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Marinette aplastó su almohada en su rostro. Mientras escuchaba el suspiró de su mejor amiga a lo lejos.

— No entiendo, ¿qué te molesta tanto?

— No me molesta —quito la almohada de su rostro suspirando—. Es el hecho que con solo unas caricias y una charla ella puede... —frunció el ceño— traerlo de vuelta. Eso me frustra.

— Marinette, has estado enamorada de Adrien desde la secundaria. Ya estamos en la universidad, ¿no crees que es momento de...?

— No.

Negó, levantándose de su cama.

— Marinette —dijo, con un tono de advertencia la morena.

— Alya, apóyame —suplico, cerrando las palmas de sus manos para ver a la joven.

— Siempre lo he hecho —suspiró—. Pero te estás lastimando, por favor Marinette, respétate.

— ¡Lo hago!

— ¡No parece! —exclamó—. Te comportas como en la secundaria, espiándolo y ahora siguiéndolo.

— Nunca me dijiste nada.

— ¡Dios teníamos quince años! Ahora ambas tenemos veintidós, casi veintitrés —la miró—. Lo que hicimos antes estuvo mal, Adrien podría haberse sentido incómodo.

— ¡No lo hizo!

— Marinette, creo que ya eres lo suficientemente grande como para darte cuenta de las cosas —se levantó de la silla en dónde estaba sentada, de la habitación de la azabache—. Aún seremos jóvenes pero no somos adolescentes con las hormonas alborotadas cómo cuando estábamos en la secundaria. Sabes diferenciar lo que está bien y lo que está mal, seguirlo evidentemente no está bien. Y ahora me dices, ¿qué te pusiste mal al verlo con otra persona? Marinette hace tiempo debiste darte cuenta que Adrien únicamente te ve como una amiga y salir de ahí. Incluso te considere la idea de salir con Luka pero te negaste.

— ...Luka él es...

— ¿Solo un amigo? —cuestiono, sarcástica—. ¿No es lo mismo que Adrien dice de ti?

— ¡Alya!

— Marinette, ¿no te das cuenta que Luka se siente exactamente como tú te sientes con Adrien? —la azabache bajo la mirada—. El lleva gustando de ti desde que se conocieron y tu siempre sigues tras Adrien. No quiero obligarte a quererlo solo a intentarlo, Luka es un muy buen chico.

— ...Yo...solo me gustaría intentarlo una vez más. Si no funciona yo...

— Has lo que gustes —fue hacía la puerta de la habitación de la joven que estaba en el suelo. Y antes de salir la miró de reojo—. Solo no te arrepientas luego. Nos vemos.

«Adrien...», pensó al ver las fotos del rubio que tenía, aún, en su pared.

🐧

La castaña sonrió, emocionada.

— Cantaremos la canción, por fin —chilló, entusiasmada.

Adrien la miró divertido. Riendo levemente.

— Estás muy emocionada.

— ¡Por supuesto! —lo miró—. Nunca había cantado en francés, va ser...increíble. Principalmente porque el idioma se escucha muy lindo.

El rubio río, nuevamente. Era cierto que los extranjeros decían que su idioma natal era uno muy llamativo y en si, agradable.

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