•4

1.3K 208 230
                                    

La verdad era confuso todo, porque no lograba verle el lado lógico a todo lo que pasaba. Aunque podía ser simplemente una adaptación horrible de Alicia en el País de las Maravillas.

Sólo que sin Alicia, ni el país, ni las maravillas.

Más bien eran un detective y un escritor rivales de toda la vida junto a su compañero mapache, un lugar tan extraño como nubes verdes en el cielo y la maravilla de que cualquier cosa podría querer matarlos en apenas unos segundos.

Continuaron explorando un largo rato por todo el lugar, seguía siendo un prado lleno de flores y césped de gran altura que les impedía ver la mayoría del panorama, no había mucho para decir sobre ello. Excepto que la flor de antes les había dejado cierta intriga, especialmente a Ranpo.

Necesitaba investigar más a fondo todo el territorio, tenía la leve sospecha de que las emociones que recorrían su sangre eran las mismas que influían en el lugar. Un mundo manejado por las emociones, que luego de sufrir en la noche por la angustia, le atacó a él en específico.

Porque Poe no se veía con preocupaciones tan severas, su único motivo para continuar allí era cuidarlo a él y a Karl, fuera de ello no tenía nada que considerara realmente importante. Pero sus dudas eran el verdadero enemigo, por eso debía controlarse mejor.

La caminata no les ayudó en mucho, el sol iluminaba su camino y las nubes en el cielo desaparecían cada cierto tiempo, ninguno sabía qué hacer ahora o a dónde ir.

Las necesidades básicas no parecían existir allí y es algo que agradecían, encontrar comida o agua hubiera sido su peor problema además de las múltiples cosas que querían asesinarlos.

Aún así, Poe no se alejaba por nada. Aunque su caminar fuera apresurado debido a los nervios de querer tener todo bajo control, él no se quedaba detrás, Karl lo perseguía por todas partes, Edgar lo seguía y trataba de emparejarse a su manera de andar.

El pasto crecía en muchas partes y se quedaba de una altura normal en otras, sus cambios eran constantes y aunque a veces eran tardíos, sólo era cuestión de esperar a que volviera a crecer. Inmediatamente dedujo algo que sonaba ridículo, y necesitaba ponerlo a prueba.

Pero, por favor, no era necesario que se siguiera esforzando por alguien que no podía cuidarse a él solo.

Así que se detuvo.

— ¿Oc... Ocurre a-algo?– preguntó el contrario levemente agitado — ¿Ranpo-kun?

— ¿Aún tienes la pistola que le quitaste al mocoso?– ignoró su pregunta contestando con otra — Si, si la tienes, dámela

— Ah... c-claro

Como se lo pidió, tal cual le entregó el arma en la mano. Sin condiciones ni cuestionamientos, nada que pudiera ponerlo más ansioso de lo que ya estaba, puesto que no deseaba molestarlo.

Sin embargo, ver que se apuntaba a sí mismo a la pierna le desesperó rápidamente.

— ¿¡Q-Qué haces!?– gritó asustado arrebatándole el arma de la mano — ¡No, eso n-no se hace, no tiene sentido!

— Confía en mí

— Lo hago, obviamente q-que lo hago... pero no así, no voy a dejar que se haga daño de esta manera, debe haber otra s-salida

— Poe-kun, esto es más rápido

— Rápido o no, me da exactamente igual si nos quedamos aquí 1 día o 500 más, no permitiré que esto pase

Edgar lo decía muy en serio, no podía ver sus ojos pero algo tan sencillo como su tono de voz le dejaba muy en claro sus intenciones. Sonaba severo, un leve golpe dentro de su pecho que salía con palabras cubiertas de verdad y preocupación.

Nosotros contra el mundo // RanpoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora