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—Por favor, YoonGi... Dios nos está observando.— imploro JiMin tratando de soltarse.

YoonGi sonrió con picardía —Que nos mire si quiere.

—¿Acaso no te importa que vayamos al infierno? — preguntó desesperado el menor.

—Si tú vas conmigo iría con gusto.

El padre Park no pudo refutar en absoluto, pues los labios de YoonGi se encontraban sobre los suyos besándole con rudeza.

Habían pasado ¿4 o 5 días? JiMin no sabía con exactitud por qué en ese lugar no había ni un solo reloj, pero lo que sí sabía era que el hermano Min no lo dejaría libre por más que se lo pidiera.

Después de aquel oral el peligris lloró hasta dormirse, tuvo pesadillas con el infierno y fue por eso que le insistió a YoonGi para que no lo volviese a tocar. El mayor había aceptado no porque quisiera sino porque tampoco quería asustar a JiMin más de lo que ya estaba, su plan no era dañarlo o por lo menos no de esa manera.

YoonGi en aquel momento lo desató a excepción de las manos, lo cargó como un costal de papas y abrió una de las puertas. JiMin observó el lugar en cuanto entraron, era una habitación o por lo menos eso creía porque había una cama, un closet, un pequeño mueble de noche y un espejo en el techo.

El pelinegro lo recostó en la cama con suavidad y se sentó en el borde mirándole con una sonrisa. Esa misma tarde, YoonGi le confesó al padre Park sus pecados.

Estaba enamorado de un hombre desde hace cinco años y ese hombre era él, Park JiMin.

La noticia fue como un golpe al estómago, el menor no supo qué responder en ese preciso momento, pero lo que sí le dijo a YoonGi fue que hacía mal, que no podía retenerlo en ese lugar solamente por su obsesión. El mayor no lo escuchó, lo ignoró por completo, le dejó muchos besos en todo el rostro y se retiró sin más.

Los siguientes días YoonGi iba a platicar con él, le llevaba comida, lo ayudaba a bañarse, a vestirse, a peinarse e incluso algunas veces dormían juntos. Aunque JiMin no sabía cómo actuar o reaccionar a todo eso, estaba muy confundido, aún no podía procesar todo lo que estaba sucediendo y en parte agradecía que el hermano Min no lo volviera a tocar de manera sexual.

Sin embargo, esa tranquilidad no duró mucho porque el padre Park había despertado esa tarde atado a la cabecera de la cama. Sabía que era obra de YoonGi, más este no se encontraba en la habitación por el momento. Intentó liberarse, pero las cuerdas estaban bien amarradas y solo lograba lastimarse la piel.

Pasó aproximadamente una hora para que el mayor apareciera, JiMin quiso hablar y pedirle que lo soltara, pero no se animó a hacerlo. YoonGi tenía una mirada distinta a la de los demás días, se veía molesto o quizás ¿Tenso?

El pelinegro había tenido una visita inesperada en su hogar horas antes, el padre Kim había aparecido interrogándolo sobre el paradero de JiMin y eso lo había enfurecido demasiado. No había ni una sola prueba que lo apuntará a él como el responsable de la desaparición del padre Park y YoonGi sabía por qué se había encargado de que así fuese.

Sin embargo, TaeHyung sospechaba de él porque fue el último en verlo y creía firmemente que Min estaba enamorado de JiMin, así que en cuanto recibió la llamada de la iglesia del extranjero informándole que el padre Park nunca llegó, fue directamente a su casa.

YoonGi se las arregló a duras penas para sacarlo de su hogar, mintió lo mejor que pudo diciendo que en cuanto salieron de la cafetería ambos se separaron y no había vuelto a saber de él. Hasta le dijo al padre Kim que si quería podía acompañarlo a la estación de policía para poner una demanda de búsqueda en nombre de JiMin.

𝓜𝔂 𝓻𝓮𝓵𝓲𝓰𝓲𝓸𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora