Capítulo: Veintitrés

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Puedes conocer mucho de una persona por lo que dice

Pero más por lo que no

Miraba por la ventana viendo el camino que estábamos dejando detrás. El paisaje del bosque podría de haberle parecido encantador a cualquiera que ignorase lo que este ocultaba. No era mi caso. A mí solo me hacía sentir escalofríos.

Ray repiqueteaba con los dedos sobre el manubrio al ritmo de la canción que estaba sonando en el momento: "Scar Tissue" de los Red Hot Chilli Peppers. Había descubierto que tenía cierta fascinación particular por esa banda.

La música funcionaba como medio para apaciguar el silencio que se había formado, y también para disipar la notable tensión. Estaba sorprendida de lo mucho que habíamos aguantado hasta ese momento sin discutir.

Aunque claro, eventualmente tendríamos que tratar el tema que nos convocaba, así que era evidente que la paz no duraría mucho.

Fui yo quien dio rienda suelta a la charla en el minuto en que puse mi mano sobre el estéreo y silencié la música.

El pelinegro no se inmutó, simplemente soltó un pequeño suspiro, consciente de mis intenciones.

Me fijé en él antes de hablar. Mantenía una mano sobre el volante, mientras que la otra estaba apoyada sobre su rodilla. Ya no vestía el uniforme. Han igual que yo, había tomado la sabia decisión de cambiarse, optando por una playera negra y unos vaqueros del mismo color, como si se hubiera preparado para hacer de agente secreto.

Su chaqueta estaba en el asiento de atrás, aunque todavía me costaba comprender cómo es que no tenía frío. Aún con la calefacción, yo tenía las manos heladas.

Me hizo un gesto para incitar a continuar, así que eso fue lo que hice.

—¿Qué fue lo que les dijiste para que te dejaran salir sin hacer drama?

—La verdad: que por seguridad teníamos que dividirnos —mantuvo los ojos en el camino—. Pero no te creas que no hubo drama. A Kayn no le importó, pero Nikolai fue todo un tema. No dejaba de quejarse por el hecho de que yo fuera quien te acompañara.

Bueno, lo de Kayn era de esperarse y lo de Nikolai... pues también.

—¿Lograste calmarlo?

—Ni siquiera lo intenté. Me la suda lo que piense —se alzó de hombros—. Aunque he de decir que casi me llevo un buen guantazo cuando le dije que me escogiste porque querías ligar conmigo. No se lo tomó muy de buenas, seguro porque sabe que es verdad.

Le entrecerré los ojos, ahogando las ganas de levantarle el dedo medio.

—Si Ray, con todo lo que está pasando, lo único en lo que puedo pensar es en cómo lograr llevarte a mí cama.

—No te culpo por ello, Hitch.

—¿Qué? —puse cara de constipada.

—¿No sabes quien es Hitch? —me miró de reojo con una ceja enarcada.

—¿Es una persona?

—No me lo creo —se pasó la mano por la línea de la mandíbula, incrédulo.

—Yo tampoco, ¿quién le pone de nombre a su hijo Hitch? Tendría que haberte dolido mucho el parto como para odiarlo tanto.

—¿Cómo puedes no conocer esa película? Es decir, no es buena, pero sin duda es conocida —hizo esfuerzos para refrescar mi memoria—. Vamos Moore, es esa en la que aparece Will Smith siendo un especialista en ligues.

HIJOS DEL PECADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora