capítulo 4

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Dato que nadie pidió pero todos necesitan saber: hice a Missa chichon 👍porq yo tengo un problema con las chichis de hombre 😭
















— no esta aquí, tampoco contesta sus mensajes. Dijo Mayichi saliendo de la casa de Missa.

— Pues no se la verdad, él tiende a desaparecer cuando se va a mirar, ya volverá, vas a ver. Trato de consolarla Carola pero la mujer negó.

— Ya pasaron 3 días, nunca se va tanto tiempo, no es normal.

Aquel dúo una que otra vez vigilaban que el mexicano estuviera bien, preocupados fueron a casa, si tan solo supieran que estaba tan cerca y tan lejos a la vez.

Podía repetir la escena en sus sueños una y otra vez, como si un disco rayado se tratara, una escena que le condenaba tantas veces que ya era asfixiante, esas manos agarrandolo, esa habitación oscura y luego nada mas, sus ojos se abrieron ante eso, de manera borrosa analizo su alrededor, ausencia de gente, se sentó con cuidado de no lastimarse nuevamente, ya estaba demasiado asustado de hacer un movimiento brusco, debía sanar si quería escapar, en su mente solo había aquello, de irse lejos, esconderse, no se resigno aún a este estilo de vida, pensaba una y otra vez que si no se hubiera lastimado, quizás, solo quizás ellos lo iban a lastimar como castigo por escaparse.

Era una suposición que le daba miedo.

No sentía que tuviera su pantalón de ayer, en cambio noto un short negro, la ropa era suya y agradecía eso, tocar cosas ajenas nunca le gustó.

Eso si, la camiseta era blanca, una vieja de tela desgastada casi transparente, servía como su pijama, bajo la mirada a su pierna y aunque ardía un poco, estaba mejor, debía ser los medicamentos que ingirió, suspiro con calma, no sabía ni siquiera la hora, decidió levantarse con mucho cuidado, tenía hambre, ganas de bañarse.

La atención de Missa fue a la puerta debido a que esta se abrió, dejando ver a Rubius con una bandeja con comida, por el aroma podía jugar que pan tostado había.

— Buenos días, Missa no te levantes aun. Aquel Híbrido de oso dejó la bandeja sobre un cofre para cargar al nombrado en estilo nupcial.

— quiero ir al baño.

— te llevo y te traigo, no puedes levantarte solo. Iba a protestar pero otra opciones no tenía, especialmente cuando aquel oso era testarudo.

Sabía que lo iba a vigilar, desde el baño hasta comer, aparte no podía pedir privacidad debido a que el seco "No" que le dijo le asustó, cosa que notó el noruego español.

— No lo quería decir así. Se disculpo con torpeza, Missa solo le dio la espalda para meterse en la cobija luego de comer. — ¿te sientes mejor?.

El joven mexicano afirmó para seguir ignorando su presencia, Rubius trato que le hiciera caso, busco manera de que hablara o hiciera platica pero no funcionaba al parecer.

— sabes que, Spreen una vez se saco de lugar la rodilla, no se dio cuenta hasta que trato de caminar y se desmayo del dolor. El mas bajo se giro para verlo, la sonrisa del Híbrido le hizo sonreír de alguna forma.

— ¿qué pasó después?. Preguntó curioso.

— Se quedó tieso en el suelo, Shadoune trato de socorrerlo pero no funcionaba, no reaccionaba con nada, hasta que le dio una cachetada. Soltó entre risas recordando eso. — "Ay amigo, no se que duele mas la cachetada o mi rodilla".

Missa se río, era la primera vez que lo escuchaba reír, le causó algo en el pecho, debía ahogar a esas mariposas en su estómago, algo tan cliché que no creía.

— Imitas muy mal su voz. Dijo el mexicano.

— pero si me sale, tú no lo aprecias, Che Boludo, te voy a re cagar a piñas, soy el mejor. Hablo Ruben imitando de manera muy mala a su líder.

La risa del mas bajo se hizo presente, hasta que noto la presencia de Spreen, trato de hacer callar con señas al oso pardo pero no funcionaba.

— ¿Qué crees que estas haciendo imbecil de mierda?.

— Estoy imitando al Xocas evidentemente.

Ante la mirada del mexicano decidió no dar un zape al otro, solamente le regaño como madre a su hijo.

— Vete a traernos hilos, yo cuidaré a Missa.

El nombrado se sintió inseguro, aunque era eso o nada.

— ¿no puedo estar solo?.

— Ayer te dejamos solo y mira como acabaste, no queremos que eso pase de nuevo. Hablo con seriedad el argento, cargando al pelinegro para sacarlo de esa habitación.

Missa se aferro a las ropas de este por miedo a caerse, Spreen lo cargo fácilmente con un brazo ya que iba a usar su mano desocupada para hacer las cosas.

— Te quedaras aquí, te puedes lastimar. La zona tenía ventanales hermosos, mostrando su exterior, a la lejanía pudo notar dos personas, que no eran del grupo de Spreen.

El susodicho le daba la espalda por lo que trato de acercarse mas a la ventana, aunque le iba a costar caro pedir ayuda, incluso a los demás, sabía que podía intentarlo.

Iba a hacer señas pero una mano cubrió su boca, un brazo se coloco en su cintura alejandolo de aquellas ventanas grandes.

— Hace silencio. Ordenó.

— ¿Hola?, te juro que alguien estaba haciendo señas. Escucho la voz de Juan.

La presión del cuerpo del argento lo estaba plastando, que miraba hacia donde se escuchaba a las personas, de allí se dejó de escuchar.

Se habían ido.

— Buen chico.

No importa si se esforzaba, siempre uno de ellos le tendría la mirada en la nuca.













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