Capítulo 3

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—¡A levantarse! —la luz del sol golpea mi rostro ocasionando que me cubra por completo—Vamos, HaRim, tenemos algunas actividades para hoy.

—¿Desde cuándo te levantas tan emocionado en vacaciones? —aclaro mi garganta. Mi voz es somnolienta, papá jala de mis sábanas, tomo la almohada cubriendo mi rostro, escucho su risita.

—No me hagas levantarte.

Como no le respondo en un segundo estoy fuera de la cama siendo cargada como una bebé. Finjo estar muy dormida, lo escucho caminar y cuando entreabro los ojos me aferro a él. Iba a arrojarme a la piscina de la casa.

—¡Estoy despierta! —se echa a reír— ¿Qué clase de padre despierta a su hija de esta manera?

—Los padres que tienen hijas testarudas como tú.

Le saco la lengua y él hace lo mismo sacándome una sonrisita.

—Lamento interrumpir el momento, pero necesito ayuda en la cocina—mamá se asoma en la puerta que se desliza—Ya, Jeon JungKook, ¿Qué piensas hacer? —reprocha.

—Nuestra hija testaruda no quería salir de la cama.

Me deja en el suelo. Mis pies descalzos sienten el suelo tibio por los rayos del sol en la mañana. Mi cabello es un desastre, puedo ver mi reflejo en los ventanales, cae en ondas hasta la mitad de mi espalda, es tan oscuro como el de papá.

—HaRim, ve a lavar tu rostro, necesito tu ayuda también.

—Y será mejor que no te encuentre en la cama de nuevo—advierte papá. Lo empujo con suavidad y me devuelve el empujón, un tonto juego inicia terminando cuando lo jalo conmigo cayendo ambos a la piscina.

Escucho la risa de mamá negando con la cabeza. Esta es una bonita manera de iniciar el día.

...

La ciudad quedaba a unas tres horas de este pequeño espacio costero, la visita al pueblo me gustó, había muchas tiendas con algunos accesorios o detalles para comprar, la comida de mar no faltó, papá se antojaba de cualquier cosa que fuera comida, el hombre comía cualquier cosa, no recuerdo que detestara algo. ¡Bueno, sí!, una vez mamá compró algunas donas, una de esas era de limón, la expresión que papá hizo ese día sólo nos hizo reír a carcajadas.

Unos lindos collares llamaron mi atención, tienen pequeñas conchas de mar muy bonitas, uno tiene tres perlas pequeñas unidas con un hilo negro, me gusta lo simple que es y lo bonito que me parece.

—Son perlas reales—miro al chico que me sonríe con amabilidad. Es alto, su cabello azabache es más largo en su nuca, es tan joven como yo.

—Si fueran reales deberían vender el collar un poco más caro—digo incrédula.

—Si estuviéramos en la ciudad lo conseguirías más costoso—sus ojos oscuros tienen un lindo brillo. Tiene un delantal negro, sus manos van al bolsillo delantero, sonríe de lado y sé que estoy mirándolo mucho— ¿Te interesa comprarlo?

—No.

—Tenemos brazaletes, aretes, anillos...

—No, gracias.

—HaRim, tu padre estaba buscándote—mamá aparece y le sonríe amablemente al muchacho. Acto seguido mira el collar que estaba viendo hace segundos—Oh, es muy lindo.

—¿Le interesa llevarlo, señora?

Entrecierro mis ojos observándole. Él se encoge de hombros y ruedo los ojos, después de todo es un vendedor que necesita vender lo que tiene.

...

El paseo en barco por el mar no fue tan entretenido como esperaba, para empezar, no pasó siquiera dos minutos cuando ya había comenzado a marearme. Fue vergonzoso para mí tener que vomitar frente a otros turistas o visitantes, mis padres me hicieron tomar asiento en un banco un tanto preocupados.

—¿Te sientes mejor, cielo? —mamá recoge mi cabello en una coleta para apartarlo de mi rostro, está haciendo mucho calor.

—Lamento haber arruinado el momento.

—No, nada de eso—papá se agacha frente a mí secando mi frente—No sabíamos que no tolerarías el viaje, lo siento.

—¿Quieres estar sentada un rato más?

Asiento recostando mi cabeza de la cintura de mi madre, ésta acaricia mi cabello y papá se levanta.

—Buscaré algo de agua, esperen aquí.

Lo veo alejarse teniendo un ligero dolor en la boca de mi estómago, las náuseas están dispersándose poco a poco, algunos pescadores pasan con su mercancía frente a nosotras, otros la recogen en los barcos y es cuando mis ojos reconocen al chico del mercado. Está acomodando algunas cajas en un carrito, está sudando como los demás, ¿También trabaja aquí?

—Es lindo—dice mamá. Se sienta a mi lado sacando un pañuelo de su bolso, seca mi frente sonriéndome un poco—Creo que le gustaste.

—No es cierto.

—Fue muy amable contigo.

—No significa que le guste—tomo el pañuelo—Enserio lamento haber arruinado...

—No arruinaste nada—acaricia mi espalda—Le diré a tu padre para volver, hace mucho calor y sigues pálida.

—Estaré bien.

—Mañana podemos hacer algo más.

—¿Cuándo fue la última vez que tuviste náuseas así?

—Durante mi embarazo, a veces despertaba aborreciendo ciertos olores.

—Papá dice que solías patearlo cuando dormían—recuerdo. Sonríe divertida negando con la cabeza—La otra vez la tía Jennie dijo que los últimos días Theo solía moverse mucho y hacía lo mismo al tío Tae.

—A veces el bebé puede moverse mucho y la madre necesita buscar la posición más cómoda, lo de las patadas...solía hacerlo—admite apenada—Me gustaba sentir cuando te movías, me decía a mí misma que pronto conocería a una personita que tendría parte de mí y parte de JungKook—sus ojos toman un dulce brillo. Mamá siempre me ha dicho lo importante que soy tanto para ella como para papá.

Ambos dicen que llegué en un momento inesperado, pero justo.

—Mamá, yo...

—¿Se encuentran bien? —una tercera voz me interrumpe. El chico del mercado está aquí—Luces muy pálida.

—Se mareó un poco en el barco—con la mirada le digo a mamá que se calle—Está recuperándose.

—Tengo algo de agua...

—No, estoy bien, gracias. Deberías seguir trabajando.

—HaRim—reprocha mi madre. El chico se despide tomando su camino—Eso fue grosero.

—Mamá, no actúes como la abuela, ¿Sí?

Jeon HaRim: Growing Pains (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora