Just Like Fire [Leo Valdez y tú] TERMINADA✓

39- Discuto con un árbol muy cabezota

P.O.V. Leo

—Oh, hola niños, ¿qué hacéis aquí, en el medio de la nada?

Levanto la cabeza. Un granjero regordete se ha detenido delante nuestra y nos mira con curiosidad.

—Verá, es que alguien —(T/N)__________ me mira acusadoramente— perdió los billetes.

—Culpable —admito levantando las manos.

—¿Hacia dónde os dirigís? —pregunta.

—A Denver... ¿Eso no queda por aquí, no?

El hombre se ríe —No, no, está lejísimos. Lamentablemente, yo voy hacia el oeste, pero si seguís hacia allá os encontraréis un cruce de trenes; creo que en diez minutos pasa el tren de Topeka.

Nos guiña el ojo y nos desea buen viaje antes de arrancar de nuevo el tractor y marcharse.

—¿Y si era un monstruo que nos lleva a una trampa? 

—No sé —digo echándome la mochila al hombro— pero merece la pena intentarlo. Además, si un completo desconocido nos incita a hacer algo totalmente ilegal habrá que hacerle caso, ¿no?

(T/N)__________ me da una sonrisa de lado que me quita toda pequeña duda que tenga y nos ponemos en camino.

—¡EMPIEZO A ARREPENTIRME DE HACERTE CASO, VALDEZ! —grita (T/N)__________ para hacerse oír por encima del viento que nos silba en los oídos.

Estamos encaramados en la cima de un árbol sobre las vías del tren. Según el señor del tractor, el tren pasará en dos minutos, y nosotros vamos a subirnos.

Sólo hay un pequeño problema: no tenemos billetes. Por eso vamos a entrar desde el techo, saltando del árbol al que estamos subidos, idea que a (T/N)__________ no parece gustarle mucho.

—¿NO TIENES NINGÚN INVENTO EN ESE CINTURÓN TUYO QUE NOS PUEDA AYUDAR AHORA? —me grita desde su rama.

—¡ESTAMOS EN UN ÁRBOL, SEÑORITA HIJA DE DEMÉTER! ¿POR QUÉ NO LE PIDES AYUDA A ÉL, TÚ QUE PUEDES?

—LO HARÍA, PERO EL MUY CABEZOTA NO ESTÁ POR LA LABOR —(T/N)__________ bufa y se abraza a la rama como un koala mientras el viento le revuelve el cabello— DICE QUE YA HACE BASTANTE DEJÁNDONOS SUBIR, Y QUE SI NO LE DEJO EN PAZ NOS TIRA A LOS DOS AL SUELO.

—Pues muchas gracias, árbol —gruño. Estamos a unos doce metros de altura, hacerle enfadar no parece muy buena idea.

Advierto que (T/N)___________ tiene los ojos cerrados con fuerza y tiembla de pies a cabeza. Salto un par de ramas hasta llegar a su lado.

—Plantita —la llamo apoyando una mano en su hombro— Oye, ¿te dan miedo las alturas?

Ella asiente y musita sin abrir los ojos —Quería que el árbol me cubriera con sus ramas para sentirme protegida, pero no hay manera. Es... es como si todo el rato sintiera que me voy a caer. Ridículo, ¿no?

(T/N)____________ da un respingo cuando la abrazo por la espalda.

—Pues si te caes, yo caeré contigo —digo apoyando el mentón en su hombro.

—Gracias —susurra, y la oigo sonreír.

Un silbido suena a lo lejos, y me separo de (T/N)___________. Miro a las vías y veo el tren acercarse.

—No te preocupes, estoy aquí —le digo a (T/N)__________ tendiéndole la mano. Ella respira hondo para calmarse y la toma, y juntos avanzamos por la rama hacia el tren. Al llegar, le aprieto la mano para darle ánimos— ¿Preparada?

—A la de tres: una, dos, ¡tres!

Ambos saltamos y aterrizamos con un golpe seco en el techo del tren. (T/N)__________ abre a toda prisa la trampilla y saltamos dentro del vagón del ganado, dando un susto de muerte a muchas de las ovejas que viajan en él.

—¿Ves? No era tan difícil.

—Cállate, Valdez —(T/N)__________ me da un codazo en las costillas.

P.O.V. (T/N)____________ 

Una hora y media después, escuchamos por la megafonía del tren la voz del conductor.

—Estimados viajeros, el tren llegará a su destino en los próximos minutos. Les rogamos vayan recogiendo sus enseres personales con el fin de agilizar la salida. Gracias.

Leo se levanta y me tiende una mano para ayudarme.

—Bueno, no tengo intención de salir corriendo, así que no te preocupes por recoger —dice con una sonrisa.

Sonrío mientras una voz de mujer anuncia por megafonía la apertura de puertas, y pongo una mano en la manivela de la puerta mientras miro a Leo a los ojos.

—De acuerdo, Valdez, ahora en cuanto abra esta puerta echamos a correr lo más rápido que podamos, ¿vale?

Leo asiente, y doy un tirón de la manivela. La puerta... no se abre.

Mi compañero se choca de cara con la puerta y se escucha un fuerte "BAM". Mientras él se queja de dolor en el suelo, vuelvo a intentar abrir la puerta con exactamente los mismos resultados que antes.

—Em... Leo —él no me contesta y sigue a lo suyo—. Leo, ¡LEO!

—¿Dime? —dice con voz nasal.

Yo señalo a la puerta —¿Te importaría dejar de montar un drama y utilizar tus habilidades de hijo de Hefesto para abrir esta cosa?

Leo se levanta y, sorbiéndose la nariz, mira la manivela con el ceño fruncido.

—¿Has probado tirando del otro lado?

Al ver la cara que le pongo, levanta las manos en señal de rendición y se pone en cuclillas para examinarla desde abajo.

 —Tenía que asegurarme —se justifica. Tras soltar un par de "hmm" y sacar varias llaves inglesas de su cinturón, se incorpora y pone los brazos en jarras— Yo lo veo todo en orden, no veo por qué no se abren.

Cruzo los brazos como hago cuando estoy incómoda y mi mirada se va al suelo, donde hay un sobre blanco que juraría que no estaba antes. Me agacho y lo recojo. 

—¿Qué es eso? —pregunta Leo. 

Levanto el sobre para que lo vea y lo abro. Extraigo la hoja que contiene, que está en blanco salvo por tres palabras: "OS ESTOY ESPERANDO"

Leo y yo nos miramos confundidos.

—¿Qué naric-

Antes de que acabe la frase una voz grave dice:

—Comienza el juego.

Abro mucho los ojos y los oídos empiezan a zumbarme antes de darme cuenta de lo que está pasando.

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