VII

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Llevaba doce semanas con un novio embarazado.

Tres meses con un Harry con náuseas matutinas. Antojos en madrugadas. Falta de ganas por comer durante el día.

Estaba feliz pero cansado. No lo malinterpreten, el ama a su bebé y también ama a su futuro bebé.

Simplemente qué todavía está en la universidad, se levanta muy temprano para hacerle el desayuno a su rizado, para ayudarlo a agarrar sus rizos cuando está hincado frente al retrete, para cumplir sus caprichos y antojos cuando llega de sus clases, para comprarle fresas con chile y salsa de tomate a la una de la madrugada.

Ah. Que cansado es estar embarazado, y eso que en realidad él no es quien lo está.

Se quitó el jabón que tenía en el cuerpo con el agua que caía de la ducha para luego apagar ésta y salir del pequeño cubículo que era la parte del baño e ir al lado del armario. Se puso su bata color beige para más rápido.

— ¿Sí, Hazza? —preguntó una vez estuvo en el cuarto.

— Lou, quiero un gatito —sollozó el menor con lágrimas de cocodrilo en los ojos.

Louis suspiró para luego acercarse a la cama a un lado del rizado.

— ¿Para que quieres un gatito, mi amor?

— ¡Para comer sardina y leche y atún juntos! —gritó como si fuera obvio.

Genial. Su hijo sería mitad gato.

Que antojos más raros, fue lo que pensó el castaño antes de darle un besito en los labios e ir a ponerse ropa cómoda para ir por el nuevo antojo de su pequeño.

Tal vez también consiguió un pequeño gatito para el amor de su vida mientras compraba el antojo.

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