Un tiempo después, Amelia y Anastasya habían formalizado oficialmente y aunque tenían algunos contratiempos ambas ponían de su parte para que la relación funcione, y eso conmovió bastante a sus cercanos ya que dos personas heridas como lo eran ellas estaban tratando de mejorar juntas, para poder darse una buena impresión sobre el amor.
Anastasya siempre le dejaba pequeñas notitas o mensajes de texto con frases alentadoras, le regalaba flores y le dedicaba toda su atención cuando la pedía, y Amelia le hacía regalos raros, la incluía en sus cirugías y trataba de darle todo el contacto físico posible. Se veían tan tiernas estando juntas, eran un choque de mundos, un ángel volando en el infierno y el mismo Lucifer protegía sus alas para no ser quemadas por el ardor de ese par de corazones enamorados.
El día pasaba tranquilamente para ambas mujeres, Anastasya vigilaba a una niña con respirador, Amelia operaba un melanoma y todo el hospital cumplia aus obligaciones a la perfección, desde que estaban juntas nada podía sacarlas de esa burbuja de amor perfecto, pero cómo todo... tiene un final. Addison ingreso a donde estaba Anastasya, para revisar a la bebé, no habían conversado sobre lo sucedido desde entonces y era la primera vez que estaban a solas hace meses.
— Nastya -saluda Addison-
— Solo mi papá y mi hermano pueden llamarme así -informa Anastasya- ¿Hay algo en lo que pueda ayudarla? -pregunta-
— Te noto distante, fría... -comenta Addison ignorando la pregunta de la rusa- ¿Pasa algo? -pregunta-
— Si, pasa que estoy enamorada y no me veo interesada en hacerle creer a otras mujeres que tienen la oportunidad de estar conmigo... y tú, estas casada... y con un hijo -responde Anastasya marcando aún más la distancia física con Addison, quien cada vez se le encimaba más-
La mayor de las pelirrojas río.
— Un fruto prohibido... me gusta -sonríe pícaramente-
— Si me disculpas, quiero que respetes mi espacio -se aleja-
Addison la siguió hasta arrinconarla contra una mesa, aunque Anastasya se negaba, Addison se divertía. La puerta se abrió y se cerro en el instante, no hizo falta mucha explicación para saber quien era. La Rusa corrió por todo el hospital buscando a Amelia por cielo y tierra, hasta que la encontró en un cuarto de suministros con una aguja a punto de clavarse en su brazo.
— ¡Qué no se te ocurra! -gritó Anastasya, Amelia tiro la aguja al suelo-
— ¡Eres una hija de puta! -vocifero Amelia-
— Amelia... te juro que no ocurrió nada, me arrinconó -explica- Créeme, por favor... no soy ese tipo de persona, como sea soltera no tiene nada que ver a como soy en pareja
— Dormiré en mi cuarto esta noche -informa y se va-
Anastasya sabia que era en vano correr detrás de ella, estaba enojada y nada podría hacerla cambiar de opinión... ¿o si?
Pidió salir antes y se fue directo a recorrer las calles más bonitas de Seattle, en busca de algo especial y luego de un largo rato lo consiguió, era perfecta.
Alta, en su mayoría blanca pero con detalles negros, amplia y especial para convertirse en un hogar, encontró la casa perfecta.
En lugar de ir a buscar las cosas que ya tenía, decidió que tendría un nuevo comienzo, fue a la tienda de muebles más cara que encontró y compro todo lo necesario para amoblar la casa, y en un par de horas ya estaba lista. Aún le sobraba una hora para el
horario de salida de Amelia, así que fue a comprar cosas para tener un pequeño detalle.Una vez hizo todo, fue a la puerta del hospital y la vió, Amelia la ignoró pero con ayuda de Meredith lograron que se acerque.
— Te tengo un regalo -comenta Anastasya-
Subió al auto y bajo, un corazon de Ferrero Rocher, rosas y una tiara con diamantes.
Aunque a Amelia el gesto le pareció lindo solo soltó un ligero "Gracias"
— También tengo otro, pero para eso tienes que venir conmigo...
Lo penso varios minutos, al ver que Meredith estaba en complot con Anastasya, acepto. Subió al auto de la pelirroja y conducieron por calles muy finas y elegantes para Amelia, se frenaron frente a una casa hermosa.
— Toma - le dió unas llaves-
— ¿Y esto?
— Para que cada que te enojes conmigo puedas dormir en tu propio cuarto... pero en nuestra casa -responde Anastasya con una sonrisa-
La expresión de Amelia cambió rápidamente a una de sorpresa y se apresuró por ingresar, estaba completamente amueblada al gusto de Anastasya, pero era amplia y hermosa.
— Esta es tu habitación-informa Anasyasya señalando un cuarto cerrado-
Al abrir la puerta se llevo una gran sorpresa, estaba cubierta de rosas y tenía la tina en la temperatura justa para que se de un baño relajante.
— ¡Eres maravillosa, Te amo! -exclama Amelia-
Salto a los brazos de Anastasya, ahí supo que todo lo que hizo valió la pena. La amaba, y movería continentes con por ella.
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𝐑𝐞𝐝 𝐕𝐞𝐥𝐯𝐞𝐭
FanfictionSé un ave fenix, cuando crean que te destruyeron, resurge de tus cenizas... y mejorado. Amelia Shepherd x oc femenino