Pequeñas Cartas de Amor | Wenclair

Extra Final

El haberles presentado a Wednesday como su novia a sus padres no había salido muy bien.

La rubia sabía que podría salir mal, y así fue...

Era un sábado por la mañana, demasiado temprano para la licántropa, pero era un día especial, no había excusas para llegar tarde a la casa de sus padres.

Wednesday estaba acostumbrada a levantarse temprano, así que no fue difícil levantarse cuando el reloj dio exactamente las siete.

Enid les había dicho por celular unos días antes que vendría, sin embargo, no mencionó que traería a alguien con ella. A sus padres se les hizo raro que de repente quisiera venir a visitarlos, pero en parte les alegraba, bueno, solo a su padre, ya que su madre seguía enojada con ella por la vez anterior, pero en el fondo, muy en el fondo, también se sentía feliz.

La emocionada era la rubia de ojos azules, pues quería desde hace tiempo presentarles a Wednesday como su pareja oficial. No sabía que después se arrepentiría por eso.

Se había arreglado de la mejor forma posible, viéndose presentable ante la ocasión. Quería quedar bien con ellos.

Le insistió a Wednesday en que fuera formal, sin embargo, ella se negó rotundamente. Su novia sabía que no había manera de hacerla cambiar de opinión, en esta ocasión no, así que dejó que fuera como sea. Daba igual, solo iban a ver a los señores Sinclair, era un rato, un pequeño rato.

—¿Podemos irnos? —le dijo a la pelinegra cuando vio que estaba lista.

—Como sea.

—¡Okay! —y la tomó de la mano, saliendo de ahí hasta llegar a afuera.

Largo estaba ahí. Le hacía recordar a la vez que había ido por primera vez con los Addams, ahora era un pasatiempo ir a visitarlos.

No traían maletas, pues no planeaban quedarse, solo entraron y se acomodaron en los asientos traseros.

El camino era tranquilo. De vez en cuando Enid acariciaba las manos de su novia, hasta le resultaba loco que ya estaban por cumplir un año juntas.

Su corazón empezó a latir con intensidad a causa de los nervios al reconocer el camino por donde iban, estaban por llegar.

—Cara mia, tranquila —le susurró, dándole un apretón de manos. Amaba esos pequeños gestos en ella.

—Intento hacerlo, pero algo no me deja —volteó a verla—. Creo tener un mal presentimiento.

Wednesday negó.

—No hay nada que temer, son tus padres.

—Ese es el punto.

—Solo me presentaras, no nos quedaremos más de quince minutos si tu deseas.

—Sabes como son, sobre todo mi madre.

—Sí, me lo has contado un montón de veces —puso los ojos en blanco, ignorando el tema.

Enid trató de tranquilizarse, hasta abrazó a su novia, quien no se quejó.

—Me gusta el contacto con tu piel, amo abrazarte —murmuró, escondiéndose entre su pecho.

La pelinegra acarició su cabello, con ella se sentía segura.

—No creo que tu madre dé tanto miedo como dices que da —comentó monótona.

—Vas a arrepentirte cuando la conozcas, ya lo verás.

Pero Wednesday no creyó en sus palabras, al menos no en ese momento.

Llegaron después de un largo viaje, aunque no era tan largo como las veces que tenían que esperar hasta media hora o más para llegar a la mansión de los Addams.