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Los días pasaron como si nada, JiMin se entregó por completo a YoonGi sin importar el castigo que conllevaría amar a un hombre. Se hicieron más cercanos, hacían todo juntos y la necesidad que sentía el padre Park por salir de ahí se extinguió y fue reemplazada por deseo sexual.

Pero había un problema... El mayor no lo había vuelto a tocar y JiMin sentía que había hecho algo malo, que había arruinado las cosas o algo parecido y que por eso YoonGi no lo volvería a amar de esa manera.

La verdad era totalmente distinta, Min le estaba dando su espacio para que pudiera procesar su primera vez. Sabía que JiMin era virgen y que había sido su primer acto sexual, aparte del oral que le había realizado el primer día que llegó. Solo estaba esperando a que reconociera sus sentimientos, que descubriera si le había gustado lo ocurrido.

Sin embargo, el peli gris anhelaba volver a ser tocado, quería sentirse nuevamente así de pleno y no sabía cómo pedirlo. Esa noche YoonGi tuvo que salir para comprar más comestibles para ambos y entonces JiMin aprovechó para idear una manera de atraer al mayor.

Pasó varias horas viéndose en el espejo sobre su cama, se encontraba desnudo y tenía una erección potente. Aún tenía marcas en su piel de su primera vez, había mordidas, chupetones y manchas rojizas que YoonGi le había dejado y verse a sí mismo de esa manera lo excitaba.

Pensó en tocarse como el pelinegro lo hacía, pero no se animó, decidió buscar algo más que hacer y optó por doblar la ropa que Min le había regalado. Cuando estaba guardándola descubrió que había un cajón en el closet que no había abierto desde que llegó y cuando lo hizo dio un paso hacia atrás un tanto alarmado.

Dentro de ese compartimiento había mucha ropa interior ¿Femenina? No lo sabía realmente por qué eran en su mayoría hilos y encaje, pero aun así tomo una prenda de color blanco. La detallo con los ojos, era puro encaje transparente, un baby doll precioso que sin lugar a dudas atraería a YoonGi, revisó lo demás y separó la prenda anterior junto a unas medias del mismo color.

JiMin comenzó a imaginarse la reacción del mayor en cuanto lo viera y sintió una fuerte necesidad sexual, más prefirió tomar una ducha y cambiarse para esperarlo. Era extraño, hace unas dos semanas era el padre Park y ahora tan solo era Park JiMin, un chico recién entrado al mundo sexual del cual no planeaba salir ni, aunque ardiera en el inframundo.

Las palabras de YoonGi le habían llegado tan profundo que ahora lo único que creía era que su demonio personal era el mayor y que se entregaría a él cuantas veces se dieran con tal de volver a sentirse de aquella manera. Tan amado, deseado, tan completo... tan real que ni siquiera su religión ni el mismísimo Dios le darían tanta satisfacción.

YoonGi decía que él era su religión, pero la verdad es que JiMin veía a YoonGi como su nuevo Dios.

Una vez duchado se colocó las prendas, se recostó sobre la cama de nuevo y se observó así mismo en el espejo del techo, se veía precioso. Las medias se amoldaban perfectamente a sus piernas y el baby doll le quedaba a la perfección, como si estuvieran hechos para él personalmente. Quizás sea así, YoonGi era tan detallista y romántico que probablemente los había mandado a hacer, esa idea hizo que JiMin sonriera como bobo enamorado.

El mayor recién llegaba a su casa, dejó las compras sobre la mesa de la cocina y acomodó todo en su lugar antes de dirigirse al sótano. Todo con su ángel estaba yendo prácticamente bien, así que llevaba una sonrisa extensa en su rostro, nunca se había sentido más feliz como en este momento.

Al finalizar sirvió en un plato algunas fresas, chocolate y se llevó unos plátanos para picar un poco con JiMin antes de tener que hacer la comida.

Cuando YoonGi entró a la habitación del menor lo encontró recostado con la sábana cubriéndole hasta el pecho y fue por eso que pasó como si nada.

𝓜𝔂 𝓻𝓮𝓵𝓲𝓰𝓲𝓸𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora