Merengue; suave y achuchable

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Minho no trabajaba todos los días y además lo hacía de manera parcial

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Minho no trabajaba todos los días y además lo hacía de manera parcial.

Es por eso que su horario de sueño cambiaba constantemente y le estaba matando. Tras dos semanas de turno de noche, un día si y otro no, Minho se sentía del culo. En cualquier momento se desplomaría en el suelo.

Alzó el brazo y golpeó suavemente la puerta de su vecino. Este no tardó en abrirle.

—¡Hola Min!— Habló, sorprendido gratamente por la visita.— ¿Min?

—Hola...— Si bien Jisung no se percató de su mal estado las dos semanas anteriores, lo había hecho ahora.

Las ojeras eran notables a dos kilómetros de distancia y su espalda curvada era el toque perfecto para poder semejarse a un abuelo de esos que se sientan en sillas de plástico en las puertas de su casa, tomando el sol y charlando con sus otros amigos abuelos del mismo palo.

—Pero, Dios santo, Min, ¿qué te ha pasado?— Preguntó preocupado.

Minho se auto-invitó y no tardó en tumbarse en aquel sofá que consideraría la cosa más agradable de aquella casa, si no fuera porque Jisung iba primero.

—¿Una mala noche?— Cuestionó Han, sentándose a su lado.

—Ahg... ojalá fuera solo una...— Gruñó. Encima de todo, el dolor de cabeza le estaba dejando hecho polvo.

—¿Has estado trabajando mucho?— Siguió preguntando Jisung, mientras comenzaba a acariciar la nuca del agotado Minho.

—Sí...aún no me acostumbro a los turnos de noche.— Minho dio una vuelta sobre sí mismo, quedando boca arriba, apoyándose él mismo en el regazo de su vecino.

Por otro lado, Jisung no dejó de acariciarle el pelo, y pronto sus ojos se cerrarían por completo, advirtiendo que dentro de poco se dormiría allí mismo.

Si bien encontraba el sofá de Han extremadamente mullido, sus piernas lo estaban más.

¿Si se dormía y comenzaba a roncar sería demasiado vergonzoso?

—Podrías habérmelo dicho antes...— Casi susurró Jisung al ver que Minho pronto caería en los brazos de Morfeo.

—Vine varias veces, pero casi nunca estás...

—Oh, lo siento. Bueno...— Hizo una pausa.— Desde que me independicé mis padres pelean constantemente, así que suelo visitarles mucho para que no vayan a más.

Minho no pudo evitar abrir los ojos al escuchar su repentino desahogo.

—Vaya. No sabía que se debía a eso.

—Bueno, pocas personas lo saben.

El silencio no tardó en inundar la sala. Pero no era incómodo. Más bien, parecía que se decían más que con palabras.

Entre dulces y Merengue || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora