer tranquilo e ignorante ante aquel reclamo.

- Lo siento. Estaba buscando unos registros pero no estabas. - El se rio. Cuanto odiaba sus risas sin un mísero rastro de humanidad.

- Bien, entonces, puedes irte. Estoy ocupado ahora. - Asintió y se fue. No quería romperle la cara aun. 

Necesitaba respuestas.

The Backrooms: Vol. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora