EL FINAL

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Este es el final, pecas.

Nuestro final.


Asustada, cerré los ojos al momento en que los disparos eclipsaron el ambiente. Aquel sonido debió de haber reverberado hasta en lo más recóndito del bosque, pues no fue un disparo, ni dos. Fue un fusilamiento.

Nikolai, Ray y Kayn presionaban el gatillo tan rápido como es humanamente posible hacerlo, agudizando la puntería con tal de dar con precisión a sus objetivos.

Los encapuchados.

Claro que ninguno de ellos es cazador experto, por lo que no todas las balas les dieron, y de las que lo hicieron, no todas fueron letales para los sujetos.

Varios gritos de dolor acompañaron el bullicio. Se trataba de hombres que ahora tenían un agujero en la pierna, o mujeres que ya no podían mover el hombro. Todo eso era producto de la agresividad de mis amigos.

Como método de defensa, los encapuchados decidieron esconderse tras los árboles. Eso les daba tiempo.

Aún así el pronóstico era positivo para mi equipo. Con las pistolas de su parte, podían considerarse imparables ante un grupo de enemigos que solo tenía armas blancas.

Yo me quedé quieta en el centro del círculo. Mi mayor aporte en ese momento era no ser un estorbo.

Pero recuerden: si las cosas van demasiado bien, es porque vas perdiendo.

Así como en las películas ralentizan las escenas más dramáticas, mi mente decidió hacer lo mismo tras el estallido que rompió nuestra victoria.

Una bala fue disparada. El problema es que no provenía ni del italiano, ni del británico, ni del alemán. Era enemiga.

Vi lentamente como esa bala foránea esquivaba a los individuos de rojo para llegar a su verdadera víctima: Nikolai.

Mi grito fue tardío pues, en cuanto mis cuerdas vocales formularon el grito de peligro, el pecho del castaño ya había sido perpetrado por el metal.

El chico cayó al suelo de inmediato. Verlo chocar contra la tierra me paró el corazón, pero me vi en la obligación de ignorar ese infarto para socorrerlo. Corrí hacia él hasta quedar arrodillada ante su cuerpo inerte.

—¡Ustedes sigan! —grité a los demás—. Yo me encargo. Solo cubranme la espalda.

No recibí ninguna respuesta verbal de ellos, por lo que supuse que habían captado el mensaje.

Tomé el rostro de Nikolai entre mis manos. No sé movía para nada.

—Vamos Nikolai, quédate conmigo —lo sacudí con cieeeeeeeeeeeeeeeeerta violencia—. ¡No sigas la luz!

Y mientras yo estaba totalmente preocupada y con un sentimiento agonizante de miedo... oí la risa de Kayn a mi espalda.

Me volteé con ira y confusión simultánea.

—¿Y ahora que te da risa Draco Malfoy? ¡¿Qué no te das cuenta de que tu amigo está por morir?!

Ray, que antes seguía disparando, se detuvo un momento. El rubio y él cruzaron miradas. Contra todo pronóstico, comenzaron a reír juntos.

Voltearon a ver mi expresión y sus carcajadas se acentuaron. Luego, gracias al cielo, recordaron que estaban en mitad de una guerra letal y siguieron disparando. Creo que nunca he arrugado la frente como en ese momento. Eso ya no era estar confundida, era estar en otro planeta.

HIJOS DEL PECADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora