Resonancia 5

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Cálido, una sensación atravesado su cuerpo como una manta acogedora y cómoda que la obligaba a cerrar sus ojos, cansados y adormecidos por el suave tacto de la tela sobre su manchado rostro, que era imposible no soltar un suave gemido de tranquilidad y alcanzar con sus igualmente delicadas manos la tela que pasaba por su rostro limpiado y desaciendo cuanquier rastro de suciedad existente en sus rasgos delicados y finos.

Sus acciones parecían ser correctas, tanto para ella como para la joven modista que sonreía y reía de los minorismos que la joven delante de ella podía llegar a tener, tan relaja y tranquila de su ella al momento de arribar a su humilde hogar, soltado cansados suspiros y muecas de relajación que la tela parecía ir dejado sobre su rostro pacífico.

Tan pacífico como podía estar una joven que había sufrido de un intento de corrupción y impureza, como lo era masillar su pureza.

Perdida entre la sensación, la calma y la tranquilidad que parecía tener el ruido hogar en dónde había llegado a parar, Carol quedó ausente de su alrededor sin sentir el movimiento a su alrededor ni el movimiento de la cama donde se encontraba esperado un préstamo de ropa para cambiar su destrozada como arruinada vestimenta color púrpura.

Pero todas las cosas buenas tenían que acabar en algún momento y para ella, aquello fue en el momento que Leni aparto la mano con aquella cálida tela que ayudaba a limpiar el rostro de la joven, que Carol volvió a la realidad y pudo notar su alrededor.

Los colores divididos entre azul limón y azul claro, dividiendo la habitación de tal manera uniforme y cómoda para que la modista y golfista pudieran llevar un tranquilo día sin pelear, o por lo menos eso sentía que debería ser para una familia tan numerosa en una casa tan pequeña y afectada por los años de haber vivido en ella

- Gracias! - Carol agradeció.

Suave y melancólica al dejar de sentir aquel tacto en su rostro, tan cálido como el amor de una madre y a su ves tan lejano para ella en esos momentos que la obligaron a soltar un cansado suspiro de sus por el momento resecos labios y observar a su alrededor, curiosa y atraída por las diferencias que un solo cuarto podía llegar a mostrar con un solo vistazo, hasta que sus ojos se pagaron sobre la muda de ropa alzada en su dirección y la hija mayor del matrimonio Loud.

- Toma es mejor que esa ropa que traes ahora - Lori sonrió con ironía cuando sus palabras parecían hacer que la joven llevará sus ojos hacia su ropa, destrozada y manchada de tierra.

Lo único que parecía limpio y decente era el chaleco negro que pertenecía al hijo del medio de la familia, uno cuyo cuál soporte era servir como una improvisada falda para la victimizada joven de preparatoria, ahora avergonzada por no haber notado tal desorden en su ropa.

- Gracias... Lori - Carol volvió agradecer, tomado con cuidado las prendas que se le estaban dado y sonriera agradecida a la chica.

Una cuya cuál mueca ladina bastó para que la modista sonriera y avanzará hasta el otro lado de la chica para sentarse, tranquilos y despreocupada de cualquier cambio en el ambiente o lo que pasará fuera de la habitación abierta en esos momentos.

- Lola!!

- ¡!Yo no hice nada, fue la mascota tonta de Lana!!.

- ¡Brinquitos no es tonta Lola!!.

- Pueden dejar de gritar, es molestó.

Ni los gritos de Luna, ni las discusión sin sentido de las gemelas parecían perturbar la tranquilidad que el trío de adolecentes pudiera tener, pero a pesar de todo la calma y la inexistente molestia en sus rasgos ninguna de las tres permaneció con la vista fija ente ellas tras escuchar aquella sería y molesta voz provenir directamente de la puerta abierta que habían dejado las hermanas por precaución.

Resonancia //The Loud House\\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora