Jugar con fuego

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Apenas hizo un movimiento con su cabeza, Enzo sintió cómo el cuello le hacía ruido. Mejor se calmaba o el médico lo iba a cagar a pedos de nuevo. No era su culpa, la noche anterior no había dormido demasiado porque su compañero de cuarto temporario lo tenía despierto hasta tarde, pero tampoco se arrepentía. Extrañaba a Juli, apenas hacía un par de días que no lo veía, pero también se estaba entreteniendo bastante con Emiliano, no lo iba a negar. Aun así, esperaba ver pronto a su amigo. Enzo se pudo relajar cuando Pablo le dijo que Julián andaba mejor y en poquito se iba a poder incorporar de nuevo al entrenamiento. Eso lo alivió, pero también pensaba que debía disfrutar un poco más de tener la pieza para él solo antes que Julián regresara.

Se tiró un rato a la pile para relajar con algunos de sus compañeros y después tenían que ir a entrenar un poco. Luego del almuerzo capaz podría perderse por ahí cuando todos se fueran a dormir la siesta, cuando todos estuvieran durmiendo podría invitar a la habitación a...

Una toalla impactó contra su cabeza cubriéndola como un velo y sacándolo de sus pensamientos, al toque escuchó una risa.

—¿Qué onda, loco? —le dijo Leandro Paredes acercándose. También había estado en la pileta y estaba con el pelo tan mojado como él—. Andas en cualquiera, ¿todo bien?

Enzo le tiró la toalla mientras se reía y Leandro lo miró confundido.

—Perdón, pero me cuesta concentrarme cuando me acuerdo la terrible piña que te metió el Cuti —dijo intentando no reírse al ver la marca que su compañero tenía abajo del ojo. Varios habían ligado piñas ese día, pero ahora estaba todo bien—. Igual tranqui, si los bosteros están acostumbrados a que los hagan mierda siempre.

Leandro alzó las cejas y se rió. Enzo siempre era muy orgulloso de su club y no temía ocultar que era un hincha fanático de River. No le molestaban las gastadas, sabía que podía responderlas igual de sarcásticamente.

Apoyó su codo sobre el hombro de Enzo y lo miró con una sonrisa divertida. Leandro era unos centímetros más alto que Enzo y eso le permitía mirarlo por encima.

—Que loco eso que decís —dijo haciéndose el distraído y miró a los ojos de Enzo fijamente—. Si mal no recuerdo son ustedes, gallinas, los que suelen estar ahí abajo, como cuando estuvieron en la B.

Leandro se inclinó un poco más sobre el cuerpo de Enzo y lo miró arqueando las cejas, buscando desafiarlo. Ese omega rebelde siempre era muy quilombero y divertía a todos con sus delirios, pero Leandro sentía una atracción especial hacia él que quería explotar ahora que habían empezado a joderse.

Enzo lo miró sin achicarse, sin temer sus palabras porque así era él y le gustaban los desafíos.

—¿Y qué tiene que River haya estado en la b? —preguntó mirándolo como si no le importara absolutamente nada de lo que le había dicho—. Volvimos y la rompimos toda...

Leandro se rió, su codo permaneció sobre el hombro de Enzo y se inclinó un poco más para verlo más cerca.

—Y... que deberías hablarle más respetuosamente a tu papá, nene —agregó Leandro y sonrió con todos los dientes—. Nosotros nunca estuvimos en la B

Esos comentarios siempre molestaban a Enzo, pero se había vuelto algo habitual en su rutina decirse ese tipo de cosas. Antes se las tomaba un poco más en serio, quizás entraría en una discusión si no fuese Leandro quien le estaba hablando.

—Pero quién te crees que sos vos —dijo con una sonrisa de suficiencia y puso los ojos en blanco mientras se mordía los labios—. Anda a quejarte a tu grupo de alfas machitos, tenes suerte que fuera el Cuti quien te pegó y no yo o te mataba.

Fuck you twice | Dibu Martínez x Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora