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Poe no sabía exactamente por qué, pero ese mal presentimiento se hacía cada vez más grande conforme avanzaban hacia el árbol.

Era el único en prácticamente todo el lugar, ¿de qué les iba a servir ahora que un espantapájaros asesino los estaba buscando y los perseguiría hasta probablemente matarlos? Exacto, de nada en lo más mínimo.

Pero iba a confiar en Ranpo, por siempre y para siempre porque era muchísimo más inteligente que todo el mundo.

Cuando finalmente llegaron al pie del dichoso árbol, los tres sintieron la pequeña ráfaga de viento moviendo con fulgor el césped y los miles de flores, haciendo que muchos pétalos saliesen volando a la deriva.

Se vieron interrumpidos cuando una flor luminosa apareció de repente en el medio de todo, se extendió hasta ellos con ayuda de una planta en el piso, fue arrastrándose por la tierra para llegar a sus manos.

Dejó que Ranpo la tomara entre sus manos, suaves y cálidas que hace un momento habían tomado las suyas. El detective acarició el borde de un pétalo anaranjadito, una luciérnaga del mismo color salió del centro.

— Es muy linda– murmuró el menor, completamente maravillado — Creo... que deberíamos llevarla con nosotros

— ¿Eso crees?– cuestionó de regreso, veía el reflejo en sus ojos de la hermosa luz proveniente de la flor — ¿Es importante para la misión?

— No, sólo creo que es bonita ¿verdad?– dijo con burla haciendo avergonzar al contrario que esperaba alguna razón más importante — Bueno, este árbol no tiene peligro de nada, podríamos descansar aquí

— ¿E-Estás seguro, Ranpo-kun?

— Claro... estoy cansado, nunca había caminado tanto en mi vida o al menos no que yo recuerde

— Bien, e-entonces descansemos

Karl bajó de su hombro para subir por las ramas del árbol, subiendo hasta lo más alto y así asegurarse de que no tenía nada fuera de lo común. Edgar sonrió por ello, y a su vez, vio las estrellas nuevamente.

Había algo en ellas, algo que le estaba brindando la calma que le faltaba y que le incitaba a controlar sus constantes ataques momentáneos de pánico. Además de Ranpo y su mejor amigo, evidentemente.

Se recostó al lado del menor, sus manos sobre su pecho para respirar profundo y luego suspirar con cansancio. Esperó y esperó, no quería ser el primero en quedarse dormido y que sucediera otro ataque como el anterior.

Debía cuidar del detective, la Agencia entera jamás podría perdonarlo y él mismo tampoco podría hacerlo si algo malo le ocurría.

— Poe-kun...– escuchó a su derecha, escuchó la hierba moverse levemente ahí mismo — No puedo dormir

— Entiendo– apoyó a su compañero — ¿Puedo contarte un cuento para que concilies el sueño de nuevo?

— Cuéntame algo de tu vida, eso sí me interesa– le sonrío despacio, apenas una pequeña curva en sus comisuras — No necesito que me aburra algo para poder dormir, quiero sentirme cómodo al hacerlo y ya

— Comprendo– mentira, no comprendía del todo y se estaba muriendo de los nervios, la pena, la vergüenza y quería que la tierra se lo tragara

— Dónde vivías... ¿había mucha nieve?

— Si, capas y capas de blanca y preciosa nieve que se comparan con las nubes en un cielo azulado, tan profunda como el océano e igual de fría, tanto que un toque de tu mano desprotegida se sentía cómo tocar fuego proveniente del infierno

Nosotros contra el mundo // RanpoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora