—¡Daniela Luciana!
—¡Me llamo Danielle, pajuo envidioso!
Yeonjun luchó conmigo, jalando mis sábanas de las princesas de Disney y mis pies para sacarme de la cama, me tuve que agarrar de la cabecera de esta misma. Uno no puede dormir en paz porque tiene que llegar tu fastidioso hermano a interrumpir el sueño. Escuché como Doki gruñó, probablemente mordiendo a Yeonjun y jalando su ropa.
—¡Párate, maldita floja! ¡tienes un mes y medio que no haces nada, arriba! —él castaño guindó una pata de la cama y terminó jalando la sabana, me quejé por la luz que sentí que me quemó los ojos y me puse la capucha de la pijama de Pucca que cargaba—. ¿No puedes ser una persona normal y hacer tu día tranquilamente? ¿es necesario que te pongas como una mocosa malcriada?
—¿De qué hablas? —lo miré con arrechera, golpeándolo con la almohada en un ataque sorpresa, lo agarre del cuello y le hice como una llave—. ¿Qué persona normal se levanta a las ocho de la mañana un lunes estando de vacaciones? Tu eres como subnormal, Daniel.
Yeonjun no podía hablar nada ya que literalmente lo estaba ahorcando, se quejó dándome un coñazo en la pierna para que lo soltara hasta que el teléfono de este pajuo sonó, lo agarre de su bolsillo viendo el contacto que decía "La Roca", obviamente era mi papá.
—¿Aló? —contesté, pero Yeonjun se soltó y me quitó el teléfono sacándome el dedo del medio. Hice una mueca, volviéndome a tirar a la cama sin pararle mucha bola a lo que hablaba el marico este.
—Ya párate que vamos a salir.
—Ay, pero que tremendo fastidio.
—No haz salido de la casa desde que llegaste a Corea, Luciana —se queja mirándome con desdén—. O sea ta' bien que seas una sin oficio pero naguara pana, no quieres salir ni a la tienda de conveniencia, ¿te vas a quedar toda tu vida encerrada aquí?
Me le quedé mirando con ladilla, asintió, volviéndose a poner las chancletas.
—Arréglate y en media hora nos vamos, mueve ese culo.
—En media hora me baño, naguara.
—Bueno entonces en cuarenta, si no estás listas vas a ver —me miró con arrechera y después salió del cuarto.
Suspiré, mirando alrededor. Para tanta pajuetada con mi mamá yo misma tuve que elegir con qué iba a decorar mi cuarto, la silla gamer la pasaron para el cuarto de Yeyo y me compraron otra pero rosadita, es que la otra era roja, la alfombra color tierra ya no estaba y compraron una rosadita también, pintaron una pared del cuarto de rosado claro bueno, literalmente todo en mi cuarto era rosado, se los juro. Me quejé estirándome en la cama, tomando el gancho de la mesa de noche para recogerme el cabello, abrí la puerta del cuarto para que Doki saliera, lo ando entrenando así fino a pesar de que Yeonjun lo lleva a una vaina de perros donde ya los entrenan, pero ajá. Me metí al baño a bañarme lo más rápido que pude, saliendo y poniéndome mi ropa de marca china porque como no he salido, no tengo ropa de aquí pues, entonces me puse un top blanco, una chaqueta de mezclilla y un pantalón ahí super equis, hoy cargaba mi pelo planchadito así que no parecía una loca, me puse los zapatos y hice mi maquillaje de todos los días, a juro hice todo eso en cuarenta minutos, más bien me estaba pasando.
—¡MARICA QUÉ FUE! —Yeonjun me pegó un grito apenas me vio salir de mi cuarto, con Doki mordiéndome los cordones, fruncí el ceño mirándolo como "¿Qué fue?"—. ¡QUITATE LOS ZAPATOS, DESQUICIADA!
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¡Deja tu guevonada, Nishimura! || Nishimura Riki
FanfictionLas guevonadas que te he aguantado no son normales, Riki.