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Los caminos eran confusos, muchos de ellos llegaban al mismo lugar donde habían estado hace 5 segundos y su paciencia era bastante limitada en casos como estos.

Karl permaneció en el centro según le dijeron, Ranpo le dio varias vueltas al laberinto por la izquierda y Poe se había ido por la derecha, fue cuestión de tiempo para que los tres volvieran a encontrarse en el mismo lugar donde dejaron al mapache.

El sol comenzaba a ocultarse, la dimensión de la pequeña o, quizás interminable cosecha estaba sujeta a cuestiones de tiempo y clima, el reloj de bolsillo que llevaba el mayor nunca se detuvo y las nubes en el cielo seguían su curso.

Simplemente los senderos no eran los correctos o ellos hacían algo mal, pero no lograban llegar a ninguna parte nueva.

Ranpo se dejó caer sobre el césped amarillento, exhausto de tanto mirar y mirar más de lo mismo. Aburrido a más no poder y sin la menor idea de a dónde dirigirse, porque podría escapar de una forma, pero una demasiado cruel.

No quería tener que ser así.

- ¿Aún nada, Ranpo-kun?- cuestionó el mayor

- Hay...- interrumpió sus propias palabras lo más rápido que pudo, Poe quedó confundido - No, e-es decir, me parece que hay algo pero no es nada viable

- Menos estando a minutos del anochecer- mencionó sosteniendo a Karl en sus piernas - Pero el cielo es lindo, podríamos descansar por aquí, ¿habría algún problema con ello?

- No, no hay ninguno- dijo suspirando agotado - No te vayas tú solo por alguna parte rara, no verás nada sin mí

- No es de mi agrado dejarlo a usted solo tampoco

El detective chasqueó la lengua por simple costumbre y se colocó boca arriba, admirando el cielo despejado cubierto por estrellas brillantes casi tan reales cómo las del mundo verdadero. Estaba preocupado en el fondo, no sabía nada de sus compañeros ni de su jefe, había sido un día completamente desperdiciado.

Pasó sus brazos por detrás de su cabeza, cerró los ojos tratando de calmar sus dudas aunque sea unos minutos. De pronto le llegó una idea, un poco tonta porque le parecía demasiado obvio, pero no perdía nada con intentar.

Quedó sentado de golpe sobre la hierba, alarmando al contrario por un instante hasta que lo vio alzar su mano en señal de calma. En silencio, vio que Ranpo caminaba solitario entre el trigo, las paredes invisibles no lo dejaban avanzar, aún así seguía el camino que marcaban.

Poe veía que, en resumen, era cómo si quisiera salir con los ojos cerrados de una habitación a oscuras.

El menor se detuvo en cierto punto, poniendo su mano derecha al frente de todo para tantear con sus dedos la siguiente pared. Los laberintos tenían un problema muy común, hicieras lo que hicieras, un par de vueltas en la misma dirección y en el orden correcto siempre te daría una salida más fácil.

Lo aprendió jugando con Kyouka y Atsushi, nunca esperó que le fuera a ser de utilidad en la vida.

- ¡Ya lo encontré!- le gritó entusiasmado al contrario - ¡Ten cuidado, sólo sigue mi voz y déjate llevar por mis bellos gritos!

- ¡T-Tenga cuidado ta-también, no se aleje d-de donde está!- respondió subiendo a Karl a su hombro, prácticamente corrió hasta el detective - ¿Qué descubrió, Ranpo-kun?

- Nada del otro mundo, pero necesitaba que las luces se apagaran un momento...- hizo una pequeña pausa para respirar y suspirar profundo - ¿Sabes eso de que los ciegos parecen tener un sentido de la orientación más desarrollado que una persona con total visión?

Nosotros contra el mundo // RanpoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora