—Espera aquí un segundo.
Su vecino se adentró al hogar y se perdió entre los pasillos de la casa.
Unos minutos antes la nariz de Minho había comenzado a sangrar por vete tú a saber qué.
Su vecino, sorprendentemente dueño del gato y del apartamento próximo, le había invitado amablemente a su casa con intenciones de prestarle algunas gasas para detener la repentina hemorragia.
Por supuesto que no se negó, no iba a hacer las cosas más incómodas.
—¿Hace cuánto vives ahí?— Preguntó curioso el de cachetes hinchados, extendiéndole una gasa y toallas húmedas.
—Hace una semana.— Minho aceptó con gusto su detalle y limpió rápidamente cualquier rastro de sangre que hubiera manchado su ropa y nariz.— Muchas gracias.
—No es nada.— Sonrió tímido.
Pero Dios Santo, qué monada.
Sus cachetes resaltaban incluso más todavía, si es que era posible, cada vez que el chico sonreía, y sus ojos apenas continuaban visibles.
—Sabes, siempre eres bienvenido.— Comentó al despedirse en el portal del edificio.
Minho sonrió y él le devolvió el acto.
🐾[🧁]🐾
Bien, era el momento de ganarse el corazón de su vecino.
No le malinterpretéis, simplemente quería tener una convivencia con vecinos llevadera.
Así que tocó el timbre y esperó un poco. Había hecho lo que mejor se le daba:
Cocinar.
Y no solo eso, sino que su postre favorito: brownies.
Esperó sonriente hasta que finalmente abrió la puerta y su reacción fue la menos esperada.
El de cachetes regordetes se sorprendió al verle, pero su expresión se volvió confusa cuando se dio cuenta de qué estaba llevando Minho; Chocolate.
Él odiaba el chocolate. Simplemente no podía comerlo. ¡Y mira que le gustaba lo dulce!
—O-Oh, hola.— Trató de disimular su decepción.— ¿Qué haces aquí?
—Dijiste que siempre era bienvenido.
—Es cierto, pasa.— Le invitó a entrar.
—Oh, no hace falta, te los dejo aquí.— Trató de escapar Minho.
—Insisto, por favor.— Siguió indicándole que entrara.
—Pues si no molesto mucho...— Y aceptó.
Su casa en realidad se sentía más acogedora de lo que recordaba y, si se permitía que le consumiera la locura durante unos segundos, podía jurar que olía a dulce.
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Entre dulces y Merengue || Minsung
FanfictionLee Minho era un simple chef doméstico incapaz de sentirse sedentario, trasladándose constantemente debido a su trabajo. Pero en una de sus mudanzas a Seúl conoce a un pequeño gato de pelaje suave y blando, casi comparable a un trozo de bizcocho. ...