Cárcel

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La puerta automática se abrió. Ahora estaba en la sala de servidores de Async.

Uso una tarjeta de memoria para copiar los datos del jodido proyecto que le arruino su poca estabilidad mental. Pero, ella no era muy hábil con los botones.

El sistema detecto anomalías y activo la alarma. Dave pudo intuir donde estaba Marian ahora.

La puerta volvió a abrirse mostrando a un hombre preocupado.

- Marian deja eso. - Ella se negó a escuchar moviendo la cabeza de un lado para otro como un maldito niño cuando sus padres tienen una discusión. - Marian, no me obligues a hacerlo. -

Eso le llamo la atención lo suficiente para que lo mirara directamente.

- ¿Hacer que? - El se acerco lentamente a ella. Eso la obligo a retroceder.

Ahora temía de la persona que mas amaba.

- Pedir apoyo para neutralizarte. Esto se esta saliendo de control y no veo que quieras parar. - Ya no habia lugar para retroceder. Ahora estaban en una de las cuatro paredes del sitio. 

- Buena suerte con eso. - Dijo, golpeando un costado de el para correr hacia la computadora donde estaba su memoria.

El sabia que lo haría. Por eso, le dio un golpe en la espalda.

Los soldados llegaron unos segundos después. Habia logrado su cometido con éxito.

- Llévenla al sector 23. - Saco la memoria de la gran computadora. - Yo me encargare del resto. -

Se metió la memoria en uno de los bolsillos y salió del lugar. Planeaba destruirla, no sin antes reportarle todo a su jefe. 

Ese era su mayor secreto. Si, estaba traicionando a el amor de su vida por la aprobación de alguien que le habia enseñado todo lo que sabia a costa de golpes y maltratos.

Pronto llego a esa oficina que habia visto incontables veces en su vida. Entonces, paro en seco justo en frente de la puerta. Estaba dudando de si quería seguir con la maldita mentira.

- Oh, Dave. - Una voz grave se hizo presente. No habia pensado en la posibilidad de que el hombre mas viejo saliera de su escondite. - ¿Estas dudando otra vez? -

- No...solo...estaba pensando en algo. - El mayor se rio entre dientes. El menor tembló ligeramente. 

- No puedes engañarme. Vamos, entrégale a tu superior esa memoria. - Extendió su mano. - ¿O será que querías ocultármela? -

Volteo todo su cuerpo para estar cara a cara. Sus miradas decían todo lo que ambos preferían no decir. 

Incluyendo las mentiras.

- ¿Cómo puedes pensar eso? No necesito esta memoria en lo mas mínimo. - Lanzo la memoria a la cara del contrario para luego caminar en sentido contrario al que estaba.

El sector 23, donde estaba Marian, estaba cerca de donde estaba segundos antes. Sentía la mirada punzante de su superior detrás de el. Por eso prefirió no voltear.

Eventualmente, las puertas de metal de abrieron anunciando su llegada. 

- ¿En que celda esta el empleado 36? - Pregunto al hombre sentado en un mostrador de concreto.

- Esta en...- Tomo una pausa buscando en sus registros lo que pedía. - Oh si, esta en la celda 234. ¿Quiere que lo lleve ahí? -

- Gracias, pero no es necesario. Se muy bien donde es. - El otro asintió.

Comenzó a moverse. No le fue difícil llegar. Y lo mejor, supo que estaba en lo correcto gracias a los gritos femeninos que destacaban del resto de sonidos monótonos.

- Lo lamento, Marian. - Hablo. Los gritos pararon. - No quería que esto pasara, pero es la única forma en la que no terminaran mal las cosas para ti. -

Aun no habia respuesta. El tomo aquello como una invitación a seguir.

- Escucha, estas siendo vigilada. Si cometes un error, no dudaran en hacerte daño. Yo quería protegerte de eso. - Al otro lado se oyeron unos pasos irregulares. Las manos de ella se asomaron entre los gruesos barrotes de metal.

- Déjame ir y devuélveme mi memoria. - Dijo. 

- Lo lamento, pero ya no la tengo. Supongo que sabes quien la tiene. - Ella suspiro. Si estaba en lo correcto, seria imposible recuperarla. - Quédate aquí y no hagas nada o te terminaran. -

Ella se retiro a la parte mas oscura de la celda. Lo que menos quería hacer era rendirse.

Saco un explosivo de su bolsillo. Tenia mucha suerte de que no lo hubiesen encontrado.

The Backrooms: Vol. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora