Capitulo XIV.

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-Abre la maldita puerta. -digo una vez que intento abrir, pero Julián ha puesto seguro.

-N-No... -lo dice con miedo, lo sé.

Golpeo la puerta con el puño y escucho un sollozo desde adentro.

-¡En algún momento vas que salir!. -grito golpeando otra vez.

-¡Y cuando lo haga no vas a hacerme nada!.

-Puedes apostar a que lo haré.

-Si vuelves a hacerme algo... -su voz se escucha cerca de la puerta-. Le diré a Licha y Lauty... Los perderás para siempre, eso tiene que ser un límite, ¿no?.

Retrocedo unos pasos.

-No le dirás nada... -digo, sabiendo que no había pensado en ellos.

-Puedes apostar a que lo haré. -me imita y su risa cínica crece-. No sólo perderá a sus amigos, también su trabajo, profesor Fernández.

-¡Abre la maldita puerta!. -grito recuperando toda la furia y golpeando con la palma de mi mano la puerta.

Julián abre la puerta de un golpe, pero yo no avanzo.

-Listo. -sonríe.

Se ha limpiado la sangre y acomodado la ropa.

-Creí... Creí que iba a hacerme algo, ¿no era así?. -dice fingiendo inocencia-. ¿Golpearme? ¿Eso era, profesor?

Aprieto mis puños, pero no soy capaz de dar un sólo paso hacia él. Lauty y Licha son mis amigos, no puedo perderlos tan rápido.

-No les dirás nada... -digo casi como pregunta.

-Tal vez. -mueve su cadera y se acerca al escritorio, sentándose en la orilla y acomodándose la camisa-. ¿Emilia volverá a los entrenamientos?.

-Da asco en fut...

-Lo hará, genial. -sonríe inocentemente. ¿Y yo estaré en el equipo femenino?.

-Hijo de...

-¿Lo estaré? ¡Maravilloso!. -se está burlando demasiado, y no sé si podré contenerme más.

-Señor Fernández. -digo, intentando recuperar mi papel de autoridad.

-Nos vemos mañana, profesor. -sonríe con descaro y sale de la oficina.

Salgo casi después de él, pero yendo al gimnasio donde, sin ponerme los guantes, comienzo golpear un saco de boxeo.

Mis nudillos estaban morados por Julián, pero comenzaron a empeorar después de no parar en casi horas de golpear el saco.

Me dolía abrir las manos, pero ignoré el dolor para ir a bañarme nuevamente.

Me tenes acorralado, Julián Álvarez. Disfrútalo, porque pronto cambiaremos de papeles.

[...]

Lo veo entrar al gimnasio con un short rojo algo ajustado y arriba de la rodilla. Pero no puedo arriesgarme a molestarlo.

Viene junto a Paulo, quien no parece tener muchas heridas, sólo un pequeño moretón en la barbilla. Y Julián pareció usar algo mágico ya que solamente se ve un moretón en su ojo y una pequeña línea en el labio roto.

-Empezaremos con quince vueltas a la cancha, ¡ya!. -exclamo dando una palmada y viendo a todos avanzar.

Julián sólo se la pasa con Emilia y Paulo. Me mira como si nada hubiera pasado.

Cuando comienzan a anotar me detengo a observar a Álvarez, quién me mira con recelo.

Patea la pelota y este anota rozando las manos del arquero.

-¿Quién lo diría, Juli?. -dice Paulo dandole un beso en la mejilla.

Estoy a punto de ordenarles que se separen, cuando la pelota golpea en la espalda de Julián y a su vez, provoca que golpee con su cabeza la boca de Paulo.

-¡Perdón!. -grita con inocencia fingida. Nicolás, quién me mira con una sonrisa cómplice, de la cual no puedo evitar contagiarme.

-¡Basta, Nicolás!. -grita el más alto acercándose al contrario.

-¿O qué?.-lo reta-. Él es un hombrecito, que se la metas no significa que seas el "hombre" de la relación, o... es que ¿sólo así te sientes hombre? -comenta burlándose.

Escucho algunas risitas de otros compañeros, y aunque sé que debo intervenir, no hago nada. Sólo miro a Julián, pero él no me mira a mí.

-Estás muerto. -dice Paulo.

Lo empuja hasta que cae al piso y se lanza sobre él, pero Nicolás es más rápido y se quita, dejando a Paulo aturdido por un momento.

-Ya basta. -digo cuando siento la mirada de Julián sobre mí.

De alguna manera terminan dando vueltas en el suelo, pero nadie se acomoda para dar algún golpe. Y ninguno se detiene cuando lo pido, así opto por separarlos con brusquedad.

-Ambos, a la dirección.

-Paulo no hizo nada... -susurra Julián.

Lo miro. Ahora vuelve a actuar con timidez, se acaricia el brazo y, aunque traiga una camisa de manga larga, sé que está tocándose los moretones que le dejé.

-Él empezó la pelea.

Tomo a ambos de la parte trasera de la camiseta y los guío hasta la salida de la cancha.

-Tranquilo, Juli. -habla Paulo mientras sale de la cancha.

∆Todo lo que ocurre en esta historia es ficcion∆.

GYM [Enzulian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora