La vida en Borderland es desesperante para la mayoría de sus turistas, pero cuando la fé es sustituida por un amargo ansia de venganza, Borderland se convierte en el nuevo paraíso de los locos...
Pero, cuando esa ansia desaparece, y es sustituida nu...
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Kuina no podía creerlo, Chishiya le había pedido un favor. El peli blanco no era alguien que necesitara favores, es más, ella le debía muchos de ellos, pero que el chico le pidiera algo, era un hecho histórico, como el día en el que murió Hitler, o el día en el que se le calló el cigarrillo encendido y por poco incendia su piso. Chishiya estaba sentado en su cama, mientras ella apoyaba su espalda contra la puerta del cuarto.
- O sea...que quieres que lo busque y le diga, 'hola chavalillo, cuéntame quien es Satō'-. El chico asintió sin más, como si no acabara de escuchar algo totalmente estúpido.
La chica suspiró, agarró el palito y se lo sacó de la boca mientras miraba al chico.
- Chishiya, no puedo hacer eso...-. El peli blanco agachó la cabeza y se mordió el labio inferior, casi esperando que su reacción hiciera cambiar de opinión a la castaña.
- Porfavor...-. Fue un pequeño susurro, una súplica casi silenciosa dirigida a su amiga, la cual aunque estuviera lejos, pudo escucharlo.
La chica mordió con estrés su palillo, quería ayudar a su amigo, pero también quería mantenerse alejada de los problemas de la gente, ya tenía bastante con el plan de robar esas dichosas cartas.
Finalmente, la chica suspiró.
- De acuerdo....-.
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Kuina estaba buscando desesperadamente al pelirrojo, había buscado prácticamente por todo el recinto de la playa y no había ni rastro del chico, le había preguntado a Aguni, le dijo que no lo había visto desde que terminó el trabajo que le había mandado ayer, aunque probablemente estuviera haciendo guardia junto a Niragi en el pasillo de la tercera planta zona norte, y como buena amiga que era, se guardó las ganas de mandar su búsqueda a la mierda e ir a reñir a su amigo de pelo blanquecino y fue hasta el pasillo para buscarlo. Niragi estaba caminando a paso lento, sosteniendo su arma despreocupadamente sobre su hombro, pero no había ni rastro del otro chico.
-¿Arashi?-. Le dijo con su ya conocida voz molesta. La chica asintió de mala gana. - Nah, se fue corriendo a la azotea con una botella de tequila -. Kuina abrió los ojos sorprendida, jamás pensó que el pelirrojo bebiera, y algo más importante.
-¿Cómo..sabes que ha ido a la azotea?-. El chico pelinegro agachó la cabeza, lamiéndose los labios discretamente, mientras movía su cuerpo de manera pensativa, después de unos segundos, volvió a mirar a la chica de rastras.
- Por que le pregunté...¿Porqué tan sorprendida?¿Es que acaso no puedo preguntarle?-. Se acercó a la chica mientras sacaba la lengua de forma descarada, Kuina se alejó de él mientras lo miraba asqueada por el gesto, lo que hacía una por ayudar...
- Iugh,¿Sabes qué? Mejor te dejo con...lo que sea que estés haciendo..-. La chica pasó de largo y se dirigió a las escaleras, dejando al chico con la palabra en la boca, cosa que lo enfadó bastante, terminó por seguir a la chica hasta la azotea.
