Si Tu Marido No Te Quiere (Enzo, Julián y vos)

10- gripe

Bianca Otamendi

Estoy al borde de la muerte.

¿Quien me manda a salir con una mini y un top pensando que no me iba a morir de frío después?

Yo no soy una persona caracterizada por sus defensas, un poco de frío me trajo una gripe espantosa, es domingo por lo que, para mí suerte, no trabajo.

Estoy tirada en mi cama, son las 2 de la tarde, solo agarré el teléfono para mirar la hora porque no tengo fuerzas para nada más, solo miro el techo. Siento que mi cabeza va a explotar en cualquier momento, me duele todo el cuerpo y estoy muerta de frío.

Cierro los ojos con la esperanza de dormir cuando mi celular empieza a sonar.
Logro contestar y poner el altavoz.

-¿Hola?- dije lo mas fuerte que pude.
-Holaa ¿Bian? ¿Todo bien?
-Enzo.
-Bian te escucho re mal.
-Vení a mi casa.
-¿Que?
-Vení.
-¿A dónde voy?
-Mi casa.
-¿Estás bien?- la preocupación en su voz era muy notoria.
-No.
-Ya mismo voy.

Escuché que cortó y yo suspiré, me iba a tener que levantar porque claramente no tiene llaves.

Con la poca fuerza que tenía logré sentarme en la cama. Agarré el acolchado y me lo puse encima como si fuera un poncho. Puse un pie en el piso y luego el otro, mis manos a mis costados para impulsarme. Me paré y casi me caigo, pero me agarré del placard y sosteniendome de las paredes fui hasta el baño, hice pis y levantarme del inodoro era todo un trabajo nuevamente.

Ni me lavé los dientes, solo salí y como pude dejé la puerta sin llave y un poquito abierta para después tirarme en el sillón.

Espero que no tenga que levantarme a abrirle la puerta de abajo con el botoncito.

Después de un rato ahí tirada como un saco de papas escuché la puerta abrirse.

-Bianca- llamó la voz de Enzo.

Cómo pude levanté la mano para que me viera.
Se acercó al sillón y se arrodilló en el piso.

-¿Que te pasó?
-Gripe- susurré.

Puso su mano en mi frente.

-Estas hirviendo- murmuró con una cara de preocupación.
-Tengo frío.
-¿Tenés un termómetro?
-En el botiquín del baño- dije como pude.

Se levantó y fue corriendo con dirección al baño. Volvió con el termómetro y me lo puso.
Se sentó en el piso al lado del sillón y apoyó su cabeza al lado de la mía.

-¿Vos no- tomé aire, me costaba coordinar palabras -te enfermaste?
-No, tengo buenas defensas.
-Yo no- me reí bajito.

El termómetro pitó y Enzo me lo sacó de abajo del brazo, miró la pantallita preocupado.

-Bian tenés 38.5 de fiebre.

Hice un puchero.

-¿Tenés ibuprofeno?

Asentí.

-¿Dónde?

Miré el termómetro.

-¿En el botiquín del baño?

Volví a asentir.

El fue a buscarlo y cuando volvió buscó un vaso de agua. Me ayudó a sentarme y a envolverme en el acolchado que tenía encima.
Me puso la pastilla en la lengua y me dió agua cuidadosamente. La tragué y me dió un poco más de agua.

-Gracias- murmuré.
-De nada Bian.

Se sentó al lado mío y me dejé caer como una piedra en sus piernas, recosté mi cabeza ahí y el me acomodó otra vez el acolchado, empezó a acariciarme el pelo.