Mi madre murió cuando tenía cinco.
Aunque mi padre no me lo dejó saber hasta que cumplí ocho.
Así que para mí, mi madre murió cuando tenía ocho.
Fue un accidente. Cuando volvía a casa después de hacer la compra, cargando con ella bolsas llenas de comida, pasó cerca de unas obras. Sin embargo, una viga calló sobre ella, se desglosó, se partió, simplemente fue. Pasó la noche en el hospital y cuando mi padre abrió los ojos luego de un pequeño descanso, ella ya no estaba allí.
Mi madre amaba la cocina, y si pensáis que lo heredé de ella... bueno, es algo así, en realidad.
Como mi madre casi siempre se encargaba de la comida, cuando ella nos dejó, mi padre tuvo que desarrollar ese amor por la cocina que mi madre había dejado atrás. En realidad, se lo impuso él mismo.
"Si tu madre no usa la cocina, entonces la tengo que usar yo." Decía. Así que día y noche cocinaba recetas que ella solía hacer. Las comparaba una y otra vez y las tiraba si no estaban perfectas.
"Dime, ¿sabe a como lo hacía mamá?" Me preguntaba.
"No. No sabe a ella." Y entonces echaba a perder el plato. Había veces que pensaba en mentirle, pero me retractaba, porque mamá no habría querido eso. No le haría aquello que me había estado haciendo durante tantos años.
"Tu madre se ha ido de viaje a Vietnam porque le han contratado en una mansión de lujo. Si le va bien, pedirá que nos dejen instalarnos."
Y me lo creí. Me lo creí durante días, meses, años. Cuando me preguntaban por ella, siempre les decía lo mismo. "Está cocinando por el mundo."
No fue hasta aquel día que salió ese tema de conversación, donde mi padre me contó la verdad.
—Tu madre dejó de cocinar hace mucho tiempo.
No, no es verdad. Ella lo sigue haciendo, estoy seguro.
No recuerdo mucho sobre mi madre. Mucho menos sé como era su aspecto, o sus ojos. Apenas podría diferenciar su voz, pero fue ella quien me animó a cocinar.
—Papá, quiero ser como mamá.—Le dije cuando todavía tenía apenas seis años.—Quiero viajar con ella y cocinar juntos.
—Entonces hagámoslo realidad.
Crecer sin afecto materno desde tan temprana edad no me afectó en lo absoluto. Bueno, eso me gustaría decir. La verdad es que había veces que extrañaba tener una madre que me preparase el almuerzo de la escuela, en cambio, los hacía yo.
—¡Tu madre cocina muy bien!—Dijo mi amigo probando el arroz de mi fiambrera.
—Sí, cocina de maravilla.
Mi tía y mi prima más mayor se ocuparon de mí en ese entonces. Había veces que mi padre estaba tan ocupado que me dejaba con ellas. De alguna manera, ellas también amaban la cocina.
Y sobre todo, la repostería.
—Si te pasas de azúcar, la mezcla queda demasiado azucarada y no va a tener la misma consistencia.
—Entonces le echo menos.—Pensé en voz alta.
—No, porque la masa no saldrá.
—¡Ahg! ¡Qué difícil es esto!—Aunque mi tía y mi prima se esforzaron mucho por hacer que me gustase lo dulce, siempre prefería lo salado.
Hasta que lo conocí. Al amor de mi vida.
Oh vaya, eso sí que sonó empalagoso.
—Me muero de ganas de que conozcas a mi padre.
—¡Yo también!—Se emocionó sonriendo de esa forma que siempre hacía, esa sonrisa tan bonita. Se acercó a mí y me abrazó feliz.—Pero, ¿tu madre no irá?
Me aparté un poco y le miré a los ojos. Intenté buscar las palabras perfectas, pero no salía nada. Mi boca quedó sellada. Entonces recordé el día que mi padre me mintió por primera vez y apreté la mano de Jisung en la mía.
—Está cocinando por el mundo.
N/A:Es un capítulo bastante corto, pero tenía que contar un poco sobre la historia del pasado de Minho.
¿Os podéis creer que ya llegó a 700 vistas? Porque yo no. ¡Muchísimas gracias, de verdad! El próximo capítulo es el último extra. ¿De qué creéis que será?
¡ Nos vemos !
3・🐱
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Entre dulces y Merengue || Minsung
FanfictionLee Minho era un simple chef doméstico incapaz de sentirse sedentario, trasladándose constantemente debido a su trabajo. Pero en una de sus mudanzas a Seúl conoce a un pequeño gato de pelaje suave y blando, casi comparable a un trozo de bizcocho. ...