Día de muertos

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⚠️continuación de 31/11/20??⚠️Parte 2/?? ⚠️

Llegué al aeropuerto con México a mi lado, le había prestado mi ushanka y mi abrigo para ocultarse de las personas. Aun que admito que se veía algo curioso y adorable.

Abordamos el avión hacia su territorio. Un avión privado que América le había proporcionado a México.

En el vuelo, México no dejaba de hablar de la tradición, del cómo el señor España le impidió hacer dicha celebración y cómo al final cedió ante esto, hace ya muchos años.

-Hubiera deseado que conocieras a mi padre, el te daría mejor información que yo, acerca de esta tradición- se le notaba con una voz triste, como si se lamentara de algo - ¡pero conocerás a mis hijos y a ellos les encanta hablar de esta tradición!- habló con entusiasmo, aveces sus cambios de humor tan rápidos me causaban curiosidad.

-Hubiera deseado que conocieras a mi padre, el te daría mejor información que yo, acerca de esta tradición- se le notaba con una voz triste, como si se lamentara de algo - ¡pero conocerás a mis hijos y a ellos les encanta hablar de esta tradición!...

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Llegamos en cuatro horas con seis minutos a la capital mexicana, ya afuera del avión, México se quitó mi abrigo y gorro, me lo dió con una brillante mirada agradeciendo.
Lo miré intrigado, se suponía que nadie debe verlo en ese estado, pero parecía ya no importarle.

Tomé mis cosas asintiendo con la cabeza.

Al salir del aeropuerto, las miradas no se dejaron esperar, pero no eran de horror o asco, eran miradas alegres por ver a su country llegar al país a salvo, México correspondía todos los saludos y agradecía los regalos dados por las personas.

Era una sensación cálida, como si todos fuesen tu familia, me agradaba la sensación, sentirte amado y al mismo tiempo respetado, era maravilloso.

Una sensación dura en mi mano me hizo regresar a la realidad, la mano de México estaba agarrando la mía.
-Es hora de irnos- un tono alegre y emocionado salió de él, sin pensarlo asentí sonriendo.

Veía por la ventana del auto, a las personas que pasaban algo apuradas, algunas llevaban flores amarillas o naranjas con forma de una pequeña pelota partida

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Veía por la ventana del auto, a las personas que pasaban algo apuradas, algunas llevaban flores amarillas o naranjas con forma de una pequeña pelota partida. Otras llevaban bolsas que parecían pesadas.
Mi curiosidad aumentaba aún más.

- Señor México, hemos llegamos- al bajarme del carro, frente a mí había unas enormes puertas negras, México sacó de uno de sus bolsillos una llave un poco oxidada, la cerradura cedió con un pequeño click, las puertas se abrieron lentamente, México empujó la puerta, no sin antes despedirse de la persona que nos trajo hasta aquí.

-Adelante pasa, ten cuidado con tropezar con las piedras- al entrar, vi tumbas con decoraciones de colores, y las flores que ya había visto antes - Este es mi cementerio privado, algunas de ellas son de mis hijos o nietos que murieron, ya hace algunos ayeres, las demás son gente que me sirvió hasta el final y no tenían familia.-

Un nudo en la garganta se hizo presente, imaginar el dolor que sintió al enterrar a todos ellos, especialmente sus hijos y nietos, debió ser abrumador.

Seguimos caminando por todo el lugar hasta llegar a un frondoso y gran árbol, donde sus ramas caían en forma de cascada, México apartó varias de éstas y avanzamos aún más.
-Mi casa está un tanto más escondida, espero no te moleste caminar un ratito más- su voz sonaba apenada, negué suavemente.

Disfrutaba del paisaje, el sonido del viento moviendo suavemente las hojas de los árboles, ver a los animales salvajes pasar muy cerca de nosotros sin asustarse o atacarnos, me hacía anhelar quedarme aquí para siempre.

México se detuvo frente a una gran roca llena de musgo y vegetación.
Me volteó a ver, sonrió y se adentró en la vegetación de la gran piedra.
Asombrado y temeroso seguí sus pasos. Al entrar al interior, la roca estaba hueca, del otro lado la luz del poco sol que quedaba en el horizonte, se asomaba por el otro extremo hueco de la piedra.

México se asomó del otro lado, y me tendió su mano, la tomé sin pensar, -Cuidado con la cabeza- acaté lo que dijo.
Al salir del interior de la piedra, un camino con hermosas flores de color rosa fuerte esperaban a sólo unos pocos pasos.
Caminamos hasta llegar a unas enormes puertas de caoba con detalles en dorado.

México, estaba a punto de abrir las puertas, cuando estas se abrieron mostrando a una pequeña niña, ella estaba igual que México, en los huesos, tenía el pelo amarrado en una trenza en forma de cebolla, unas rosas rojas adornaban su peinado, tenía un vestido blanco con un pequeño mandil negro con dibujos de flores, su cuello portaba varios collares.

La niña se abalanzó hacia México, haciendo que el tirara los regalos.
-¡Tāta!- gritó alegremente -Mi kuitōl- México correspondío el abrazo de la niña.

Entramos a la casa, la sala era grande, un cuarto completo para esta. Pero en la esquina de la sala, había una mesa con siete "escalones", tenía un mantel blanco, encima de la mesa había fotografías, parecían viejas, los marcos eran nuevos, pero las fotos no. También había fruta, y bebidas, como bebidas carbonatadas, aguas naturales y jugos. Había pequeños y viejos coches de juguete. El mantel estaba decorado con papel de diferentes colores y tenía dibujos en estos, detrás de la gran mesa un arco con las hermosas flores en tonos naranjas y amarillos.

Pero algo, de todas esas cosas, llamó mi atención, había una tela de color azul, parecía tener delicados bordados, y caía en forma de cascada gracias a sus flecos.
Me acerqué un poco a la mesa, encima de la tela azul bordada, había un gran collar en tonos verdes, un tubo con base también en tono verde pero con detalles en color terracota.

Al lado de todo esto había un tipo de calzado, parecía ser que estaba hecho de palma, éste calzado, estaba pintado con flores y tenía un pequeño nudo en color rojo.
Estos objetos parecían ser más viejos que todos los demás puestos en la mesa escalonada.

-Veo que te llamaron mucho la atención, estos objetos- volteé a ver a México, quien me tocó el brazo, ya lo veía como normalmente era, eso me causó intriga, pero ahora podía ver mejor sus expresiones, sonreía con cierta calidez y tristeza- Estos objetos pertenecieron a mi padre, estas chanclas se llaman Ixcactli o actualmente conocido como cactli- rozó la parte trasera de las chancletas-solo eran utilizadas en tiempo de fechas importantes, ya que, bueno están echas de caña de petate, el cual no dura mucho bajo el pie, este calzado era mayormente utilizado por la nobleza.
Esto - tocó el tubo de color verde con detalles rojizos- Se lo que piensas, parece un tubo- río por lo bajo, yo sonreí con pena- Esto es una orejera, un arete para que me comprendas - mi cabeza tenía un conflicto, ¿Cómo se ponían esas cosas en las orejas?- Esto es un collar con cuentas de Jade, era normal que la nobleza las portara, solo en días festivos, y sus propios funerales; y por último la prenda azul- México tocó con delicadeza uno de los flecos- A esto se le llama maxtlatl o tlalpilli, se amarraba en la cadera, esto era usado por todos los hombres a partir de los trece años, este está hecho de algodón, ya que mi padre pertenecía a la clase más alta.

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