Capitulo XXVII.

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Lo empujo a una silla a un lado de la barra y camino a la heladera para sacar pasta.

—¿Quieres que repita la pregunta? —pregunto molesto sin mirarlo mientras saco un plato. -

-El jueves por la tarde, ¿qué importa?. —bufa.

-¿Qué importa?. —repito. —¿Me estás tomando el pelo? ¿Eres más idiota de lo que imaginé o qué?. —pregunto mientras meto el plato al microondas y volteo a verlo molesto.

-¿P-Por qué?.

-¡Julián, es sábado en la noche!. -golpeo la barra con la palma de mi mano—. No quiero a un maldito anoréxico en mi cancha, tienes que alimentarte bien, ¿por qué no has comido?. -exijo saber.

Se encoge de hombros y mira al suelo a la vez que se abraza el abdomen.

Rodeo la barra y me detengo hasta estar enfrente suyo, tomando su quijada para que me mire.

-¿Siempre tengo que repetirte las cosas?.

-Mi mamá no tiene empleo, e-ella... -niega -. Mi papá no la deja. Y papá gasta su dinero en cerveza, cigarros y putas.

Lo suelto cuando el microondas suena, rodeo la barra y saco el plato.

-¿Y te vistes como una con la esperanza de que te dé dinero a ti?. —lo dije, no lo pensé. Mierda.

Volteo con el plato en mano, viendo como éste me mira incrédulo. Su mirada cambia en segundos, aprieta los labios y sus ojos comienzan a acumularse de lágrimas. Honestamente estoy harto de hacer llorar a la gente.

—No, no, Julián. Yo no... —dejo el plato en la barra y la rodeó caminando para volver con él.

Se cubre el rostro con las manos y solloza hacia el suelo.

-Yo no quise decir eso. —bueno, sí, pero si te lo dijera empeoraría las cosas—. Los hombres no lloran. -digo poniendo mis manos en sus brazos y agachándome para estar al nivel de su rostro aunque éste cubierto por sus manos - Julián... Perdón.

-Perdón. —susurra y yo lo miro confundido.

Su espalda sube y baja entre sollozos, los cuales poco a poco son menos cuando acaricio su espalda.

-Los hombres sí lloran, ¿bien? Me altera ver a la gente llorando y digo cualquier estupidez.—confieso rendido.

Me siento en la silla a un lado suyo y me estiro para tomar el plato de pasta y dejarlo a un lado suyo. Aunque olvidé los cubiertos así que me levanto por un tenedor y luego regreso para dejarlo en el plato.

—¿Podrías comer? Por favor. —insisto.

No sabría qué decirle a los paramédicos si se desmaya en medio de mi sala, no es mi familiar ni amigo. Tendría que hablar con su padre y lo que menos quiero hacer es involucrarme en esa familia de mierda.

-Si no comes se lo diré a Lisandro y se enojara. -me cruzo de brazos y finjo hacer un puchero como si fuese a decirle a mamá que mi hermano hizo una travesura.

Julián me ve entre sus dedos y sus ojos se achinan un poco, a lo que supongo que está sonriendo. Y lo confirmo cuando quita sus manos y pasa su brazo por sus ojos para limpiarse las lágrimas.

-Si le dices no me querrá hacer un licuados. -ahora él hace un puchero fingido.

-Dios, te haría un favor, ¿has visto lo que combina? A menos que te guste el aguacate con cocoa y piña fría creo que no le diré.

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⏰ Última actualización: Jun 13 ⏰

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