O tal vez no
Los niños me estaban rogando para que les contara una historia, poco les importaba si fuera inventada por mi al momento.
Solo accedí, no podría negarme a esa pequeñas y regordetas caritas
Los arrope a todos en sus respectivas camas, les di un beso en la frente y me senté en medio de la habitación.
-Voy a contarles una historia de mi imaginación.
La luna en todo su esplendor a altas horas de la noche iluminaba mi camino, no hallaba las palabras para describir lo que había pasado en esta batalla, caminaba encima de los cuerpos yacentes sin vida de mis amigos y súbditos.
Sus cuerpos cercenados, las cabezas de algunos estaban en las ramas de los árboles, otros solo los pateaba para no resbalar con ella.
Mi cuerpo lo sentía más pesado, cada paso que daba y sentía como si miles de espadas se me entarraran en ellas, mi vista se nubló, mi corazón poco a poco iba perdiendo el pulso, no sabía si llamarlo suerte o maldición. Era el único con vida
Vida que poco a poco, el dios de la muerte iba consumiendo para que yo fuera uno con el universo, no quería sufrir más, mi reino cayó en manos enemigas un tiempo, tiempo que terminó pues había logrado recuperar lo que era nuestro, pero ahora el arrepentimiento me ponía sus manos en mi cuello, asfixiandome.
Mi cabeza me daba vueltas, ya no podía sostenerme en pie, mi arma de obsidiana cayó pesadamente, el ruido que hizo al chocar con las rocas me ensordeció.
Caí al suelo, pero no sentí dolor alguno, oí ruidos entre la maleza, solo esperaba que no fuera alguien del clan enemigo, pero mi sorpresa vino cuando un niño salió de allí. Llorando por alguien, no sabia que ese pobre niño había estado escondido desde el principio.Se acercó lentamente a mi, su voz parecía distante, traté con todas mis fuerzas de escuchar lo que decía hasta que por fin lo hice -P-papá p-por favor n-no te vayas t-te necesito- no podía creer que ese niño, era mi pequeño lago de luna, sentí mi cara húmeda, intenté estirar mi mano, pero por más que lo intentara no podía levantarla aún que sea un centímetro, mi voz amenazaba con romperse al momento de hablarle-Mi pequeño rayo de luna, portate bien en mi ausencia, papá cuidará de tí en las sombras-
-No mientas papá yo se que estás muriendo- escuchar su llanto me quebró al instante como si billones de flechas envueltas con fuego me hubieran atravesado.
No podía respirar con normalidad, mi voz se iba apagando pero mi preocupación iba en aumento, ¿quién cuidaría de él?, su madre había fallecido hace algunos pocos años y yo, me iba sin cumplir la promesa de mi amada esposa.
Una sombra apareció detrás de mí hijo, se acercó más a él y pude ver que era uno de los enemigos, el rey de esos malditos tramposos.
Arrebató a mi hijo de mi lado, llevandoselo, mi pequeño lago de luna no dejaba de pelear y gritarme para que le ayudara; solo pude darle una última lágrima que recorrió mi mejilla, hasta caer en la tierra y con ella mi vida se esfumó.-Terminé mi relato, voltee a ver a todos los pequeños y estos se encontraban dormidos. Me levanté del banco, apagué la pequeña vela que estaba cerca de la puerta y salí de la habitación. Cerré con cuidado la puerta.
Decidí retirarme del lugar para ir a mi cuarto a bañarme y descansar, pero antes de poder hacer alguna sola acción, unos brazos rodearon mi cintura y me levantaron del suelo.
Iba a empezar a renegar cuando me bajaron y soltaron.
Volteé a ver a quien había echo eso.
-Rusia no vuelvas a hacer eso, casi me matas de un infarto- Susurré.
-Oh vamos Sasha. Es divertido hacerlo- Me contestó susurrando-Además, fue un pago-
-¿Pago?, ¿acerca de qué?- pregunté, empezando a caminar a mi habitación.
-Acerca de contarles esa "historia"- hizo comillas con sus dedos.
-¿Que tiene de malo esa historia?- lo volteé a ver con curiosidad.
-Lo que tiene de malo es que tu y yo prometimos que jamás contariamos la historia del como llegaste aquí- el me miró como si hubiera hecho la peor cosa del universo y con un deje de dolor. Lo miré con extrañeza.
¿A qué exactamente se refería? ¿Había una promesa?¿enserio?.Pareció que leyó mis pensamientos, pues simplemente sonrió comprensivo.
-Da igual, fue hace muchos años y ya es algo sin importancia- me dolió, la forma en la que lo dijo y su mirada llena de tristeza, sentí una opresión en mi pecho.
-Si es algo importante para tí, lo es para mí también -
Sus ojos se iluminaron como si se tratara de un cachorro. Eso me enternecio.No me dijo absolutamente nada, solo me agarró mi mano y corrió directo a las escaleras, bajamos rápidamente sin hacer un solo sonido.
Salimos directo al patio trasero del castillo, me guió hasta el centro del laberinto y removió las hojas secas del suelo, dando paso a una pequeña puerta de madera.
La abrió y dejó que yo bajara primero, cerró la puerta tras de sí, me volvió a agarrar de la mano; aún que yo ya conocía este camino, me dejé llevar por él; llegamos a nuestro lugar favorito.
Estábamos dentro de una cueva, una que nosotros habíamos personalizado, era tranquilo, la bioluminiscencia del lugar hacía que la cueva se sintiera sacada de un cuento de hadas.Pero al contrario de lo que pensaba, el siguió caminando, pero ¿a dónde me quería llevar exactamente?.
Salimos de la cueva, por primera vez en todo el tiempo que veníamos; visualice unas pequeñas escaleras desgastadas y con plantas cubriendolas.
Subimos con cuidado cada uno de los escalones.Ahora estábamos arriba de la cueva, la brisa era fresca, al voltear al suelo me percaté de un pequeño camino de piedra negra, con puntos dorados.
Miré hacia donde estaba Rusia, el miraba hacia el cielo.1009 palabras
México (Alejandro/Sasha) (imagen de arriba; créditos a Pinterst)