CAPITULO 34

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- no te muevas mucho Lady, le colocaré el velo.

Un manto blanco fue colocado ante mis ojos mientras me mantenía sentada en el banco, aún no podía creer que me estuviera casando. Por primera vez en mi vida una sonrisa amplia de felicidad y algo nerviosa se instalo en mi rostro. Apreté el ramo de rosas blancas que sujetaba mientras Patricia me ayudaba a colocar el velo y ajustarlo.

- muchas gracias por venir, me sorprendió verte en la puerta de la mansión. Pensé que eras una alucinación.

- imposible perderme su boda, yo misma me ofrecí a vestirla mi Lady. Después de toda usted es mi jefa y a quien le debo mi mayor devoción.

- dónde está la tiara - dije mientras buscaba la decoración que no podía faltar en mi cabeza, la boda estaba etiquetada en los periódicos como la boda del siglo. Esperaba que los estúpidos periódicos quedarán satisfechos, yo solo quería ver a mis ardientes esposos en sus trajes. Solo de pensar en caminar en el altar hacia ellos hacia que mi corazón lata como loco.

- seguro que está en la otra sala, me retiraré a buscarla mi Lady.

Solté un suspiro lleno de tensión cuando ví a Patricia desaparecer por la puerta, me encontraba en el palacio donde me habían entregado una habitación. Me casaría en el palacio real y luego nos retiramos al gran castillo que estaba finalizado, dónde viviría y construiría recuerdo con mis cuatro hombres.

- quién diría - susurré por lo bajo, pero era cierto. Yo y mis hombres. Ni en mis sueños más locos lo pensé, pero estaba pasando y los amaba. Yo amaba a esos cuatro hombres de personalidades complicadas y diferentes.

La puerta se abrió, no tuve la necesidad de darme la vuelta para ver quién era. La única que tenía permiso en entera era Patricia, pero después de todo no era ella sino una sirvienta que dejó un vaso y unas frutas en el mostrador.

- le envía su alteza.

Después de retirarse miró las frutas, tomo una uva y no evito saborear el dulce nectar. Una sonrisa sobresale y tomo unas cuantas mas, cuando ya tomaría un número no contado me detengo, un mareo me hace sostener la gran mesa y muerdo mis labios. Tiró la bandeja con frutas la suelo conjunto con el líquido, seguramente tenían algo.

Veneno.

Mis alertas se dispararon, intento levantarme de la silla para salir y tratar de buscar ayuda. Nadamás había dado un paso hacia la puerta y la oscuridad formó parte de todo.

El terror recorrió mi mente cuando sentí mi mente desvanecerse.

Me entregué tan fácilmente a la trampa de alguien.

Dimitry Devok

Nos encontrábamos ya frente al altar, mis demás hermanos estaban parados en fila justo alado mío. Los nervios hacen parte de mi sistema, apreté mis puños resistiendo el temblor de mis manos mientras esperaba que por el altar caminara mi esposa, la luz que había formado parte de mi oscuro mundo.

Todo el palacio estaba desbordante de invitados mientras mi rostro contenía una sonrisa leve. Nadie podría darse cuanta, pero estaba segura que mi llamita si se daría cuánta, solo tenía unas ganas tremendas de verla.

Mire a Renxer que no apartaba la mirada de la gran puerta que se mantenía cerrada. Un hombre tan frío de corazón, pero sus ojos destellan de impaciencia, nerviosa y muchas otras cosas que trataba de esconder.

- tranquilo hermano, todo irá bien.

Sus ojos grises no tardaron nada en dirigirse a mi dirección, levantó una ceja y una sonrisa ladina termino adornando su rostro.

- claro, cuando tus manos dejen de temblar entonces escucharé consejos de tu parte.

Ruedo los ojos y un sonrisa no evita llegar a mis labios. Quién diría que yo, alguien que no amaba y que tenía planeado casarse en apariencias, terminaría enamorado, pero era algo posible. Quien no caería antes aquella pelirroja, yo ya estaba ante sus pies.

- por favor hermanos, ella estará aquí, cuando menos lo pensemos atravesará esa puerta con una sonrisa burlona que me recorrerá el alma - escuché a Tobias mientras lad venas de su cuello se marcaban, estaba seguro que el solo quería correr y atrapar a Luciana entre sus brazos y devorarla como la bestia que era.

- porque mejor no se callan, no me dejan concentrarme - escuché la voz de Hades, mis ojos cayeron en el susodicho que miraba una flor roja, me recordaba a los cabellos de mi llamita.

- esa flor no es Luciana, Hades - el susodicho me lanzó una mirada no muy amigable, ruedo los ojos y mi cuerpo se tensa al escuchar la música.

¡Ya estaba aquí!

Las grandes puertas se abren y entra ella, mi sonrisa no se tarda en aparecer adornando mi rostro. Miró como camina de la mano de su padre que mantenía una plática con la misma. Cuando está cerca de nosostros yo bajo del altar y la ayudo a subir conjunto con ese hermoso vestido.

Le sonreí y ella me devolvió la sonrisa, frunci el entrecejo, pero continuo hasta pararme frente al sacerdote. El hombre comienza a balbucear palabras que no eran de importancia mientras mi mirada recorría a Luciana.

Vi a Tobias olfateando y fruncir el celo dirigiendo la mirada hacia Luciana, sus ojos chocan con los míos mientras busco los mirada de los demás. Todos tenían la misma expresión, algo era extraño y podrido detrás de esto.

- Príncipes de nuestro futuro imperio monarca, emperadores de los imperios. Aceptan como esposa a Luciana Güell Hillel y futura emperatriz, para acompañarla en sus malos y buenos momentos.

Un silencio mortal cae entre todos y Tobias no tarde en agarrar el brazo de la persona que estaba parados justo alado mío.

- Dónde está Luciana.

Todos miramos sus acciones, el como siempre guiado por los impulsos, pero no lo detengo. Yo estaría haciendo lo mismo ahora mismo si mi cabeza no estuviera comenzamos a maquinar quién era esa persona. Busque cabellos rubios conocidos por todo el lugar y de todos los presenten no encontré a quien quería encontrará.

- de que hablas, cariño continuemos con...

- Marieta - ella me miró con los ojos abiertos - Tobias te hizo una pregunta, dónde está Luciana.

Luciana ★18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora