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Adrien miro con incomodidad al gran grupo de fans que tenía fuera de la universidad. Miró con rapidez a ambos lados de la calle esperando ver su auto con su guardaespaldas en el, pero este no estaba.

— ¡Adrien déjame tomarme una foto contigo!

— ¿Puedes firmar mi póster, Adrien?

— ¿Podrías enviarle un saludo a mi hermana, Adrien?

— ¡Adrien hice unos chocolates para ti!

— ¡Adrien rayame la cara!

— ¡Traje un regalo para ti, Adrien!

El rubio suspiró profundamente, tomando aire y tratando de contener su mueca de disgusto.

— Lo siento a todos, quizás podría ser en otro momento. Estoy saliendo de la universidad, pueden incomodar a los demás estudiantes.

Las jóvenes soltaron un chillido de emoción, mientras algunos de los jóvenes que estaban presentes hacían una mueca de disgusto.

— ¡Eres tan encantador, Adrien!

— ¡De ensueño!

— Por favor, en un momento llegarán por mi —sonrió, incómodo—. ¿Podrían empezar a dispersarse?

Si bien su padre comenzó a ser menos estricto con él dejándolo salir de vez en cuando con sus amigos, sus condiciones eran que su guardaespaldas debía ir a recogerlo en su coche, siempre.

Incluso debía ir por el a la universidad.

— ¡Vamos viejo! —exclamó un joven—. Solo serán unas fotos, ¿qué te cuesta?

— ¡No le hables a Adrien de esa forma, grosero!

— ¡No estoy siendo grosero!

Y antes que comienza una discusión, la alerta de akuma lo salvó.

— Un akuma —dijo, aliviado—. Por favor, vayan a esconderse lo antes posible.

No tuvo que repetirlo dos veces, todos empezaron a irse rápidamente mientras el corría a un callejón lejano a transformarse. 

Vencer al akuma con ayuda de todo el nuevo equipo de superhéroes no fue difícil. Todos trabajan en equipo, sin embargo, los principales eran ellos: Ladybug y Cat Noir.

Cada nuevo miembro ponía de su parte, tratando de aportar lo más posible para derrotar al nuevo akuma de cierto villano. Mientras ellos los guiaban, aunque no mucho. Cada uno había aprendido lo necesario y sabía que debían hacer, eran un equipo y ya no una pareja de dos superhéroes, como antes lo fueron anteriormente el rubio y la azabache.

Cuando derrotaron al villano, cada uno se fue por su lado.

No sin antes chocar puños entre ellos y decir su típica frase de victoria: ganamos.

Pero, la actitud del portador del Miraculous del gato negro era agobiante.

Cada vez se presentaba más negativo y irritante. No quedaba mucho el antiguo Cat Noir al que le gustaba bromear y llamar por apodos lindos a la catarina. Ahora, era literalmente una versión masculina de la azabache, se mostraba más serio en las misiones, no bromeaba o jugaba a la hora de atacar a los akumatizados y sobre todo: no demostraba ni una pizca de ansias de coquetear a la heroína.

Incluso Ladybug soltaba algunos chistes a la hora de la batalla, tratando de regresar al Cat Noir de antes, pero él únicamente la ignoraba.

Con Adrien, era literalmente lo mismo. Empezó alejarse de sus amigos y a pesar que Marinette trataba de acercarse a él el rubio solo la ignoraba.

El comportamiento del joven tenía su justificación. Una gran parte era por su estrés, estrés al que se sometía cada día, le era frustrante no poder esforzarse lo suficiente en sus clases y a veces tener que ver la cara de decepción de su padre.

Cat Noir, héroe que alguna vez uso para liberarse de ser el perfecto Adrien Agreste, máscara que alguna vez llevo para presentar una personalidad que siempre habría querido tener, pero por el miedo a las exigencias de su padre nunca pudo, ahora todo eso era solamente un recuerdo insípido.

Antes siendo ese héroe con máscara se olvidaba de sus problemas, por solo unas horas no recordaba nada y eso lo llenaba de una forma única.

Ahora, siempre tenía cosas en la cabeza. Recordaba todo y planificaba todo lo que debía hacer cuando termine de ser él, sin máscara.

Ser Cat Noir lo salvó y en cierto momento lo lleno de mucha paz.

— Piensas mucho —habló de pronto una suave voz femenina.

Y de pronto regreso a la realidad. Vio que estaba sentado nuevamente en una chimenea, pero, ¿en qué momento se había detenido? ¿no estaba corriendo a su hogar?

— Tú eres... —pensó en voz alta, pensativa—. ¿Un héroe, verdad?

Entonces la vio. Era ella, la hermosa joven que había visto en ese enorme anuncio publicitario y ella ahora estaba casi enfrente de él.

— ...Si.

Fue lo único que pudo articular. Ella era hermosa, su cabello castaño estaba sujeto en un pequeño moño desarreglado, mientras unos mechones aún estaban sueltos alrededor de su rostro y un cerquillo decoraba su frente. Su piel era de una tonalidad perfecta, no era tan clara pero tampoco tan oscura, y sus ojos eran de un hermoso color esmeralda.

De tan solo mirarlos, sentía que podía perderse en ese hermoso color que transmitía naturaleza y tranquilidad.

— Genial —respondió, sonriendo de lado—. ¿Qué tal tu día?

Él la miró confuso.

— ¿Mi día?

— Si. ¿Cómo te fue hoy?

El rubio giro su cuerpo a dirección de la joven, dudando en responder.

— Si gustas puedo empezar yo para entrar un poco en confianza, al menos —propuso, acomodando sus brazos en el barandal del balcón en dónde estaba. No espero respuesta de él y continuo—. Hoy fue un día muy agotador para mí, estudiar y trabajar definitivamente no es una de las mejores experiencias que he tenido —confesó. Adrien asintió, entendiendo—. Pero, siempre logro animarme.

Ella sonrió, disfrutando de la brisa que había empezado a llegar a su alrededor, moviendo sus cabellos y haciéndola estremecer.

El de obres esmeraldas la miró incrédulo.

— ¿Logras animarte? —preguntó, siendo consiente de la respuesta pero también con cierto interés.

— Si —lo miró—. Hago y estoy estudiando lo que me gusta, eso me anima.

Adrien quedó en blanco por un momento.

— Lo que te gusta —susurró.

— Exacto, es como tu —él la miró, ligeramente asombrado, pero sin demostrarlo—. Tú eres un héroe y seguramente es porque te gusta. Debes sentirte vivo saltando por edificios, corriendo por los techos...

Entonces dejo de escucharla. Solo podía mirarla, ver cómo hablaba pero no entendía y ver cómo reía de vez en cuando pero no comprendía porque. Y cuando lo miró, sintió que de pronto los ruidos desaparecían y solo estaban ella y él. Ambos mirándose mutuamente mientras ninguno sabía que pasaba por sus mentes.

— Tus ojos son hermosos —fue lo último que pudo articular para después tomar su bastón y desplazarse a un edificio y próximamente irse corriendo.

Antes irse a dormir gracias al cansancio y los ronquidos de Plagg, la suave y encantadora voz de la joven apareció en su mente como un eco.

«Piensas mucho», fue su último pensamiento antes de dormir.

ONLY FOR YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora