Extrañaba terriblemente nuestra casa, el hotel era bonito pero ya había pasado más de una semana y Matías estaba más estresado que de costumbre, había bolsas de ropa por el piso ya que los armarios no eran suficientes para todo lo que compramos, Joaquín y Thomas estaban siempre encima de Matías cortandonos cualquier momento íntimo. Pero decidí ser comprensivo, un buen novio, me puse un conjuntito rosa de lencería, era un top, tanga, pollera de satén y unas medias de red. Me senté en la cama y le escribí a Ignacio que suba a la habitación urgentemente, subió y estaba serio, no sonrió cuando me vio ni me dijo algún piropo indecente como suele hacer, supuse que era culpa del estrés así que me propuse ayudar.— L: hola papi —sonreí haciendo puntitas para poder abrazarlo por los hombros— tengo muchas ganas de estar con vos
Comencé a darle besos en el cuello, me alejó suavemente y se sentó en la cama.
— E: tenemos que hablar Mauro —dijo, me confundió su actitud pero quise seguir, me puse atrás suyo y comencé a hacerle masajes en la espalda— Mauro
— L: hablame bonito —dije haciendo puchero, casi nunca me dice Mauro—
— E: te estoy hablando enserio —dijo molesto— lo mejor va a ser estar separados por un tiempo, Joaquín ya te reservo una habitación en otro hotel cerca de Puerto Madero, ahí van a llegar tus cosas
— L: ¿que carajo estas diciendo? —pregunté confundido, se levantó de la cama y trate de agarrarlo pero se soltó— ¡Matías! ¡Si me vas a dejar decime porque cagon de mierda!
Salió de la habitación sin dirigirme la mirada, comencé a llorar desconsoladamente, me puse mi ropa normal y guarde todo lo que pude en un bolso, no iba a dejar que me maneje la vida, no después de dejarme así.
Me puse la capucha del buzo y sali de la habitación lo más rápido que pude, Joaquín debe estar dando vueltas para llevarme a ese hotel.