-Hace mucho tiempo, un humano se enamoró de un dios, pero era un error ese amor, así que el dios lo escogió para que fuera su representante en la tierra, los demás dioses vieron esto y decidieron que era una buena idea hacer lo mismo.
Es por eso chicos que el día de hoy, es un día muy especial para ustedes, ya que deberán ir a las salas oscuras para que un dios los escoja como representante. Si no son escogidos no se enojen o entristezcan. Solo vayan a la sala destino para saber cual es su misión en esta vida.- la maestra señaló la puerta de salida del salón.Era el día más esperado para todos pero, yo estaba nervioso por esto. En mi familia hay una larga cadena de los "mejores representantes", mi madre fue elegida por la deidad Cihuacóatl, la recolectora de almas. Mi padre fue elegido por Quetzalcóatl, deidad de la vida, la luz, la fertilidad, la civilización y el conocimiento.
Mi abuelo fue elegido por Xolotl, deidad del fuego y del relámpago.
Mi abuela fue elegida por Chimalman, deidad de la fertilidad, patrona de la vida y de la muerte.Yo simplemente no quiero romper ese ciclo de generación. Después de todo nací como una rareza.
Suspiré intentando sacar mi frustración, tristeza y dolor, no quería seguir siendo la desgracia de la familia.
No pude seguir con mis pensamientos, ya que alguien abruptamente me abrazó por los hombros. Volteé a ver de quién se trataba. Era él, mi amigo Rusef, aunque yo no estaba interesado en solo amistad.-Ey, Meztli ¿Ya fuiste a las salas oscuras? - habló cerca de mi oído, agachandose a mi altura, el aire caliente que emanaba de su boca hizo que mi piel se erizara.
-A- aún no, nos acaban de dar salida ¿Tú ya fuiste?- lo volteé a ver, con duda en mi interior, lo vi suspirar y asentir con la cabeza. -¿Te eligieron?- volvió a asentir con una sonrisa en el rostro, viéndome de reojo, incorporándose a su altura.-Si, me eligió Simargl, dios del fuego y la fertilidad- me vió directamente a los ojos, me sonrió mostrando sus dientes blancos- Te deseo suerte Meztli- le sonreí de regreso en modo de agradecimiento, ocultando mi miedo, y sintiendo mis mejillas algo calientes.
Suspiré, y caminé directo a la entrada de las salas oscuras, era mi turno.
Pasé al cuarto, era totalmente negro, la puerta se cerró de golpe exaltandome. Una luz dorada y azul apareció tras de mí, pisadas sobre pasto resonaron por el cuarto, las luces se posaron frente a mí, y de ellas surgieron dos deidades que reconocí al instante.
-Xochiquetzal y Xochipilli- me sonrieron con dulzura -No comprendo ¿por qué son dos y no uno?- Xochiquetzal me tocó el vientre y habló.
- Tu mi niño, naciste con un don, el don del parto, naciste con ambos aparatos reproductores- Xochipilli se agachó junto a su hermana- y eres sumamente fertil, ¿jamás te preguntaste por qué a tu familia siempre lo escogen las deidades y no a los demás de tu comunidad?- siempre lo había dudado, pero era más el miedo de romper ese ciclo que jamás lo pregunté.Xochiquetzal habló -Aquella historia de amor imposible entre un humano y una deidad, viene de tu familia, el primer antecesor de tu sangre, se enamoró de Ometeotl, aunque claro que conoces las reglas ¿cierto?- asentí, y Xochipilli habló - Ometeotl bendijo a su amado, le hizo un hijo con maíz pero tenia algo diferente, en su interior una hermosa piedra se posaba en su corazón- Mi asombro poco podía ocultar.
Xochiquetzal habló- El que tengas doble aparato hace que puedas ser escogido por dos deidades. Esperamos que- Xochipilli habló- uses para el bien lo que nosotros hacemos.
Y con eso ambos desaparecieron, la puerta se abrió y yo salí de ahí.
Vi a Rusef esperándome con una sonrisa, agaché mi rostro con un sonrojo, pero una voz en mi oído me sacó de mi ensoñación, era la voz de Xochiquetzal - Pequeña Luna, tu podrás estar con tu verdadero amor, no desperdicies las oportunidades- Sonreí con más entusiasmo, agradeciendo aquello.