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TaeHyung estaba demasiado preocupado, nadie sabía nada de su amigo y por más que le buscó por todos lados no lo encontró. La iglesia del extranjero no tenía ni la mínima pista de su paradero y cuando puso la denuncia en la policía revisaron las cámaras del aeropuerto, más JiMin no aparecía allí.

Tuvo que comenzar a pegar carteles con la imagen del padre Park en los postes de la calle, pidió a la congregación su cooperación para hacer más rápida la búsqueda, pero, aunque llevaban ya seis meses, no lograron absolutamente nada.

El padre Kim estuvo a punto de rendirse si no fuera porque se encontró con el hermano Min en el súper cercano a su hogar. Llevaba mucho tiempo sin saber de YoonGi y aunque había sospechado de él con anterioridad, no había pruebas en su contra, así que se centró más en buscar a JiMin que en culpar a alguien.

—Lleva comida como para un ejército.— señaló TaeHyung mirando el carrito.

El pelinegro sonrió a medias de manera tranquila, levantó los hombros, restándole importancia y continúo metiendo mercancía.

—No lo he vuelto a ver en la iglesia.— insistió el padre Kim siguiéndole los pasos y observando lo que compraba.

YoonGi viro los ojos cansinos de ese asunto —Simplemente ya no me interesa la iglesia.

—¿De verdad? ¿Por qué?

—Tengo otra religión.— comentó como si nada el mayor dirigiéndose a la siguiente fila.

—Vaya... ¿Cuál? — preguntó TaeHyung observando como YoonGi tomaba casualmente el cereal favorito del padre Park.

—Padre Kim... no creo que esta plática se dirija hacia ningún lado, no tengo tiempo, si me disculpa tengo mejores cosas que hacer.— contestó de mala manera el pelinegro.

TaeHyung no insistió más, lo vio ir directamente a una caja y pagar sus productos, pero no estaba tranquilo con los detalles que pudo notar, así que dejó de hacer sus compras y lo siguió.

YoonGi llegó a su casa, vivía a solo unas cuadras del súper y por eso no había ido en auto. Abrió la puerta, la pateó y entró dejándola abierta para ir a la cocina y dejar las compras sobre la mesa.

Cuando regresó para cerrar la puerta no fue consciente de que alguien más había entrado después de él y cerró despreocupadamente.

El pelinegro volvió a la cocina, acomodó las compras y al terminar bajó al sótano. Todo sin saber que había un intruso en su hogar que seguía sus movimientos pacientemente.

TaeHyung lo vio dirigirse a una puerta y él esperó unos segundos para también entrar por ella. Bajo las escaleras y noto que el lugar estaba muy distinto al primer piso, muy arreglado y elegante para ser un simple sótano. Escuchó unas voces y se dirigió a la puerta de donde provenían, giró la perilla lentamente y abrió silenciosamente para no ser descubierto.

—Por favor padre Park... ¿Cuál es mi condena? — preguntó la ronca voz de YoonGi.

El padre Kim tuvo que parpadear varias veces para confirmar lo que sus ojos veían, JiMin se encontraba de rodillas delante del pelinegro con sus manos en forma de rezo, iba vestido solamente con una camisa negra de botones y el cuello blanco clerical de la iglesia.

—Mantenerse quieto mientras yo lo castigo.— respondió pervertidamente el peli gris.

TaeHyung abrió los ojos en grande cuando vio como el padre Park le desabrochaba los pantalones a YoonGi y comenzaba a realizarle un oral.

Tardó en procesar un poco lo visto, pero en cuanto se repuso salió disparado de allí para ir directamente a la estación de policía y denunciar que Min YoonGi retenía en contra de su voluntad al padre Park.

Mientras tanto, JiMin se encargaba de saborear perfectamente el eje de su pareja, tomó el tronco con ambas manos y comenzó a masturbarle mientras que se lo introducía lo más profundo posible en su boca. Tenía arcadas porque el glande llegaba a tocarle la campanilla, pero aun así no se detenía, le encanta devorarse la deliciosa verga de YoonGi como para no continuar.

El mayor enredo sus cabellos grises en sus dedos, ignorando la señal que el padre Park le había dado de que se quedara inmóvil y comenzó a penetrarle la boca sin importarle ahogar al menor.

JiMin soltó el miembro del contrario y llevó sus manos al propio para masturbarse y terminar al mismo tiempo.

YoonGi se corrió en la garganta del menor y el contrario disparó su semen en sus muslos, estómago y manos.

—Minnie déjame limpiarte para preparar la comida.

El peli gris asintió poniéndose lentamente de pie con ayuda del mayor —¿Puedo ayudarte Yoonnie?

—Tú puedes hacer lo que quieras conmigo amor.

Y esa era solamente la verdad porque después de tanto tiempo conviviendo los sentimientos por el otro habían florecido como un cerezo en plena primavera.

YoonGi amaba a JiMin.

JiMin amaba a YoonGi.

Pero... ¿Realmente era así o el padre Park era solo una víctima que debía ser salvada como TaeHyung creía?

De cualquier forma, la que fuera, JiMin no quería ser salvado y mucho menos después de haber probado el delicioso sabor del pecado.

De cualquier forma, la que fuera, JiMin no quería ser salvado y mucho menos después de haber probado el delicioso sabor del pecado

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𝓜𝔂 𝓻𝓮𝓵𝓲𝓰𝓲𝓸𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora