O8

12 2 0
                                    

Adrien, luego de algunas semanas lo había decidido. Le pediría ser su esposa, le pediría casarse con él.

Lo había conversado con Nino, era su mejor amigo después de todo. Además, quería tener ideas de cómo decírselo.

¿Una cena?

Muy formal.

¿Una sorpresa?

Mucha tensión.

¿Una pedida en la playa?

A ella no le gusta la playa. ¿Por qué pensaría hacer una pedida de mano en su lugar menos favorito?

- Solo dicelo.

- Debe ser especial, Nino.

- Adrien de por si una pedida de mano ya es especial, ¿qué más da dónde la hagas?

- Quiero que ella sepa que esforcé, se que de todas formas haga dónde lo haga ella estará feliz pero...quiero que en el fondo sepa que me importa.

El moreno suspiro, su viejo amigo nunca cambiaría. Siempre quería que todo salga bien y ahora que había acabó la universidad estaba empezando su vida adulta.

- Debes tener en cuenta el presupuesto también.

- El dinero no es importante, te aseguro que tengo lo necesario.

- De todas formas, contabiliza tu dinero. No gastes en cosas innecesarias para la pedida.

El rubio asintió, sonriendo en sus adentros.

Nino siempre había estado para el desde que eran muy jóvenes. Le alegraba aún seguir manteniendo esa amistad con el, ahora que ambos empezarían su vida como adultos.

- Vaya no esperaba encontrarlos por aquí -hablo una voz femenina.

Al frente, se encontraron a una Alya, acompañada de Marinette.

- Buenas tardes -saludo la azabache.

- Vamos, no tienes que ser tan formal nos conocemos desde la secundaria.

- Lo siento -admitió avergonzada Marinette.

La morena rió ligeramente al ver a su amiga, eso le recordaba a sus tiempos en la escuela. Cuando eran más jóvenes.

- Con Mari pensábamos en ir a cenar, ¿porque no vamos juntos? -cuestiono sonriente.

Ambos hombres se miraron teniendo un pensamiento mutuo.

- Estaré ocupado hoy, y en general toda la semana -explicó el rubio recibiendo un asentimiento por ambas amigas-. Lo siento, quizás en otro momento.

- No hay problema, otro día será -sonrió la azabache, Adrien le sonrió también.

- ¿Nino? -la morena miró a su novio, esté asintió-. Genial, en la otra salida quiero que estés ahí, Adrien -lo señaló divertida-. Te estoy avisando.

- Sin problema.

Al despedirse el rubio fue camino hacía su coche, manejó en las oscuras calles de París teniendo en su hombro a su mejor consejero y amigo de vida.

Plagg suspiraba de vez en cuando, soltaba algunos comentarios de los diferentes carros que veía haciendo reír de vez en cuando al rubio.

- Vas a llegar tarde.

- Estoy tarde, Plagg.

El pequeño kwami bufó.

- Seguro cuando lleguemos ella estará dormida.

- No le veo el problema, prefiero que descanse a qué se desvele por nosotros -admito Adrien dando una vuelta en una curva para luego ver su departamento a lo lejos.

ONLY FOR YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora