Cap 3

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Habían pasado alrededor de nueve años y medio, desde aquel fatídico accidente en el que Jimin perdió a su padre y quedó varado en el sendero entre la vida y la muerte durante todo un año. Al despertar le tomó otro año completo recuperarse, no solo perdió a su gran ídolo en ese lugar, también su sueño de ser un gran bailarín, en su lugar le había quedado una habilidad tenebrosa de ver las almas perdidas que vagaban en un plano que ni era de muerte y mucho menos de vida.

Jimin tenía 18 años cuando se presentó ante un experto en temas de espiritismo, tratando de entender un poco más lo que sucedía, era un secreto absoluto, ni siquiera su madre tenía conocimiento de lo que estaba pasando. El hombre le dijo que es común establecer lazos con algunos espíritus cuando se pasa por un proceso como el suyo, donde su alma casi deja el plano terrenal, que por lo general esas almas quedan perdidas por dos razones: o bien sus familiares no los liberan aferrándose demasiado al dolor de la pérdida o dejaron algo pendiente que necesitan solucionar antes de marcharse al descanso eterno. Es ahí donde entran en juego aquellos "elegidos", para ayudar a esos espíritus a completar su objetivo y puedan continuar.

Algunas almas necesitaban desarrollarse a través de rituales para poder comunicarse con esos "mediadores" entre ambos planos, no siempre eran capaces de hablar o ser vistas por ellos, por lo general se requería de algún otro vínculo para que el mediador pudiera interactuar con ellas, ya sea de sangre o quizás de compatibilidad energética.

Jimin había decidido no formar parte de ello, desde aquella traumática experiencia en la que la madre de un pequeño se quitó la vida frente a sus ojos para seguir el camino con su ya fallecido hijo, optó simplemente por ignorar cada espíritu que se cruzaba en su camino, pasaba de ellos intentando que no descubrieran que podía verlos, escucharlos e incluso en algunos casos tocarlos de acuerdo al nivel de arraigo que tuviera el alma en el plano de los vivos.

Sin embargo, Jimin no contaba con lo más importante, con el hecho de que nada sucede por gusto, que justamente cuando pensamos que estuvimos en el lugar y el tiempo equivocado, es todo lo contrario, que hay un plan trazado para todos y aunque queramos huir de ello siempre nos alcanzará. Si le fue dado el don, también tendría con ello una misión, de la cuál le sería imposible escaparse, porque su destino estaba escrito y no podría cerrar sus ojos para siempre, pronto lo descubriría.

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-Buenos días, mi nombre es Park Jimin, tengo 23 años y como ustedes estoy cursando cuarto año de administración de empresa, espero podamos tener una buena relación y cuiden de mí.

Dijo Jimin al presentarse en su nuevo salón de clases haciendo una reverencia. Al final, un Jungkook más que enojado por no dejar de verlo en todas partes, bufó y rodó los ojos.

Jimin le dedicó una mirada fría antes de pasar sus ojos hasta el otro extremo del salón buscando desesperadamente un lugar vacío que no estuviera próximo a Jungkook, pero no lo halló, así que con pesar se ubicó justo delante del chico con el que ya llevaba una semana compartiendo habitación y que apenas le dirigía la palabra.

Se escuchó un silbido y cuando Jimin miró a su lado un chico lo repasó descaradamente de arriba a abajo, le guiñó un ojo y le tiró un beso.

-Bienvenido, bombón, un gusto conocerte, mi nombre es Kai y estoy para servirte.

Jimin lo miró sorprendido, sí que debe verse muy amanerado cuando de la nada un chico se lanza así sin pelos en la lengua a coquetearle cuando apenas han cruzado palabras.

-Gracias (se limitó a decir, mientras estrechaba la mano del chico, que debía reconocer estaba de muerte, cara, pelo, cuerpo, vamos el combo completo, pero ya Jimin tenía a alguien en su corazón y en su mente y sería difícil desplazarlo, o eso pensaba).

Dreams (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora