12- Error

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Bianca Otamendi

-Y bueno Nico, no esperaba que por tomar frío anoche termine así- tosí.

Nico está retandome por haber salido desabrigada ayer.
La verdad ya no tengo fiebre pero tengo una tos seca horrible y me duele un poco el pecho.

-Sabes que tenés las defensas bajas Nina, tenés que tener cuidado.

Tener las defensas bajas es algo que me pasa desde chica, siempre me enfermaba por el más mínimo cambio de temperatura o por un poquito de frío o por un poco de calor.

-Bueno, dejá de retarme ¿Me trajiste comida?
-Si, te traje unas galletitas y 1 sandwichito de miga.
-¿Uno solo? Rata- me quejé.
-Eran dos pero uno me lo comí- se rió.
-Ah bueno- me reí pero más que una risa fue una tos rara
-Ay pobrecita mí hermanita chiquitita- me acarició el pelo.

Éste en la cancha mata gente pero afuera es un tierno amoroso.

Cerré los ojos disfrutando de los cariñitos que me hacía en el cuero cabelludo, y si señores, me quedé dormida.

Me desperté y miré para el costado, en el suero había otra bolsita llena, la habían cambiado, miré al sillón buscando a Nico y encontré a un Enzo dormido.

Al frente había un reloj pero no tenía mis lentes así que realmente no llego a ver qué hora es, por lo que creo son las 21 o algo por ahí.

Suspiré y contuve una tos para no despertar a Enzo, lo miré y se veía tan tranquilo.

<Es lindo, me gusta su nariz, y su barbita de unos días le queda tierna, su mandíbula es marcada, sus cejas tienen bonita forma, me gustan sus ojos pero claramente los tiene cerrados>

Miré la única parte de su cara que no había visto fijamente hasta ahora, sus labios.

Tiene la bocha entreabierta, sus labios son rosas y están un poquito secos, sus labios son gruesitos, no tanto, el grosor perfecto.

Por alguna razón me dieron ganas de besarlo, muchas ganas.

Miré para otro lado negando con la cabeza.

-Basta nena- susurré.

Lo volví a mirar y lo vi abrir un poco los ojos mientras pasaba su lengua por sus labios, no pude evitar seguir ese movimiento atentamente.

-¿Hace mucho te despertaste?- me preguntó.

Tiene la voz ronca, sentí algo adentro mío hacerse chiquito.

-No, recién ¿Que hora es? No veo.

Se rió y miró el reloj.

-Las 20:15.

<Ah, vi cualquier cosa yo>

-Gracias. ¿A qué hora llegaste?
-A las 20.

Se paró y agarró mis lentes, los limpió y se puso a mí lado para acercarse y ponerme los lentes. La verdad estaba bastante cerca.
Hice un esfuerzo inexplicable para no mirar más abajo de sus ojos, pero adivinen que. No lo logré.

Miré su boca, tenía una leve sonrisita.

Tragué saliva y miré sus ojos, estaba recorriendo mí cara con sus mirada, se detuvo también en mis labios así que volví mí vista ahí.

Inconscientemente pasé mí lengua por mis labios y suspiró, me llegó su respiración a la cara. Al parecer ambos caímos en lo que hacíamos al mismo tiempo y yo corrí la cara cuando el se alejó.

Estuvimos en silencio unos segundos hasta que mí panza hizo ruido. Enzo se rió.

-¿Tenés hambre?
-Si.
-Tu hermano dejó un sandwichito de miga y yo te traje un sanguche de milanesa.

Si Tu Marido No Te Quiere (Enzo, Julián y vos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora