- ̗̀↳ 🌊 ONE - SHOT

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Advertencias: Ninguna.

Pareja: Big Q × Missa

— mi conocimiento es muy básico sobre las nevadas y su lore, por lo que no tocaré demasiado esa parte, por favor tenganme paciencia de a poco aprendo.

— Modificaciones en los personajes, personalidad y apariencia.

Quackity/ Big Q: 1,94cm
Missa: 1,78cm

Créditos a: gatitahl


















Podía recordar las cosas de manera leve o casi borrosa, no era específicamente el mas inteligente en cuanto a esas cosas se tratara, pero ¿dónde estaba?, podía sentir el aroma de alcohol, ron, tequila, el humo de un cigarro que le hizo dar comezón en su nariz, se levantó de una cama matrimonial, cobijas de un tono carmín con detalles extraños como fichas con rostros sonrientes, el lugar era enorme, podía jurar que era la zona más lujosa que había visitado, su ropa no era demasiada aparte de sus pantalones, nuevamente se preguntó donde estaba, se levantó con cuidado.

— Veo que despertaste. Dijo una voz detrás suyo, brinco levemente para girarse, detrás suyo había un muchacho alto, de cicatriz extraña en el rostro, parecía amargado o enojado con la vida por la expresión en su rostro.

Por su parte Quackity lo analizaba de pies a cabeza, ese rostro lleno de inocencia mirándolo confundido, sin entender nada de quien era o donde estaba, ¿así se veía alguien puro?, estaba acostumbrado a la gente podrida por dentro y por fuera pero aquel muchacho era diferente, lo podía ver, como deseaba poder sentirlo.

— ¿Dónde estoy?. Preguntó Missa nuevamente mirando a su alrededor, no sabía si era una casa de una habitación o un castillo de buen toques decorativos.

— Bienvenido al gran casino de las nevadas, estas en mi suit personal. Respondió levantando los brazos como si fuera su mayor atractivo aquel simple lugar de lo que era realmente el casino en sí.

Missa tenía un odio profundo a estas cosas, casinos, apuestas, no las consideraba importante, frente suyo estaba el dueño del lugar, su rostro mostró disgusto ante esa simple mueca, desconcertando al mas alto, el de mechones negros sonrió nervioso para retroceder.

— Gracias por ayudarme. . . Al parecer, ¡debo irme!, si fueras tan amable de mostrarme la salida. Todas las puertas se veían iguales, mismo color blanco que las demas.

— ¿por qué la prisa?, estas herido, aparte es peligroso allá afuera. . . La gente es mala, cruel. . . Yo te salve, ¿por qué no pagarme ese favor quedándote?.

Missa lo miró un momento. — No.

¿No?, ¿le había dicho que no?, frunció el ceño, ese rechazo le hizo gruñir con suavidad, no sentía tener la atención del muchacho, estaba controlando sus insultos por parecer racional pero realmente le faltaba muchos tornillos.

— Es decir, agradezco que me haya salvado pero necesito volver a casa, me deben estar esperando. Se excuso.

— ¿Dónde esta tu casa?, cuando te encontré estabas tirado en un prado, herido, solo, muriendo sin que le importaras a nadie. Quería recordar como llegó aquí pero ni siquiera sabía si tenía una casa. — puedes quedarte aquí y ayudarme, trabajar para mí.

— Odio los casinos. Soltó sin pelos en la lengua, como si fuera puramente inocente su desagrado, cosa que aunque odiaba que le lleven la contraria, se sintió retado. — Pero no tengo de otra.

Durante su estancia aquí tenía prohibido exclusivamente salir afuera del casino, realmente no era tan malo como creía, podía charlar con la gente, Estaba muy ocupado sirviendo cócteles que no prestaba mucha atención a la mirada atenta de su ahora jefe.

Big Q era temido, eso le quedó claro, era un hombre arisco, enojon y fácil que te mande a la mierda cuando algo no le salía como gustaba, aparte de lastimar con regularidad a la gente, Missa por ello se mantenía alejado en esos momentos de mucho enojo.

— ¿en serio no puedes salir?. Preguntó un compañero suyo mientras de recargaba en la barra, estaban por cerrar el casino por lo que estaba relajado.

— tengo prohibido eso, es peligroso me dijo.

— y estoy en lo correcto. Apareció de la nada el jefe del casino, su rostro apático asusto a su empleado, que se despidió a duras penas para dejar solo a ambos mexicanos.

Ya estaba acostumbrado a esa personalidad, le miró sonriendo.

— ¿por qué la cara larga?.

— No te vi en todo el día, eres demasiado escurridizo. Murmuró sentándose en uno de los taburetes, reposo su mentón en su mano para mirar al otro reír.

— estoy ocupado con la gente, tal y como pediste.

Sabía lo que le pidió, sabía sus órdenes, estaba acostumbrado a lo contrario de esto desorden, caos, pero Missa. . . Calmaba sus enfados, soportaba sus rabietas y lo ayudaba sin chistar, aparte de eso lo trataba con amabilidad siempre, eso le hacía sentir mas cosas por el de menor estatura, sintió sus mejillas se apretujadas por lo que su atención volvió al pelinegro.

— Greñudo y amargado, es que usted es bien raro, iré a bañarme, Big Q, permiso.

Que lo llamara así parecía tan tentador, ese respeto que se tenían mutuamente, suspiro como una colegiala enamorada.

Realmente ese muchacho le prendia cada gramo de su cuerpo, como si buscará provocarlo sin realmente ser ese su objetivo, la manera que caminaba con ese pantalón ajustado, mostrando esa retaguardia voluminosa, esa camisa algo traslúcida por el sudor dejando ver esos apetecibles pechos, Dios, era demasiado atractivo.

— desde que te vi supe que ibas a ser mío. Soltó con ese característico tono originario de su país. — Eres y serás mío, Missa y aquel que trate de impedirlo le hago valer verga a puro plomo.

Sonrió con calma para levantarse e ir a su oficina, con ansias esperaría poder darle mas allá de esos besos rápidos que se daban.













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— Perdóneme si el pedido no es como usted pidió, me salio horrible quizás pero no conozco mucho y tengo miedo de cagarla.

— Seré algo lento haciendo los pedidos, mañana actualizaré o trataré de hacer como 3 pa ir descansando, quiero acabarlos antes de iniciar la universidad.

😭😭😭😭😭😭

A Salvo con nosotros | MissabowlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora