La ciudad interminable

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La vista era impresionante. Era como estar de nuevo en nuestra realidad.

Kane sonrió y me abrazo. No dejaba de repetir "¡Lo hicimos!". Supongo que el tiempo que habia pasado aquí en este infierno fue demasiado

- Bien, ¿Qué sigue? - Pregunte. Kane seguía sonriendo.

- Bueno, debemos buscar una pared purpura y atravesarla. El problema es que es muy difícil encontrarla. - Sonreí. Si era completamente honesta, no importaba lo difícil que fuera.

Ya estábamos a tan solo un nivel mas para salir. Después de eso, podríamos volver a la realidad.

Estábamos en una especie de poblado con tiendas comunes, edificios de oficinas y varios edificios de departamentos. Podía jurar su similitud con aspectos y puntos de referencia de varias ciudades conocidas, tal como Nueva York, Chicago y Los Ángeles. 

Aunque, podría equivocarme. Quiero decir, jamás he visto esos lugares en persona.

Habían cientos de tiendas en cada lugar al que mirábamos. 

Primero, entramos a una tienda de ropa. Kane se puso cada cosa que le llamaba la atención para luego desfilar frente a mi y pedirme que puntuara su forma de vestir.

También, entramos a una tienda de celulares y una de donas. Tomamos varias donas de chocolate con chispas de colores y unas mas de glaseado blanco simple. Debo decir que eran las donas mas deliciosas que habia probado.

Finalmente, paramos hasta llegar a una pizzería. Todo lo que habíamos hecho, resulto ser mas cansado de lo esperado.

Entramos y nos sentamos en una mesa. Kane tomo una pizza del mostrador y la trajo hasta nuestra mesa. 

Tomamos algunas rebanadas. Era bueno comer algo que no fuese sopa.

- Sabes Fran, es fantástico pasar tiempo contigo. - Abrí los ojos de par, sorprendida. Mi sucia forma de pensar siempre tenia que ser un problema.

- ¿A que te refieres? - Él se rio vacilante y junto su silla con la mía.

Estábamos tan cerca que nuestro aliento se mezclaba entre si.

- A que, me gusta estar a tu lado. - Yo sonreí. Era agradable saberlo.

Justo antes de tomar otra rebanada, toco mis mejillas dulcemente. Su mirada tenia un brillo especial. 

Estaba a punto de preguntarle en señal de protesta, cuando se lanzo hacia mi y fundiéndonos accidentalmente en un beso.

Mis mejillas comenzaron a arder tan rápido como me habia dado cuenta de lo que ocurría.

Él parecía estar igual que yo. A decir verdad, era de esperarse que algo asi sucediera.

Porque, ambos correspondíamos a los sentimientos del otro perfectamente.

Una de las paredes frente a nosotros cambio a un morado oscuro. Que oportuno. 

The Backrooms: Vol. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora