7. Biblioteca I

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Luego de despedirse de las chicas su objetivo principal fue ir hasta la biblioteca. No quedaba tan lejos de donde se hallaban, un par de calles y ya estaría ahí sin problema.

Un pequeño quejido dejo oír, negando sutilmente con la cabeza los pensamientos intrusos que llegaban a su mente ante la preocupación de haber dejado a ambas Nanami solas. Tal vez era mejor acompañarlas primero y luego ir por los libros, pero dado las circunstancias y la falta de tiempo era mejor buscar las cosas lo antes posible, por el bien de su amiga.

Makoto aún llevaba ese pequeño dolor de pecho encima, la culpa de saber que no pudo ni hizo nada para que Nanami acabe como está, era un sentimiento desagradable. Incapaz de digerir por más que ahora le ande dando una mano.

—Cállate... —suspiró cansado, dándose un pequeño golpe a su cabeza. Sobrepensar las cosas era un defecto suyo, era mejor concentrarse a lo que iba. Sin darse cuenta ya había llegado a la biblioteca—. Muy bien...

Se adentró a esta, procurando no hacer ruido en lo absoluto. Inspeccionó el panorama y notó que no había demasiada gente el día de hoy. Mirándolo en un lado positivo, se dirigió hacia las escaleras de ese gran lugar. La sección de medicina estaba en el segundo piso, muy al fundó de este, casi escondido.

Los nervios se andaban haciendo presente en cada escalon que subía y su inseguridad logro tomarlo al ya estar por completo en el segundo piso. Hechando un pequeño vistazo a las escaleras, trago en seco. Solo esperaba que no sea mucho lo que debería llevar y sobre todo, que la suerte no le juegue en contra como de costumbre.

Caminando a su ritmo, mirando los estantes llenos de libros, divididos en secciones; pensó fugazmente que bien organizado estaba todo ahí, cuando más de unas semanas atrás estaban algo revueltos, por así decirlo.

—¿Dónde está? —cuestionó, comenzando a dudar si iba en la dirección correcta, ¿era en ese lado cuando los vio? El miedo iba a apoderarse de su ser—. ¡Ajá, lo encontré!

Al ver escrito "Sección de medicina" en el cartel de una de las estanterías, corrió rápidamente hacía ella hasta estar en frente. Casi se llega a tropezarse al querer parar de golpe, pero logró estabilizarse con éxito y volvió toda su atención a los libros frente suyo.

—Debería leerlos primero —se comentó así mismo, agarrando en orden el primero en presentarse. Revisó primero el índice de los temas que daba a abarcar y luego inició una breve lectura para confirmar si era lo que requerían.

Para su suerte si lo era, y eso, por unos instantes, lo alivió. Sintiendo un rayo de esperanza donde sentía que todo podría llegar a estar bien para su amiga. Dejó el libro a un costado y leyó otro, copiando el mismo procedimiento que en el anterior.

Así estuvo, no sabe por cuanto tiempo, posiblemente se le abría ido un largo lapso hasta que por fin pudo acabar toda la estantería hasta quedarse solo con el último que faltaba en revisar. Ya supo con el índice que era lo que traía su contenido, y con un ligero sabor de boca, empezó a perderse en sus explicaciones. Sentía sus manos cosquillear por lo que leía: el tema del aborto era algo que siempre llegaba a afectarle de alguna forma y con ello, con brusquedad cerró el libro para dejarlo junto a los otros.

Un pequeño escalofrío sintió y disgustado bajo la mirada al suelo. Viéndolo como una base de entretenimiento mientras se sumergía en una pelea interna.

Él no tenía derecho a tomar o hacer cambiar de opinión ante la decisión que tome su amada amiga. Debía tenerlo bien en claro.

—Tch... —chasqueó la lengua irritado por las cosas que pasan por su mente. Era molesto pensar en la misma mierda una y otra vez, ya hasta decidió que la muchacha podría hacer lo que quiera con aquel feto aún.

Al fin de cuentas, no le incumbia ya luego si decidía abortar al bebé. Con desinterés guío sus orbes oliva a aquella pila de libros que había formado al seleccionarlos, no era mucho por suerte, así que tranquilamente podría llevarlos sin problema alguno.

Los tomó y bajó las escaleras con cuidado para terminar cayéndose frente a todos y quedar como un completo idiota ante las asquerosas miradas curiosas de por ahí. Ya abajo, se acercó al mostrador y rento todos los libros. Viendo todo listo, con mala gana salió de la biblioteca para dirigirse al punto de encuentro que había arreglado con las muchachas.

—Que alguien luego me diga porque me entrometo en cosas que no me involucran —gruñó, regañándose a sí mismo por sus acciones.

El desesperado solo pedía que esto no sea tan complicado.

Al ver a Makoto cargando con una bolsa llena de libros le entró la duda, que ella sepa leer no era muy del agrado del suertudo desesperado porque según él, era algo que solo los frikis hacían.

Se acercó hacia el chico con la intención de descubrir que planeaba con tantos libros, no por nada la gente de sus alrededores la tachaba de metiche.

—Hey —no recibió respuesta—. Psssss —estuvo así un largo rato tratando de llamar la atención del desesperado, pero siempre era ignorada, algo que le frustraba mucho a Ibuki, así que decidió pararse frente a Makoto para impedirle el paso—. ¡HEY!

Con un emblante neutro miró de arriba a abajo a la mujer que se interpuso en su camino. Frunciendo el ceño, recordó rápidamente de quién era sonrisa tan particular, chasqueó la lengua.

—Mioda... —arrastró las palabras, casi escupiendo el nombre de la chica—. ¿Por qué interfieres en mi camino? Muévete, no tengo tiempo para tus estupideces.

Y de nuevo, se encontraban en la misma escena de hace un momento, Ibuki intentando llamar la atención de Makoto. Lastimosamente luego de hartar al suertudo con sus "psss" la reacción del contrario no fue la mejor.

—¡¿Qué es lo que quieres maldita hiperactiva?! —harto volteó a verla, apretando las dos bolsas repletas de libros de medicina con ira. Su expresión no era la mejor y la otra muchacha lo sabía.

Makoto no tenía tiempo para estas estupideces, y menos para malgastar su energía en enojarse con aquella mujer con pinta de rokera. Un fuerte suspiro dio a oír, calmando el mal humor que llegó a invadirlo en segundos. La miró con el ceño fruncido.

—Escúchame, dime lo que tengas que decirme y separamos caminos. O sígueme, no sé qué quieres hacer pero no tengo tiempo para tus cositas —sonrió lo mejor que pudo, aunque pareció más una mueca que otra cosa.

—Ah, ehm... Ibuki se preguntaba... ¿por qué de repente andas con un montón de libros si no te gustaba la lectura?

El desesperado alzó una ceja, incrédulo.

—¿Disculpa?

—... —a chica se encontraba con una sonrisa nerviosa e inquieta, rezando para no recibir un biblión de insultos por parte del peli marrón.

—... —suspiró resignado y bajó la cabeza con frustración, ¿esto era en serio?—. Mira, querida, yo sí leo. Y andaba en la biblioteca solo para buscar algunas cuantas cosas para la gamer dormilona esa y su doble con circuitos fallidos, ¿entiendes?

Trató de explicarle lo más amable que podría nacerle del alma. Pero eso de ser amable no andaba en su diccionario.

—Ahora, ya despejando tu estúpida duda —sonrió—. Te largas de mi vista.

—... —seguía callada, no por tanto ya que una nueva duda surgió en ella—. ¿Pasó algo con Nanami-san?

Y su sonrisa se borró ante esa pregunta, en cambio, frunció los labios y le dirigió una mirada venenosa, esas que determinan peligro a la mayor de ambos. Esto ya era ridículo.

—¿Sabes? Mejor ven conmigo y que ella te lo cuente por si misma... —dio su último gruñido, antes de voltear y seguir por su camino sin importar que la otra lo llamase.

Se quedó callada el resto del camino, mirando a su alrededor mientras jugaba con sus manos. No quería molestar más  a Makoto por más preguntas que quisiera hacer.

Freedom [Rol de Discord]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora