Un pendejo

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Apenas volvió a Londres, Enzo fue a buscar a su hijo.

Joao había cuidado bien del gatito, pero, apenas lo vio, Pollito se acercó a saludarlo dando varios maullidos. Su compañero mencionó que, a pesar de ser gato, Enzo lo estaba criando mimoso como un perro, pero eso no le importó. Apenas alzó al animal, lo abrazó como si llevara meses sin verlo. Realmente lo había extrañado mucho.

No se fue al toque. Decidió quedarse un rato más a charlar con Joao. Era uno de los pocos, capaz que el único, con quien podía mantener una conversación fluida. Así que su amigo lo invitó para que le cuente cómo le había ido.

—La pasaste bien en Argentina —comentó Joao acariciando a Pollito mientras Enzo preparaba el mate y el gato se acomodaba en el sillón para dormirse. Enzo estaba intentando lograr que al portugués le gustara la tradición argentina—. Pareces feliz..

—La verdad que sí —asintió Enzo tomándose un mate hasta hacer ruido—. Esos días allá me vinieron bien.

Por alguna razón, Joao lo miró con los ojos entrecerrados, de una forma sospechosa que Enzo no entendió.

—Estuviste con alguien —dijo el portugués guiñándole un ojo de forma cómplice—. Se nota en tu cara.

Enzo apretó los dientes impactado y no alcanzó a decir nada, porque Joao se rió y pareció interpretar su expresión como una afirmación.

—Callate, boludo —espetó intentando que su compañero del Chelsea no se burlara de él—. ¿Qué te importa, además?

—¿Ah? No sabía que tenías una faceta tímida, esa persona que tienes en Argentina te debe gustar mucho —meditó Joao hasta que se le ocurrió algo—. ¿O es alguien de la selección?

Odió en ese momento cómo ese pelotudo parecía sacar conclusiones tan rápido y Enzo comenzó a sentirse más nervioso, sobre todo por cómo Joao lo miraba con curiosidad, como si pudiera oler lo que en verdad pasaba. Prefirió tomar otro mate y pasarle uno a su amigo mientras se sentaba con él en el sillón de su departamento. Pollito enseguida se acercó para acostarse cerca de él y Enzo lo acarició de forma automática.

—No tengo por qué decirte, chabón.

—Qué mal, la verdad que hay varios argentinos interesantes, tienen unos alfas que uff —Joao suspiró mientras buscaba su celular y abría Instagram—. Este por ejemplo, el de la Juventus.

—¡¿Te gusta Leandro?!

—Es lindo... Aunque me gustaría uno que sea más alto que yo, como el arquero.

Esa palabra hizo que algo se quebrara en Enzo y mirara a su compañero de una forma poco agradable. Argentina tenía tres arqueros y más le valía a la trola de mierda no estar hablando del que él pensaba.

—¿De cuál hablás? —preguntó casi apretando los dientes—. Mejor no me digas, no quiero saber.

A pesar de que dijo eso, Enzo notó que Joao había abierto el perfil de Instagram de Emiliano.

—¡Che, no...!

—Oh, Enzo, dale... —insistió Joao—. ¿Vas a decirme que no? Semejante alfa, por favor...

Enzo quiso sacarle el celular para cerrar el Instagram de Emiliano pero terminó tirándole el mate encima a Joao. No es que se arrepintiera y Pollito no salió herido.

—¡Ey! —gritó Joao y el mate cayó al piso.

Enzo se inclinó a recogerlo y pasó un trapo para limpiar el quilombo que hizo.

—Te pasa por chusma, boludo.

El portugués comenzó a limpiar su ropa y quitar la yerba caliente mientras Enzo volvía a preparar el mate con un puchero en la boca. No había sido algo grave, pero sí le pareció raro y una idea se instaló en su mente.

Fuck you twice | Dibu Martínez x Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora