capitulo 3O

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Minho bajó del tren que lo había traído hasta Seúl, recordaba todo, estaba listo para ver a su dulce Seungmin y a su único hijo, la emoción era una palabra pequeña que no describía la emoción del alto

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Minho bajó del tren que lo había traído hasta Seúl, recordaba todo, estaba listo para ver a su dulce Seungmin y a su único hijo, la emoción era una palabra pequeña que no describía la emoción del alto. Con el dinero que tenía tomó un taxi, yendo a la dirección de su hogar, de esa casa que él y Seungmin habían comprado, con el fin de formar su propia familia, pero, así como había recuerdos felices, los recuerdos de lo que fue lo volvieron a atormentar.

Se escuchaba bulla y los nervios lo mataban, por fin, por fin vería a su Minnie, se armó de valor y tocó la puerta, la cual fue abierta casi al instante por un señor canoso, de no más de 50 años.

—¿Sí? ¿A quién busca? —pregunto el señor.

—Buenas noches... Soy Lee Minho, busco a Kim Seungmin, esta es mi casa.

—¿Su casa? Creo que se equivoca, esta es mi casa desde hace 7 años.

—¿Cómo?

—Si, el señor Kim me vendió esta casa hace 7 años —explico el señor.

—Entiendo... ¿Sabe dónde vive ahora?

—Lo siento, no lo sé.

—Está bien, muchas gracias.

El señor cerró y Minho salió de la propiedad con el ceño fruncido, Seungmin ya no vivía en esa casa, no sabía si Kyungsoo vivía en el mismo lugar, aunque era probable que no, debido a que su departamento era pequeño y ahora él estaba casado, con una hija. De todos modos, aunque supiera donde vive, no iría ahí, primero Jongin lo mataba antes de poner un pie en su casa.

Caminó por las calles, ahora si estaba perdido, no por no reconocer las calles, sino por no saber que hacer ni a donde ir, pronto iba a anochecer, si, podía ir donde sus padres o donde su hermana, pero de seguro ellos también pensaban que estaba muerto.

Siguió su camino por unos minutos hasta que un nombre se le vino a la mente, claro si no lo odiaba, él lo ayudaría. Minho conocía perfectamente la dirección de aquel departamento, si tenía suerte, él seguía viviendo allí y si tenía suerte, estaba en casa.

Tocó el timbre y esperó unos minutos antes que el rubio le abriera la puerta.

—Hola... —saludó con timidez.

—Oh Minho, hola, pasa por favor ¿Cómo has estado? —se hizo a un lado dejando entrar al pelinegro de cabello largo.

—Muy bien gracias ¿Y tú, Binnie?

—Pues yo... —se quedó en silencio— ¿Minho?

—Si, soy yo.

—No puede ser al alcohol me está haciendo efecto, ahora veo fantasmas.

Changbin se quedó parado frente al alto, esperando que su alcoholismo baje y ese fantasma se vaya.

—No Binnie, no estoy muerto, estoy vivo...

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