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Fue casi una pelea a muerte entre Woo Hyun y yo. Al final decidimos arreglar las cosas de forma civilizada: con un juego de piedra, papel o tijera. Afortunadamente gané yo, así que en cuanto pasaran a Sung Jong a una habitación normal, sería el primero en verlo.

Mi ansiedad era aún más grande.

—Seguramente hizo trampa —gruñó Woo Hyun, tomado del brazo de Sung Kyu. Parecía haber revivido al escuchar que Jongie había salido bien de la cirugía.

Transcurrieron tres lentas y dolorosas horas. Me arrastré por los pasillos del hospital como alma en pena, con el cabello revuelto y los ojos hinchados. Mi aspecto distaba mucho de ser agradable. Ya no me parecía en nada al frío chico de ciudad que presumía ser.

Alrededor de la una y media de la madrugada se presentaron una pareja de oficiales para hablar con Sung Yeol. El único presente en la entrevista fue su padre.

Intercambié una mirada con Sung Kyu, sabiendo que ambos pensábamos en Hyun Jae.

Diez minutos después los oficiales se marcharon. Me pregunté si acaso habrían intentado hablar con Jongie.

Cerca de las dos y media Hoya y Sung Kyu fueron a la cafetería por comida. Intentaron obligarme a probar bocado, pero fue inútil. Había algo que me impedía tragar.

—Ya se va a casa, ¿doctor Kang Bum? —escuché una suave voz femenina y levanté la vista del trozo de linóleo blanco que había estado observando fijamente durante casi quince minutos.

Se trataba de una enfermera, joven, bonita y con el cabello teñido de rubio. Hablaba con un hombre. Me bastó mirarlo para saber que se trataba del cirujano que había operado a Sung Yeol, sólo que ya no lucia ropa de doctor, ahora usaba ropa de civil.

—Fue un turno muy largo. Tengo que recuperar fuerzas.

Y levantando una mano a modo de despedida se alejó. La enfermera lo siguió con la mirada durante un momento más antes de volver la atención a nosotros.

—¿Son ustedes los familiares de Lee Sung Jong?

—Sí —respondí al momento, con Woo Hyun de pie detrás de mí.

—Le han trasladado a una habitación normal. Pueden pasar a verlo, pero de uno por vez.

Esa enfermera parecía bastante más amable que la que cuidaba de Sung Yeol.

—Iré yo —informé.

Woo Hyun hizo mala cara, pero no replicó.

A diferencia de la habitación de Sung Yeol, la de Sung Jong era privada. Me pregunte si tendría algo que ver la diferencia de sus heridas.

Me detuve ante la puerta, respirando varias veces.

Debía estar tranquilo cuando hablara con él.

¿Y que había de mi aspecto?

Ya era tarde para eso. Esperaba que Sung Jong no se alarmara al verme así.

Abrí la puerta.

La imagen que se presentó ante mi, unido a mis revueltos pensamientos y a mis confusos sentimientos fue lo que necesitaba para aclarar mi mente.

Descubrí la verdad. Y la acepté gustoso.

Eso era amor.

Fue suficiente con ver el rostro de Sung Jong, el cual milagrosamente no estaba tan magullado como el de Sung Yeol, para comprender la verdad.

Estaba completa, total y absolutamente enamorado de Lee Sung Jong. Amaba a ese niño con cada parte de mi ser y ya no concebía una existencia sin él.

Jongie fijó sus ojos en mí y la más dulce de las sonrisas se dibujo en esos labios que me moría de ganas de besar, de lamer, de morder... Esos rosados y apetitosos labios que me pertenecían sólo a mí.

Esto es amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora