Cercanía

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El día que iban a jugar el amistoso contra Panamá, todos se levantaron de muy buen humor. Capaz era la emoción por volver a jugar juntos después del mundial y también por reencontrarse. Eran como unas vacaciones para todos de sus vidas reales y muchos en el grupo lo necesitaban. Había varios ahí que se levantaban siempre temprano, pero otros aparecían más tarde.

Enzo se había levantado con Julián re temprano ese día. No daba más de la ansiedad y no podía entender cómo su amigo estaba tan tranquilo. Él procesaba todo más por dentro mientras que Enzo tenía siempre mucha ansiedad por jugar, ni hablar de cuando jugaron la final. Obvio que querían ganar, pero también disfrutar de esa fiesta. El Chiqui ya les había dicho que después del partido iban a tener una cena en la AFA para ellos y sus familias, cosa que emocionó a todos porque estaban ávidos de joda. Apenas habían podido festejar ser campeones del mundo y deseaban poder disfrutar ese sueño un poco más en casa, en esa familia que habían formado.

Enzo se distrajo haciendo unos mates que compartió con varios de sus compañeros y se colgó hablando con Nico Otamendi. Éste le había dicho que lo extrañaba en el Benfica y Enzo la verdad que también, pero ya estaba hecho el pase. Tenía que seguir trabajando en el Chelsea, porque Enzo fue quien quiso ir a la Premier y vivir en Inglaterra, ya no podía cambiar esa realidad.

Sólo se distrajo cuando se encontró con la mirada de Emiliano. Lo observó hablando con Germán y el Huevo, pero Enzo sintió escalofríos cuando notó que el arquero le sonreía. Esas miradas le recordaban a cuando todo entre ellos estaba bien, cuando no tenían esas barreras que ellos mismos se crearon y Enzo quiso probar algo.

Sonrió de una forma particular y movió su cejas sugestivamente antes de levantarse.

—Ahora vengo, voy a buscar agua para el termo —habló a sus compañeros llevándose su mate y su termo medio vacío.

Caminó con lentitud hasta que sintió alguien cerca de él y sonrió porque olió de quién se trataba.

—¿Querés que te ayude con eso? —preguntó Emiliano y Enzo sonrió ampliamente antes de darse vuelta.

Después de todo ese tiempo y todos los quilombos, Emi parecía saber todo lo que pensaba.

—¿Te pensás que no puedo hacerlo solo? Si cebo mates mejor que vos...

—No sé, hoy no me diste ninguno —respondió y se acercó para pararse a lado de Enzo—. Si querés me voy...

—No —dijo rápidamente y luego se aclaró la garganta—. No, vamos... Estaría bueno hablar, ¿no?

—Siempre se nos dieron mejor otras cosas, pero también tenemos buenas charlas.

Enzo no iba a negar eso. Muchas veces había hablado con Emi varias horas, se dijeron chistes, se chicanearon, también dijeron cosas sucias y palabras de amor. No creía que alguna vez pudiera comunicarse tan bien con alguien.

Enzo puso agua en la pava eléctrica y cambió la yerba del mate mientras Emiliano se apoyaba contra la mesada de esa cocina.

—¿Cómo estás vos? —le preguntó con su voz grave y baja. Ese arquero tenía la capacidad de ponerle los pelos de punta solo con hablar suavecito.

—Bien, bien, contento de volver —respondió Enzo sonriendo mientras seguía con su tarea. Buscó la yerba y comenzó a llenar el mate—. ¿Vos?

Emi miró sus zapatillas debatiéndose qué responderle. No estaba seguro de querer hablar de ese tema tan pronto. Estaban llevándose tan bien ahora, se habían acercado como antes, no quería cagarla llevando un tema que los haría pelear.

Fuck you twice | Dibu Martínez x Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora