Merengue; arisco y peludo

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Una semana

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Una semana.

Había pasado únicamente una semana y siempre lo veía. Ese gatito tan apachuchable, adorable y blandito como un bizcocho.

Aunque ya Minho tenía dos gatitos.

El más viejo de ellos era Soonie, un gato anaranjado y de panza blanca, muy parecido al gato que siempre veía en el callejón.

Y el otro era Dori, completamente diferente a Soonie, gris, negro y blanco. Lo adoptó en una página de animales abandonados y rápidamente se encariñó de él, hace aproximadamente cuatro o cinco años.

Bueno, cabe destacar que es evidente que Minho era un fan loco por los gatos.

¿El cepillo de dientes? De gatos. ¿La alfombra de casa? de gatos. ¿Su pijama? De gatos. ¿Su tapa de inodoro? ¡Adivinen de qué!

Gatos.

Entonces, ¿cómo no estaría Minho totalmente perdido por querer acariciar a ese pequeño gatito anaranjado del callejón?

Había intentado de todo para poder alcanzarlo y, demonios, no había manera.

Aunque le diese comida, agua... ¡Incluso un maldito láser!

¿Cómo era posible que el gato no se hubiera acercado a él ni una sola vez?

Su ventana daba directamente al callejón. Siempre que se asomaba lo veía ahí abajo, comiendo apaciblemente la comida que le había ofrecido antes y el muy desgraciado ignoraba hasta que él abandonaba el lugar.

Gato bizcocho: 1

Minho: 0

🐾[🧁]🐾

—¡Ven aquí, mierda!— El gato había huido hasta escalar una tubería no muy alta, pero lo suficiente como para que Minho temblara al intentar alcanzarlo de puntillas.

¡No pedía mucho, solo una caricia a ese pelaje tan apetecible!

Había tratado de tenderle una trampa. Colocó un poco de atún en un tazón y lo dejó a un lado del callejón. Fingió irse, pero se ocultó en la esquina, esperando que el bizcochito andante se acercara.

¡¿Cómo era posible que él supiera que está ahí y no se acercase ni un poco?!

Minho, decepcionado, abandonó el callejón y subió a su casa, miró a través de la ventana y... Ahí estaba, el gato de las narices, adorable pero arisco, comiendo del atún que había dejado.

Minho, furioso, estampó su mano contra la pared.

Gato bizcocho: 2

Minho: 0
🐾[🧁]🐾

Esta era la buena, lo sabía.

¿Estaba loco? Quizás. ¿Conseguiría acariciarlo? Por supuesto que lo haría, es Lee Minho.

Su casa se encontraba en el primer piso, así que no había mucha diferencia de altura a la calle.

Por Dios, qué estaba a punto de hacer.

Había dejado un poco de comida de gato y además puso un colchón bajo esta.

El gato no dudó en acercarse a comer y fue el momento en el que Minho debería de haberse retractado y haberlo dejado pasar...

Pero no lo hizo.

—¡Te tengo!— Gritó a todo volumen cuando se tiró desde su ventana, cayendo contra el colchón.

Era obvio que el gato escapó antes de que llegara a caer sobre él.

Gato bizcocho: 3

Minho: -1

🐾[🧁]🐾

—¿Cómo es posible que seas tan mono y tan arisco al mismo tiempo?— Habló solo, como si el gato sentado a dos metros de distancia de él pudiera escucharle.

Minho también se apoyó en el suelo y simplemente se limitó a observarle. El gatito ronroneaba de vez en cuando y se limpiaba a sí mismo.

Tan lindo.

Minho sacó unas chuches de su bolsillo y se las enseñó, apoyando la mano en el suelo, cerrando los ojos lentamente y aprovechando un poco del sol que proporcionaba el fresco día de verano.

Cuando sintió que estaba por dormirse allí mismo, notó la calidez de algo húmedo y el gato por fin se había acercado a comer de su mano.

Minho simplemente sonrió, agotado de todo lo que había intentado hasta ahora.

Gato bizcocho: 3

Minho: 10000000

—¿Merengue?—Alguien preguntó, sacándole de sus pensamientos. —¡Merengue, aquí estás!— Volvió a decir.

Minho volteó su vista y se percató de que se trataba un chico un poco más joven que él, de pelo rubio y cachetes regordetes.

—Yo no me llamo Merengue.— Contestó Minho indiferente.

El chico le observó un rato y Minho pareció entender que no era a él a quien miraba antes.

Ah, se estaba refiriendo al gato.

Bien, ahora quería meterse en cualquier alcantarilla cercana y no salir hasta que se pusiera el sol.

El desconocido rió un poco, pensando que en realidad era un chiste. Menos mal. Minho suspiró.

—¿Qué haces en el suelo?— Cuestionó el extraño.— ¿Te caíste o algo?

—Le estaba dando comida al gato.— Levantó la mano y le enseñó los trocitos mordisqueados.

—¿Le estabas dando comida a mi gato?

—¿Qué?— Minho se levantó, sorprendiéndose en el acto.— ¿Es tu gato?

—Sí, Merengue es mío, a veces se escapa por la ventana, le gusta que le dé la luz del sol.— Señaló la ventana de su izquierda, el bajo del edificio de enfrente.

¿El gato con pelaje semejante a un trocito de tarta de zanahoria era el gato del vecino de enfrente?

¿Y el vecino de enfrente era... el chico de mofletes regordetes y pelos rubios, estático delante de él?

—¡Oye! Tu nariz...— Avisó su recientemente nombrado vecino.— Está sangrando.

— Está sangrando

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3・🐱

Entre dulces y Merengue || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora