Merengue; Asfixiante y sofocante

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Buscar continuamente algún rastro de movimiento en la ventana vecina se había vuelto su pasatiempo favorito

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Buscar continuamente algún rastro de movimiento en la ventana vecina se había vuelto su pasatiempo favorito.

¿Qué clase de persona sería Jisung? ¿A qué se dedicaba? ¿Sería repostero? Todas esas dudas le carcomían y le asfixiaban cada vez más. Han había despertado una curiosa sensación en él y ahora Minho no la dejaría ir hasta que descubriera a qué se debía.

Pero sería vergonzoso para él admitir que había intentado llamar a su casa un par de veces más, pero en ninguna de ellas era correspondido. Jisung pasaba el día fuera.

Y ahí estaba de nuevo, como un tonto, esperando que le abriera la puerta.

Como vio que no lo hacía, se fue de nuevo, planeando cuándo llamaría la siguiente vez.

Si tan sólo supiera por qué estaba tan ocupado...

🐾[🧁]🐾

Había acabado de instalar la televisión y se emocionó como un niño chico cuando por fin pudo conectar su canal favorito.

El hombre que presentaba el programa había llevado hoy a varios chefs famosos y eso a Minho le encantaba. Poder ver cómo viven otros chefs prestigiosos, sus consejos y técnicas de cocina... ¡Minho deseaba que en algún momento fuera él quien presentara uno de esos!

El presentador comenzó la receta y justo cuando nombró el último ingrediente un golpe se escuchó resonante en la ventana y no pudo distinguir las palabras del hombre, quedándose en blanco unos instantes, contemplando la receta incompleta.

—Mierda.— Bufó.

El chef continuaba hablando y Minho apuntaba cada uno de los pasos en su cuaderno de notas. La letra se veía borrosa, pero ya se las apañaría más tarde.

Hasta que el golpe resonó de nuevo.

Minho, molesto, se acercó para ver qué ocurría. En realidad pensó que sería un pájaro atontado y fuera de lugar que simplemente chocó contra el cristal, pero el segundo golpe le preocupó un poco.

Bueno, no se lo esperaba para nada.

Jisung, desde la ventana de enfrente, trataba de lanzar lo que parecía un vaso con cordón, esos que probablemente niños de siete se dedicaban a hacer para pasar su tiempo libre, esos que se utilizaban para comunicarse a distancia, esos mismos que le trasmitieron pura nostalgia al momento de verlos. Esos.

Minho abrió la ventana y no tardó en preguntar.

—Pero, ¿qué haces?— Aunque el viento soplaba más fuerte que nunca y se llevó sus palabras, literalmente.

Jisung insistió en contactar por medio de los vasos y Minho aceptó.

Al conseguir agarrarlo, aunque fue un tanto complicado debido al hecho de que casi le pega directamente en la cara, apoyó el vaso en su oreja y esperó a que Jisung hablara.

—Ven a mi casa.— Ordenó Jisung.

—¿Por qué no viniste a pedírmelo aquí?— Dudó.

—El viento sopla muy fuerte, tengo miedo de perder de vista a Merengue y acabe escapándose otra vez.

—Bien, voy.

🐾[🧁]🐾

Jisung abrió de inmediato la puerta y agarró a Minho, obligándole a entrar.

—Sé que es muy precipitado y puedes negarte si quieres.— ¿Ya le iba a pedir matrimonio?— Pero necesito que te encargues de Merengue estos días, voy a viajar a Jeju y no puedo llevarlo conmigo.

—De acuerdo.— Ni siquiera lo pensó.—¿Por cuánto tiempo?

—¿En serio? Quiero decir, sí, por cuatro días.

—Entendido.— Minho colocó la mano en su frente, imitando a un soldado.

Jisung rió un poco y le agradeció por su ayuda.

—Bien, entonces, te explico.— Hizo una pausa.— A Merengue le encanta que lo acaricien.— ¿En serio?— Así que procura hacerlo a menudo. Además, come muchísimo ¡Pero no se te ocurra darle nada de dulces! Le sientan mal. En cuanto a su comida

—Yo también tengo gatos.— Le interrumpió.

—¿De verdad? Entonces perfecto. Te daré las llaves de casa.

Y así fue como acabó en la situación más irónica de su vida.

Pasó de intentar contactar con Jisung a vivir en su casa, salvo que él estaba a unos cuantos kilómetros de distancia.

Incluso creía que había pasado más tiempo con su gato que con él.

Ahora, en su casa vacía, el olor a dulce era más notorio y esa esencia que al respirar se colaba por sus fosas nasales le recordó que esa era su casa. La casa de su vecino. La casa del chico merengue. La casa de Han Jisung.

Los colores eran tan hogareños que fácilmente podría ser la casa de su abuelo. Los tonos pastel adornaban cada parte esta. Incluso su habitación parecía estar hecha de masa de pan.

El sofá, mullido como la última vez que estuvo allí, de tonos naranjas y melosos, estampados extravagantes e incluso exóticos, tan apacible y blandito que podría hibernar los siguientes cuatro días.

Le sorprendió ver que su vecino no tocó ni pizca de los brownies que le había regalado y comprendió por qué insistió en probar otras cosas junto al café.

Entonces Jisung era ese tipo de persona; esa que prefiere tomar aire a descansar en el sillón. Esa a la que le encanta lo dulce pero odia el chocolate. Esa que tiene cuidado con lo que ama y sin embargo parece no muy unido a sus seres queridos.

Han Jisung era su tipo de persona.

Y el olor a merengue se volvió tan sofocante que no tardó en acostumbrarse a su esencia.

3・🐱

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3・🐱

Entre dulces y Merengue || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora