Nadine y Annette se quedan solas por fin. Se sientan en la cama y rompe a llorar de rabia y frustración. Nadine intenta consolarla abrazándola con dulzura mientras le ofrece un pañuelo y la escucha atentamente.
Cuando ya está más calmada Nadine decide preguntarle a Annette por qué no quiere formalizar ese matrimonio.
—Lo primero es todo política. A la familia de Silvain le interesa que se case con Mallory, porque su familia posee un ducado. Pero yo también soy otra opción, porque en vez de ser su familia absorbida por la de Mallory sería la mía absorbida por la suya. Es cuestión de qué les sale más rentable.
—Bien, pero no me has dicho por qué tú no quieres ese enlace. ¿Tan malo es el motivo que te da vergüenza decirlo?
—No. Es sólo que mi familia no sabe que me gustan las mujeres, no los hombres. —Arruga su vestido con nerviosismo según va diciendo las palabras. —Yo...
—Antes de que pueda seguir formulando la frase, Nadine le sostiene dulcemente del mentón, la gira hacia sí y le da un tierno beso en los labios.
—Me alegra que ese sea el motivo. —Susurra mientras se separa un poco de ella.
Entrelazan las manos y se dejan caer del todo en la cama. Se acurrucan una junto a la otra dispuestas a dormirse tal cual están, pero justo llaman a la puerta y entra la doncella.
Comunica que ya ha preparado ese baño caliente, en la bañera grande para que puedan entrar las dos y que les ha dejado ropa limpia en el servicio para que puedan cambiarse.
Se dirigen al baño y entran en la bañera. Se ayudan mutuamente mientras hablan.
—Entonces, ¿cuál es tu idea de futuro Anne? ¿Puedo llamarte así? Porque sí me has dicho lo de que quieres pintar grandes obras, pero sonaba más a un sueño que a un futuro posible.
—Pues la verdad no lo había pensado en gran medida porque siempre estoy intentando escaquearme de ese matrimonio, pero tienes razón. Algún día me encantaría pintar grandes obras y que se conociesen en todo el mundo, sé que parece el sueño de una niña pequeña, pero me esfuerzo mucho en mejorar y llevo años practicando. —Annette se abraza las rodillas mientras agacha la cabeza.
—Supongo que ya tendrás todos los materiales que necesitas para poder pintar estupendamente y si llevas años practicando igual es el momento de dar un paso más. — Se apoya su cabeza en la espalda de Annette y la abraza con dulzura. —Además, no me has enseñado tus pinturas. ¿Podrías hacerlo en cuanto nos vistamos? Me encantaría verlas.
Annette asiente con la cabeza y se quedan en silencio un rato hasta que el agua empieza a enfriarse. Se secan y cogen dos vestidos que están colgados, uno azul marino y el otro negro. Nadine los observa con calma, no recuerda la última vez que se había puesto un vestido y dudaba seriamente de que ninguno de los que se hubiese puesto fuera tan elegante.
—¿No te gustan? Creo que el negro te quedaría muy bien. Ahora que lo pienso solo te he visto con camisa y pantalones. ¿Es el atuendo que llevas siempre o solo para trabajar?
—Siempre voy así. Me parecen muy elegantes estos vestidos la verdad. ¿Realmente puedo ponerme uno? No soy alguien de clase alta para llevar esto y suelo ser más afín a los pantalones, espero no hacer el ridículo.
Coge el vestido negro y empieza a ponérselo con cuidado, Annette le echa una mano y le ajusta el vestido. Repiten el proceso, pero esta vez es Nadine quien ofrece su ayuda.
—Por cierto, estos vestidos son casuales, no son de lo más ostentoso que vas a ver. ¿Recuerdas el vestido con el que aparecí en la aldea? Ese era uno para bailes y celebraciones, era más... Tenía muchas más capas de tela jajaja.
Nadine se fija un poco más en los vestidos y se da cuenta que precisamente su elegancia se ve reflejada en su sencillez. Asiente un poco confusa, le da la mano y salen del baño. Siguen charlando más tranquilamente sobre cómo se comporta la nobleza mientras pasean por la mansión Deroux. Annette abre una puerta y entran en la biblioteca en la que había estado antes con sus padres. Coge algunos de los cuadernos de dibujo y se los muestra a Nadine. Esta última se ríe con dulzura mientras ojea los primeros bocetos, se nota que le pone empeño pero que no hay técnica. Cambia a otro cuaderno y ve que el progreso es espectacular, no sabe cuánto tiempo le habrá llevado, pero se queda sin palabras. Para terminar, coge el último cuaderno que está usado. Lo observa con tranquilidad, disfrutando de cada página que pasa. Le recuerdan muchas grandes obras que alguna vez pasaron por la aldea, cuando aún iban mercaderes de camino a las tierras nobles.
—Es espectacular el progreso que has tenido. ¿Por qué no te planteas vender cuadros o enseñar a pintar? Podría irte muy bien.
—Supongo que es una opción. —Acaricia el primer tomo mientras sopesa la idea.
—Creo que ahora es buen momento para decidir que quiero hacer con mi futuro. Lo pensaré detenidamente y veré qué decido. —Sonríe mientras coloca los tomos en la biblioteca de nuevo.
![](https://img.wattpad.com/cover/333366680-288-k165252.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Un accidente afortunado
RomanceAnnette Deroux, una joven noble apasionada por el arte, descubre un cuadro mágico que la transporta a un mundo desconocido. En su búsqueda por regresar a casa, se une a Nadine, una talentosa carpintera, y juntas enfrentan desafíos que las llevan a c...